En el Stade Mamut Atlantique de Burdeos el seleccionado argentino sufrió al autoflagelo que caracteriza el ciclo de Javier Mascherano al frente de este grupo que tuvo un nuevo tropiezo en los Juegos Olímpicos 2024.
Y eso que el DT tuvo varias chances de rectificar su carrera como entrenador de la selección: estuvo al frente en el Sudamericano, el Preolímpico, el Mundial Sub 20 (del que participó como invitado por ser local) y de los Juegos Olímpicos. Lamentablemente solo demostró estar a la altura -desde lo estadístico- en el preolímpico, donde terminó segundo atrás de Paraguay, gracias a Luciano Gondou que convirtió cuatro goles claves para que el equipo se meta a los JJOO.
Que no está Carboni, ni Enzo Fernández, ni Valentin Barco, tampoco Alejandro Garnacho, faltó la joya Matías Soulé y el “colgado” por Boca Nicolás Valentini, no es excusa. Argentina tiene futbolistas desperdigados por todos lados y sobrados de talento. En la ausencia de ellos no puede recaer ninguna responsabilidad.
La selección contó con la presencia de jugadores consagrados y de jóvenes promesas; sin poner en tela de juicio la calidad individual de cada uno de ellos (recordando que los clubes no están obligados a ceder jugadores), la selección nunca tuvo juego asociado, tampoco pudo encontrar un “11” ideal, los cambios fueron una constante y en un torneo tan corto eso atenta con la regularidad que se busca. El tropiezo en la primera fecha fue el anuncio de lo que podía pasar, más allá de lo irregular que fue la confirmación del 1-2 con demora de más de 90 minutos en el VAR, ese cachetazo contra Marruecos no lo sacó del letargo, el contagio de la selección absoluta consagrada en Estados Unidos nunca llegó a París y eso que Gerónimo Rulli, Nicolás Otamendi y Julián Álvarez viajaron a Francia con la copa bajo el brazo y sin descanso.
El gol de Jean Phillippe Mateta a los 4’ del partido de ayer llegó en un contexto muy complicado para Argentina. Los abucheos al himno, los silbidos en cada intervención Argentina eran esperables, teniendo en cuenta lo que había sucedido en los últimos años. La Copa del Mundo de Qatar y los cánticos en los festejos filtrados en el video de Enzo fueron el caldo de cultivo que desencadenaron este escenario hostil para la sub 23 albiceleste que lo padeció de inicio a fin.
Teniendo en cuenta el partido ante Ucrania, era muy necesario que Mascherano planifique algunas variantes en el equipo para enfrentar a un rival con otra jerarquía, como lo eran los locales. Bruno Amione y Kevin Zenon fueron los que ingresaron en lugar de Julio Soler y Luciano Gondou y el equipo en lugar de fortalecerse, se terminó resintiendo.
Cambiar toda la banda (el lateral y volante zurdo) le trajo complicaciones en la marca por ese carril, que fue el lugar elegido por Francia para atacar durante todo el primer tiempo. El ex Belgrano de Córdoba la pasó mal en la marca y no pudo aportarle nada al equipo en ataque, en tanto que el volante talentoso de Boca estuvo muy impreciso y tuvo una tarde para el olvido. Para colmo, Soler ingresó en el entretiempo por el amonestado Marco Di Césare y jugó apenas 30’, hasta que le dejó su lugar a Gondou.
Justamente ese ingreso del delantero de Argentinos Juniors le cambió la cara al ataque albiceleste para los últimos minutos. Es incompresible que haya sido el último delantero en ingresar, teniendo en cuenta lo punzante que es el “9” y lo beneficioso que fue su presencia para el ciclo Mascherano.
En los pies de Gondou estuvieron las situaciones más peligrosas del equipo en el complemento. Primero se filtró al área con decisión y definió casi sin ángulo para que Guillaume Restes despeje con sus pies; en tanto que la segunda que tuvo se encontró con la pelota mal pisado dentro del área chica y definió muy desviado.
Ahí se acabaron las ilusiones de Argentina. Más allá que sobre el final se adelantó a buscar la heroica, como en el debut ante Marruecos, pero chocó siempre con Loic Bade y Castello Lukeba, la muralla francesa en la zaga central.
Uno de los jugadores que se mostró más dolido por la derrota fue Giuliano Simeone, el hijo menor de “Cholo” tuvo una chance inmejorable en el primer tiempo, cuando Argentina no podía encontrar el juego asociado. En un contragolpe Cristian Medina apareció en el área chica y tiró un centro pasado desde el piso, la pelota cayó llovida en el segundo palo y Simeone buscó de cabeza. Su remate se fue muy desviado. Hubiera sido el empate con mucho partido por jugar, por lo que no garantizaba nada; pero hubiera sido interesante ver en apuros a Francia que se enamoró del 1-0 y por eso pasó algunos sofocones, de hecho daba la sensación que si aceleraba, podría haber generado más daño al arco de Rulli.
Quedaron muchos matices para analizar, desde la elección de los tres mayores: Julián (llegó agotado después de un gran desgaste en la temporada), Otamendi (fue el capitán pero no logró ordenar una defensa casi improvisada) y Rulli (no tuvo un buen torneo y quizás ese cupo se podría haber aprovechado con un jugador de campo, Brey merecía la titularidad tras ser clave en el proceso). “Diablito” Echeverri fue un espectador de lujo desde el banco. Ayer ingresó para jugar el tiempo de descuento, pese a que Thiago Almada tuvo un partido para el olvido.
La eliminación fue otro cachetazo para Mascherano, que tiene la venia de Claudio Tapia, pero que en los años que estuvo al frente de los juveniles, no consiguió ni resultados deportivos ni tampoco foguear a algunos jugadores; queda un sinsabor generalizado y el año que viene hay Mundial Sub-20, veremos que pasa, pero la eliminación tempranera -por plantel e historia- parecía cantada desde hace mucho tiempo.