La crisis del limón es extremadamente grave, aunque todavía tiene canales de salida si los actores de la actividad logran consensuar medidas tendientes al ordenamiento de la oferta del producto (que no implican restricciones), además de acciones para mitigar los efectos macroeconómicos de una economía en crisis. Así lo sostiene el presidente de la Asociación Citrícola del NOA (Acnoa), Pablo Padilla, que, en una charla con LA GACETA, expresa que después de un inicio de zafra tormentoso y del pedido de “herramientas conducentes” al Gobierno local, surgió la propuesta de una ley con la que se propició la creación del Instituto de Fomento del Limón, que exteriorizó las divisiones del sector.
“Para el productor primario, que solo viven de los ingresos de la actividad limonera, esta crisis puede ser terminal. Para aquellos que trabajan en el empaque y en la industria, además en las exportaciones, este momento puede ser bisagra e histórico si no se toman las medidas y las acciones necesarias para encaminar la senda de la rentabilidad del sector”, indica el titular de Acnoa. Padilla sostiene que se considera bisagra porque, de no lograr las soluciones y la vuelta a la rentabilidad, en el plano internacional, la Argentina podría perder su liderazgo en el mercado de derivados, como ya lo hizo en el de fruta fresca”.
En cuanto al impacto local, el dirigente limonero acota que las asimetrías existentes en la actividad conducirían a una concentración, en manos de los grandes jugadores, y condenaría a la desaparición de muchos pequeños y medianos productores. “Hay industriales que cuentan con condiciones comerciales diferenciales que los expone en menor medida a la caída internacional de los valores de los derivados industriales (jugo, aceite y cáscara de limón). En cambio, están aquellas industrias pequeñas y medianas, como empaques de menor porte, que se encuentran expuestos a los vaivenes del juego de libre mercado, en un mercado que no es libre”, fundamenta. En este aspecto, Padilla agrega que, en la actualidad, “se observan mercados administrados”. “Un claro ejemplo es la medida antidumping que sufre el jugo argentino en el mercado americano o los aranceles diferenciales (16%) que padece el jugo argentino en la comunidad europea frente a producciones, como la sudafricana, que ingresa con arancel cero”, indica.
¿Cuáles son las salidas para esta crisis?, se le consulta. “No hay una sola. Hay un conjunto de medidas que deberían surgir del consenso de todos los actores de la actividad, además del acompañamiento de los gobiernos nacional y provincial”, contesta. Entre otras son inversiones en investigación y desarrollo (I+D) para generación de nuevos subproductos (como el ácido cítrico, terpenos y jugos especiales, entre otros) que atenuaría la sobreoferta de los derivados tradicionales. También a nivel estatal, generar un marco necesario para que las inversiones surgidas del proceso I+D puedan llevarse adelante.
Respecto del impacto socioeconómico en la provincia, Padilla señala que, de no corregirse el rumbo, el efecto no se observará tan sólo en los pequeños y medianos productores, sino también en la economía en general, particularmente en la caída de puestos de trabajo, en la caída de la recaudación y, fundamentalmente, en menos exportaciones.
Durante esta temporada, se prevé una producción de 1.850.000 de toneladas de limón en el NOA. De ese total, alrededor de 1.350.000 toneladas se muelen en la industria; 165.000 toneladas corresponden a la fruta fresca y otras 200.000 se consumen en el mercado interno. “Creemos que quedarán sin cosechar unas 150.000 toneladas”, acota Padilla. La actividad toma unos 50.000 empleos en forma directa durante la temporada alta que se extiende desde mediados de marzo hasta fines de septiembre. La zafra terminó para la mayoría de los empaques y, según fuentes del sector, quedan 20 días de molienda en gran parte de las industrias.