NOVELA

SI ESTE NO ES MI HOGAR, NO TENGO UN HOGAR

LORRIE MOORE

(Seix Barral – Buenos Aires)

El género de novelas “en el camino” (ese modo particular del relato de viaje como sinónimo de la vida) debería tener un lugar destacado en la literatura norteamericana. Y la última novela de la genial Lorrie Moore se inscribe en esta tradición, aunque esta vez no se trate de jóvenes rebeldes en fuga, sino de hombres y mujeres solitarios y maduros, en diálogo con los fantasmas del pasado.

Lorrie Moore

El protagonista, un profesor de “contrahistoria” que enseña a sus alumnos a desconfiar de cualquier versión de la realidad que no exhiba sus contradicciones, visita a su hermano internado en una clínica de cuidados paliativos, y en un intento desesperado por retenerlo a su lado, como una Sherezade, transmuta su vida en infinitas anécdotas. La noticia del suicidio de la que fuera la mujer de su vida lo lleva a emprender un viaje a través de varios estados, en una travesía por ese no lugar que es el duelo, para intentar rescatarla del “escenario macabro” que es la cabeza de un suicida y a la manera de los teatros anatómicos del Renacimiento que se paseaban por los pueblos haciendo del arte de la autopsia un espectáculo, emprende, con su fantasma encarnado, el último viaje.

Narrada en dos tiempos históricos, el de la posguerra de secesión y el de la campaña electoral que terminó con el triunfo de Trump, la novela pone en escena todos los mecanismos de representación y, como en un western delirante, por sus páginas desfilarán un payaso solidario y suicida junto a todo tipo de personajes de feria: un ex soldado cojo, fantoches, tahúres, indios y solteronas asesinas, para desplegar todos los modos del sinsentido que pueden caber en una vida. Pero quizás sólo se trate de la vieja noción de dialéctica y la autora, con una prosa bajtiniana, carnavalesca, donde caben lo alto y lo bajo, Shakespeare y el teatro callejero, da forma a exquisitas metáforas y comparaciones, en una suerte de teatro ambulante, donde el dolor por la muerte de los seres amados se dramatiza y desdramatiza magistralmente.

Pero también es una novela de ideas, a contrapelo, pero ideas al fin, donde no cabe ni una pizca de conmiseración hacia aquellos hombres y mujeres incapaces de salirse del guion que su época les tiene reservado -aunque eso incluya a las participantes de un taller de lectura feminista- con la que su autora logra, con los jirones de unos personajes esperpénticos, el milagro de hacernos hallar en su destrucción y podredumbre, el delicioso aroma de la vida en toda su desesperación.

© LA GACETA

MARÍA EUGENIA VILLALONGA.