La medalla de oro que ganó José “Maligno” Torres en BMX Freestyle, la primera para Argentina en los Juegos Olímpicos de París, puso en el centro de la escena una vez más la discusión qué tipo de apoyo se le brinda en el país a los deportistas que practican disciplinas que no son masivas. La paradoja es que casos como el del cordobés adquieren una relevancia muy alta sólo mientras dura la competencia, aunque en los registros históricos de nuestro deporte permanecen inalterables para siempre.

Las explicaciones de Torres sobre cómo comenzó a practicar BMX marcan ya un punto de precariedad. Al respecto contó cómo la mayoría de los deportistas nacionales dan sus primeros pasos. “En un parque, con unas rampas que no servían para mucho pero le sacamos jugo”, dijo. Cualquier similitud con lo que sucede con miles de novatos no es pura coincidencia, sino que nos interpela sobre lo que se les está ofreciendo.

Así como pasa con el BMX Freestyle, son numerosas las disciplinas no masificadas y que en general se practican más bien como un hobby. Por el lado del público, la amplia mayoría recién se entera de que se trata de un deporte olímpico cuando la gran vidriera de los Juegos las pone en pantalla. No obstante, el seguimiento que reciben en estas competencias, así como en los Panamericanos o los Suramericanos, es efímero.

Esta no es una situación nueva, hasta podría decirse que se trata en la Argentina en una situación endémica. Y eso impacta inevitablemente en su desarrollo.

Hay que hacer un poco de memoria para encontrar casos similares como el que es protagonizado en estos días por Torres. Sucedió con otros medallistas dorados: Paula Pareto en el yudo, Santiago Lange y Cecilia Carranza en vela, Sebastián Crismanich en taekwondo. Una vez que dejaron la práctica, sus deportes entraron de nuevo en el ostracismo.

La medalla de Torres vuelve a poner un llamado de atención a las dirigencias políticas y deportivas, que según pasan los años siguen sin ofrecer las respuestas adecuadas. Para los deportistas argentinos, fundamentalmente los que no practican deportes masivos, competir es un tremendo desafío. El apoyo escasea y las condiciones de desarrollo e infraestructura en el país son en general inadecuadas. Esto los pone en notable desventaja frente a deportistas europeos, asiáticos, norteamericanos, e incluso ante los de países vecinos como Brasil.

Sirve como ejemplo del desorden imperante la intervención del streamer Coscu, que prometió ayuda para permitir a los deportistas crecer, formarse y competir. Esto generó la reacción de Lucas Moscariello, jugador de Los Gladiadores, el seleccionado argentino de handball, que respondió: “Lo ideal sería que el apoyo no lo den ustedes, pero sabemos lo que hay. Ojalá puedan ayudar al deporte argentino, ya con difundir es un montón”.

El deporte, por su función social y por todo lo que implica, merece urgente mayor inversión y reconocimiento. Sólo así se podrá hacer justicia con el talento que se multiplica a lo largo y ancho del país.