En el Hospital Ángel C. Padilla se hizo recientemente una cirugía prostática de última generación. Se trata de una enucleación prostática con energía bipolar o BipolEP realizada en un paciente de 60 años con obstrucción urinaria. Un método que por medios endoscópicos a través de la uretra llega hacia la zona de la próstata, que se encuentra aumentada en su tamaño produciendo síntomas obstructivos en el paciente. Así, se enuclea la próstata para posteriormente dividir el tejido en fragmentos pequeños y aspirarla o resecarla.

Los beneficios de que este procedimiento se haya llevado a cabo con éxito y el guiño que puede ser de cara al futuro, según le explicó a LA GACETA el doctor Benjamín Tumburús, urólogo y jefe de la sección de Endourología y Litiasis del Padilla.

Relevancia

“A partir de los 50 años, entre un 40 y 50 por ciento de la población masculina empieza con algún síntoma prostático”, remarcó el médico sobre el motivo de la gran demanda en el área en la que se profesionalizó.

Y explicó: “No obstante, el problema más importante inicia cuando se agranda la próstata y produce síntomas obstructivos. Es decir, al paciente le cuesta orinar por un agrandamiento benigno de la próstata”.

El médico también aclaró que la indicación quirúrgica llega solo cuando ante síntomas moderados o severos ya no se responde a la medicación, por ejemplo.

“Entonces la cirugía puede ser convencional, con la desventaja para el paciente de tener que pasar entre cinco y siete días internado, o que el sangrado puede ser mucho más importante, con tasas de transfusiones sanguíneas mayores que las cirugías endoscópicas mínimamente invasivas”, desglosó.

“También se requiere más analgésicos y soluciones de lavado, como solución fisiológica, que genera una demanda muy grande al sistema público”, sentenció.

Innovación

Dos años atrás Tumburús ya había empezado a innovar con una enucleación prostática con láser Holmium (Holep por sus siglas en inglés). Un procedimiento similar pero con una diferencia importante, sobre todo al pensar en el servicio público.

“Ambas son endoscópicas, mínimamente invasivas por la que través de orificios naturales, como la uretra, se introduce una camarita y con diferentes tipos de energías tratamos la próstata”, observó el urólogo.

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“De esta manera ya sea con energía láser (como la primera) o con energía eléctrica bipolar se puede hacer la misma técnica quirúrgica. Pero en el segundo caso la energía es más económica, lo que se vuelve una muy buena opción para el ámbito público y hospitalario, donde no hay tantos recursos como para contar con un láser”, refirió el especialista.

Ventajas

“El impacto más grande, siempre para un médico está dirigido al paciente, y en este caso como no hay que hacer ninguna incisión, las tasas de sangrado son mínimas por lo que las posibilidades de transfusiones se reducen”, dijo Tumburús.

“Sumado a eso, hay menos días de internación, ya que se aconseja una observación de entre 24 y 48 horas, por lo que obviamente que si está menos tiempo internado en el hospital, va a tener menos chances de contraer una neumonía o algún germen intrahospitalario”, ahondó.

El sistema público también podría recibir beneficios de esta técnica. “Se podría ahorrar dinero ya que es una cirugía que tiene pocas complicaciones, una menor tasa de transfusión y menos necesidad de medicamentos analgésicos y de antibióticos”, subrayó sobre este camino que se abrió en la medicina de nuestra provincia.

Tumburús se formó en medicina en la Universidad Nacional de Tucumán, se especializó en urología en el Hospital Ramos Mejía de Buenos Aires e hizo una subespecialidad en endourología en la Clínica San Camilo, también de la capital del país.