Está en marcha la segunda mitad del año escolar, luego del receso invernal y los docentes se plantean interrogantes sobre el uso del celular por parte de los chicos dentro del aula y la posibilidad de reemplazarlos por otras herramientas clásicas como libros, videos, calculadoras científicas, mapas, entre otros. El año pasado hubo una recomendación que fue hecha por la Unesco y cada vez son más los países, regiones o provincias que adhieren a esa estrategia para recuperar la atención del alumno en el aula, la centralidad del docente y la concentración en las tareas que se realizan.

Hace exactamente un año, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) presentó en Montevideo, Uruguay, el Informe Global de Monitoreo de la Educación (GEM 2023), en el cual advirtió sobre las consecuencias del excesivo uso de la tecnología, especialmente de celulares, en el aprendizaje de los estudiantes.

“A pesar de las ventajas que las herramientas digitales pueden ofrecer en la educación, también existen riesgos que a menudo son ignorados y que afectan el avance del proceso educativo”, fue la advertencia del organismo internacional. Aquel informe se basó en diversos estudios científicos y fue presentado por expertos de la Unesco y ministros de Educación de diferentes países. Entre otras cosas, advirtieron que cuando a un estudiante le suena el celular por una notificación tarda 20 minutos en retomar la atención en el aula. Si una clase tiene 45 minutos, perdió casi la mitad del tiempo. Interrumpe la productividad y afecta la capacidad de recordar y comprender información, reveló el documento.

Ante este escenario, el desafío en la Educación es incentivar la interacción social en los recreos y la concentración en clase. De ese modo se desalentará la dependencia de los aparatos. Los efectos negativos del uso del celular en la escuela pueden verse en los recreos. Con solo dar una vuelta por el patio, los docentes son testigos de una escena que se repite en todas las escuelas: filas de chicos, sentados uno al lado del otro, todos con la cara en el celular.

Durante las clases, a pesar de que el uso de celulares está prohibido, algunos estudiantes los utilizaban igual, porque la tentación, de alguna manera, es más fuerte que los chicos. En la Ciudad de Buenos Aires, a partir de esta semana (regresaron a clases tras el receso por vacaciones), alrededor de 30 colegios privados resolvieron que los dispositivos móviles estarán prohibidos durante toda la jornada escolar.

Hace dos años, en noviembre de 2022, esa medida había sido dispuesta por el Gobierno de Catamarca que prohibió el uso de teléfonos celulares y otros dispositivos tecnológicos análogos en todas las escuelas y establecimientos educativos de todos los niveles de enseñanza obligatorios, informó el ministerio de Educación provincial.

Los resultados de los colegios que aplicaron la medida fueron positivos. Aumentó el nivel de juego en los recreos, por ejemplo, con juegos deportivos, de cartas, de mesa. Además las situaciones en las que los alumnos mantienen conversaciones han crecido significativamente. También mejoró la atención de los alumnos durante las clases y disminuyeron los conflictos sociales.

Es un movimiento global que se repite en otros países de la región. En Tucumán es momento de preguntarse si los chicos deben seguir sentados en sus tiempos libres frente al celular o se busca que aprovechen esos minutos para interactuar con sus compañeros.