Leí la nota de Luis Ruiz con respecto a las cinco consecuencias del parate de las obras públicas y viviendas sociales debido a la imparable inflación y la falta de recursos económicos federales para efectivizar los certificados de obra. Estos casos son historia repetida desde hace más de 50 años. Entre distintos gobiernos donde pocas constructoras aguantaron los golpes y ganaron mucha plata y muchas otras perdieron hasta sus bienes, quedando proveedores y obreros a la deriva. La verdad, Tucumán se agravó desde el 2015 a pesar del plan “pobreza cero”; en 2017 hubo llamados a licitación de más de 1.800 viviendas, de los diques El Naranjal y Potrero del Clavillo. Todo quedó en la nada, llegando así al 2024 sin plata y con emisión cero. Construir es amar, dando vida como los ejemplos de los horneritos; el sistema económico recaudador es letargo para recuperar la reactivación socioeconómica. Creo que los municipios, comunas y sociedad en general deberían buscar nuevas alternativas económicas con capitales bien tucumanos, aprovechando las materias primas, el intelecto, la mano de obra de jóvenes técnicos, obreros, personal idóneo, profesionales, dándoles hasta las empresas de servicio que aportan su capital y no sea tan solo para recaudar.

Pedro Pablo Castaño      

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