Son las 9 A.M. de un día de invierno. Sara sale presurosa de su casa pensando qué cocinará en la jornada para recibir a sus hijos y a su marido, que trabaja en un taller mecánico. Ella vende productos cosméticos para contribuir a la economía hogareña. Con suerte, en el mes recolectarán unos $ 800.000 si es que Dios los acompaña, dice a LA GACETA. No pierde la fe de seguir perteneciendo a la clase media. Pero aquel ingreso la expone a una situación de pobreza, no extrema, pero pobreza al fin. En julio, una familia tipo tucumana necesitó $ 732.664 para no caer en situación de pobreza, de acuerdo con los datos difundidos por la Dirección de Estadística de la Provincia. En otros términos, ese matrimonio con dos hijos requirió $ 23.634 de promedio diario para cubrir sus necesidades alimentarias y costear los gastos mínimos para sobrevivir.

Sara sigue con su gimnasia cotidiana. Se queja porque el kilo de tomate sigue elevado (entre $ 2.500 y $ 3.000, según la calidad); de la cebolla, ni hablar. Cuesta entre $ 1.500 y $ 3.000, según el tamaño, el color y la calidad. Precisamente, esa verdura es lo que más subió durante julio, un 57,7%, de acuerdo con la planilla de la dependencia estatal. Pero si algo hizo llorar a los tucumanos, eso fue la boleta de la electricidad. La Dirección de Estadística, en este sentido, registró un aumento del 54% para el cargo fijo, debido a los reajustes en la generación y en el transporte de la electricidad. El ranking de aumentos de bienes y servicios del mes pasado se completa con el incremento en el valor de la chaucha, del 50,7%.

Suba de la pobreza: ¿hora de replantear la asistencia?

De todas maneras, el dato de julio marcó un proceso de desaceleración en los aumentos, que se percibió en el índice general de inflación, del 4,2% en Tucumán. Durante el mes pasado, la variación mensual de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) con respecto a junio fue de 1%, y la de la Canasta Básica Total (CBT) fue de 1,5%. De esta manera, una familia tipo -compuesta por un jefe de 35 años, su cónyuge de 31 años, su hija de 8 y su hijo de 6 años- necesitó un ingreso mayor a $ 360.918 (CBA) para no ser considerado indigente, mientras que para no caer en situación de pobreza necesitó $ 732.664 (CBT).

La variación de la CBA y de la CBT, con respecto al mismo mes del año anterior, es de 252% y 243,5% respectivamente, indica el reporte del organismo que dirige el economista Raúl García.

El valor de estas canastas contribuye a definir las tasas de pobreza y de indigencia. El informe que corresponde al primer semestre del año será difundido a fines del mes que viene. De todas maneras, el Observatorio de la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina, reveló el trabajo “Trazando el Camino: Privaciones Estructurales, Avances y Desafíos en los Derechos de la Infancia y Adolescencia. Argentina 2010-2023”. Ese reporte desnudó que en 2023, el 62,9% de los niños/as y adolescentes vive en situación de pobreza y el 16,2% vive en situación de indigencia. Esta es la cifra más alta desde 2010. Desde 2020, las transferencias de ingresos no contributivas, entre la que se encuentra la Asignación Universal por Hijo (AUH), alcanzaron a mas del 44% de los niños/as y adolescentes.

Papel crucial

“El esfuerzo de los hogares y la cobertura de las políticas públicas han tenido un papel crucial en la mitigación de la pobreza, pero persisten desafíos estructurales en la economía que requieren atención, y que ejercen un fuerte impacto en las estructuras de oportunidades de los hogares y sus miembros niños, niñas y adolescentes”, agrega el informe de la UCA.

La institución avanza en la evaluación de la situación social y realiza una medición multidimensional donde añade otros aspectos de las necesidades básicas y en ese caso se reduce el porcentaje de pobreza a 56,3%.

Acota, asimismo, que casi un tercio de los chicos y adolescentes en el país “no pueden acceder a alimentos nutritivos y variados por limitaciones económicas”.