Bajo la tibieza del sol del fin de semana brillaron las armaduras de valientes luchadores en pleno parque 9 de Julio. Con el choque de sus espadas encendieron una chispa medieval en la Casa de la Cultura municipal.

Con combates, vestimentas y piezas que transportaban a la Edad Media, un trozo del pulmón verde más importante de la provincia se transformó en un pequeño bosque nórdico donde cientos de asistentes disfrutaron de una experiencia atípica y colorida.

El evento “Temporada de dragones, la llegada del Fénix” se realizó durante los últimos dos días, y aunque el espectáculo principal fue la batalla de los guerreros medievales, también hubo espacio para un torneo de ajedrez, música y una feria de artesanos atendida por vikingos y vikingas.

Saluden, ¡peleen!

Lo primero que hay que saber es que combate histórico medieval no solo es un espectáculo pintoresco que te lleva por unos minutos a otra época de la humanidad, sino que también es un deporte de contacto, que solo pueden practicar aquellos que tienen más de 18 años.

Por ello, lo que se vivió el parque 9 de Julio fueron verdaderas batallas entre guerreros que representaron a los equipos León Andino y Destrier.

Mientras los luchadores se preparaban para sus enfrentamientos y se montaban en sus armaduras de acero, que imitaban casi a la perfección las del rango histórico de finales del siglo XIII y mediados del siglo XV, David Ardiles, uno de los árbitros de las peleas comentó a LA GACETA detalles de los encuentros.

ROLES. Muchos asistentes fueron ataviados con ropa de la Edad Media.

“El combate medieval se divide en dos modalidades: la individual y la grupal. Ambas se practican por puntos y el ganador es el mejor de tres rounds de un minuto cada uno”, detalló.

Vestido de amarillo y negro, David ayer estaba preparado para cumplir su rol de “marshall”, como se conoce a los árbitros en este deporte, por segundo día consecutivo.

“Hay un árbitro en cada una de las cuatro esquinas del campo de batalla, quienes contabilizan los puntos por fuera y después en una reunión debatimos la cantidad de unidades que cada uno sumó”, añadió el joven, que explicó además que cada golpe tiene un valor diferente, por lo que la atención es clave para ellos.

AMOR NÓRDICO. Luis y Maura homenajean a esta cultura con su stand.

“Al contar los puntos nos guiamos por la vista y por el oído, porque es fundamental el ruido de las armaduras”, sentenció sobre su trabajo.

Con todas estas reglas previamente establecidas y cobijados por las verdes hojas de los enormes árboles del Parque, los luchadores compitieron en las categorías “Espada y escudo”, “Espada y broquel” y “Espada larga”.

Los espectadores además pudieron observar armas reales que en este caso siguieron un protocolo sin filo y sin punta y tuvieron un mínimo y máximo de peso y de largo.

Dormitorios claustrofóbicos: ¿por qué en la época medieval dormían en armarios de madera?

Facundo Cervera, Víctor Coronel y Manuel Navarro fueron solo algunos de los peleadores que se alzaron con la victoria ante el aplauso de las familias que miraban con atención la batalla, con achilatas en una mano y el celular en la otra para grabar cada momento de tensión en la pelea y alegría en la victoria.

Mística

“Te encontrás con gente que tiene otra mística. Eso es lo lindo de estas ferias temáticas, que en cada stand hay una historia detrás y hay un porqué de las cosas que han hecho”, remarcó Luis Coronel, que junto a su esposa Maura atendía su puesto de artesanías e hidromiel, bebida alcohólica que consiste en un fermento a base de agua y miel, que lleva levadura y que ellos hacen resurgir en su emprendimiento Bifrost.

SOFTCOMBAT. Los más chicos también disfrutaron de la experiencia.

“Nos dedicamos a la cultura nórdica. Hacemos trabajos en orfebrería, en cuero y marroquinería”, contó la mujer y añadió: “también realizamos vasos con cuernos, cantimploras y tótems que eran utilizados para celebrar a los dioses de aquella época”.

Para esta pareja la Edad Media no es solo parte de su profesión sino un estilo de vida, como el de varios de los artistas que exhibieron sus productos en la feria.

Ana Brandán tenía la voz suave y las pequeñas manos de un hada que pintaban con un pincel delicadas artesanías, las que comercializó junto a dulces en su stand Susurros del bosque.

El sabor del bosque

Mientras que vestido todo de negro, El Cadejo ofrecía trucos de ilusión con cartas en su puesto de varitas de encantamientos, donde también brillaban las “pociones mágicas” más coloridas para coleccionar, con un secreto que las hace eternas: un mineral que no se disuelve y las hace brillar al moverlas suavemente.

Los licores más variados de la comarca se encontraban de la mano de Sergio Benítez, bartender y sommelier dueño de Capa Blanca, que ofrecía su bebida e hizo degustaciones para todos los que se acercaban a su puesto.

INGENIO. Un torneo de ajedrez enfrentó a niños y adultos puertas adentro de la Casa de la Cultura.

“Con una base de alcohol cereal y whisky, mi licor tiene sabores como chococafé, chocolate y vainilla intenso, café, chocolate y pasta de maní como un bonobon”, indicó y detalló que hizo uno especial para el festival medieval.

“Traje uno con mucho picor, donde se percibe el sabor del ají, más el sabor del café y chocolate, porque imaginé que iba perfecto con este espíritu de lucha de caballeros”, manifestó.

Hubo aroma a carnes asadas, a algodón de azúcar y sobre todo a historia porque cada detalle trajo un poco del medievo al Tucumán del siglo XXI.

MAGIA. El Cadejo se llevó la atención de pequeños y adultos con un puesto de pociones y trucos con cartas, que encendía la ilusión.