La semana que pasó entre el 11 y el 18 de julio ha sito de alto riesgo por la conjunción de heladas y quema de cañaverales y pastizales. Los pueblos y ciudades del sur de la provincia estuvieron llenos de humo varios días hasta el miércoles pasado, con consecuencias que no han sido determinadas en cuanto a daños a la salud o riesgos de accidentes. Según se sabe, los focos de fuego se adelantaron un mes, ya que habitualmente cada año el tiempo de emergencias a causa de los incendios comienza en agosto.

Este año se avizora complejo. Mientras el año pasado un informe de la Estación Experimental Agrícola Obispo Colombres daba cuenta de una tendencia a la disminución de los incendios en campos de cosecha, en este 2024 ya se encendieron las alarmas: en los primeros 18 días de este julio se registraron 627 focos de fuego, señala un investigador, comparando con los 470 focos del mismo mes de 2023. En una nota de esta semana se relatan los problemas que hubo en Villa Quinteros, Concepción y Aguilares. “En la ruta no se veía casi nada. Lo afortunado fue que el tránsito era escaso, sino podría haberse producido algún accidente. En la ciudad casi no se podía respirar por el aire contaminado”, se quejó un poblador de Concepción. Los mismos cañeros, preocupados por el efecto de las heladas y de los incendios de rastrojos, pastizales en banquinas y basurales, advirtieron que en agosto habrá focos de incendio por todos lados. Otro productor añadió que “lo único que está resguardando la humedad de la raíz son las chalas. Si las quemamos se produce un deterioro importante en los niveles de rendimiento y de protección del suelo en vista al rebrote” y precisó que la caña cosechada con integral y quemada no es permitida en los ingenios.

La dotación de bomberos voluntarios de Concepción interviene en unos 50 incendios de cañaverales cada año. El jefe de la dotación contó que hace pocos días fueron a un incendio de cañas huecas que comenzó precisamente en una  quema cercana de basuras y que por poco termina en una tragedia y advirtió no sólo sobre el movimiento constante a que se ven obligados sino a los riesgos de accidentes de tránsito por el humo en las carreteras a causa de las quemas de banquinas.

En nuestra provincia se está investigando, por un convenio entre el   Gobierno, la Universidad, el Conicet y la Fundación Humboldt, el nivel de contaminación del aire en el invierno y la primavera y además hay equipos médicos con el programa “Prevalencia de síntomas respiratorios y oculares en niños de Tucumán en relación con la contaminación ambiental y estaciones del año”, que se lleva a cabo en escuelas provinciales. “Esto se traduce en costos para el sistema de salud, porque curamos al enfermo pero lo volvemos a poner en el ambiente que lo enferma. En ese círculo vicioso los recursos no van a alcanzar nunca”, dijo un especialista.

Lo que ha ocurrido esta semana es una seria advertencia sobre la necesidad de que la sociedad tome conciencia sobre los riesgos inmediatos de las quemas y los que se producen con el paso del tiempo, y que las autoridades agudicen las estrategias para controlar, persuadir y también multar, a fin de cambiar las cosas.