Cruje el peronismo y, sin embargo, los líderes juegan una verdadera partida de ajedrez. El que se calienta, pierde, dirían en el barrio. Y la reforma política es lo que los saca de quicio. Osvaldo Jaldo está seguro de que no le interesa la reelección en tanto y en cuanto eso le permita seguir gobernando hasta 2027 sin contratiempos. El Partido Justicialista es una verdadera picadora de carne; el tranqueño lo sabe y por eso intenta surfear sobre esa ola. Juan Manzur, no obstante, sigue siendo el presidente del distrito Tucumán. No aparece; ni si quiera asoma presencialmente por la sede de Virgen de La Merced 157. Pero está conectado remotamente a través de algunos satélites que hablan periódicamente con el ex gobernador. Los cambios en la Constitución provincial no son la prioridad, dice el actual mandatario provincial, que logró instalar el tema como parte del debate planteado, cuando era candidato aún, por la Mesa de Diálogo, convocada por el Arzobispado de Tucumán.
Jaldo regresa y en su entorno ya preparan los motores para lo que consideran que será una tromba. Nadie se anima a asegurar si habrá cambios de piezas dentro del elenco del Poder Ejecutivo. Esa es una posibilidad que el propio gobernador dejó abierta antes de tomarse unos días de licencia. En agosto se respirarán aires de renovación. El jefe del PE señala que vio a todos sus ministros trabajando para que la gestión se imponga a la agenda política. Es, en consecuencia, la llave para abrir la discusión electoral.
Test electoral
La actual gestión aprovechó el ajuste que hizo para fortalecer su autonomía de vuelo. La intensidad de las restricciones presupuestarias, por parte de la Casa Rosada, no será la misma en este segundo semestre que transcurre respecto de la primera mitad del año. ¿Cuál es la razón? El presidente Javier Milei mira más allá del horizonte, hacia dentro de un año y casi dos meses. Entonces pasará por su primer test electoral y, como suele hacer la “casta política” en los años pares, buscará robustecer su oferta política para que, el año que viene, logre la mayor cantidad de bancas posibles. El economista libertario viene administrando el país con aliados circunstanciales y no con una fuerza propia. La construcción de un espacio mileísta demandará más que los dos años que al actual mandatario nacional le llevó instalarse en la vidriera política y ocupar el principal sillón del edificio porteño de Balcarce 50. Jaldo aprovechará esas circunstancias. Necesita ejecutar obras sin poner en riesgo el equilibrio fiscal alcanzado en los últimos ocho meses. Desde marzo no pide préstamos bancarios, un dato no menor frente a una contabilidad creativa que se venía aplicando a lo largo de los últimos años. Por eso, Tucumán terminó 2023 con déficit fiscal, porque se patearon gastos hasta el nuevo ejercicio, aunque la deuda pública no creció exponencialmente. Si Tucumán fuera una casa familiar, podría decirse que los encargados de las finanzas pidieron fiado bajo la presunción de que la inflación licuaría ese endeudamiento y que se podría pagar en cómodas cuotas. Algo de eso pasó en el Estado provincial, pero no en los bolsillos de los tucumanos, que vieron cómo cayó estrepitosamente su poder adquisitivo entre mediados de diciembre pasado y febrero de este año.
Reforma: el acelerador peronista y los tiempos de Jaldo¿Cómo arranca agosto desde el punto de vista fiscal?
1- La planilla salarial neta estatal pasó los $ 106.000 millones. Esto es lo que el Gobierno debe destinar para abonar los salarios de los 130.000 empleados públicos, incluyendo comunas y municipios.
2- La Provincia no comprometerá el equilibrio fiscal más de la cuenta. Acompañará la evolución inflacionaria en la medida de sus posibilidades financieras. El dato de mayo, de crecimiento de las remuneraciones por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC) ha sido una bocanada de aire fresco para bajar las tensiones con los gremios.
4- La distribución del impuesto a las Ganancias puede traerle un inesperado dolor de cabeza a las provincias. ¿La razón? El cálculo que hizo el Gobierno nacional sobre la recaudación de ese tributo a partir de este mes puede ser menor de lo esperado en unos $ 800.000 millones. Menos plata, menos margen de maniobra en una negociación salarial por futuras recomposiciones; esa es la ecuación que más sostienen en la Casa de Gobierno.
5- La recesión golpea con más fuerza el comportamiento de las recaudaciones nacional y provincial. La caída real interanual de los ingresos ronda el 14%. La industria termina la temporada antes de tiempo; el comercio está en picada y no se observa reactivación; el salario no se recupera y el fisco tiene toda la necesidad de conseguir fondos. El plan de pagos de la Dirección General de Rentas continuará. Y no habrá otra moratoria más flexible, afirman en el Ministerio de Economía.
6- Rentas aprieta, pero no ahoga. Según el área económica, el eterno régimen de facilidades tiende a mostrar conductas flexibles ante el contribuyente deudor. No obstante, las fiscalizaciones serán más fuertes en las rutas como se observó en los controles sobre los granos y sobre la producción azucarera. La tecnología contribuyó a afianzar ese esquema porque el “negro” de la economía dejó de ser una presunción, sino una realidad que embarga a más del 40% de la actividad. Por ese lado se compensará en parte la caída de la recaudación local.
7- Agosto será un período clave para la definición del presupuesto. No sólo del ejercicio vigente, sino también del que se proyecta para el electoral año de 2025. Por el lado del gasto público no llegará la ampliación presupuestaria, pero sí por el carril de los ingresos. La incorporación de partidas será un hecho; también el blanqueo del resultado financiero que la provincia ha obtenido a lo largo de estos siete meses transcurrido de 2024, con el efecto del ajuste en el Estado.
Agosto seguirá siendo un mes de ajuste, aunque con menor intensidad que los meses anteriores. La sociedad está perdiendo la tolerancia a las medidas que implican una mayor reducción de sus ingresos y espera que, de una vez por todas, la situación económica se normalice. La política sabe de eso y debe mostrar que está dispuesta a hacer los deberes.