Las heladas meteorológicas más importantes de este año en la zona del pedemonte y de la llanura de nuestra provincia, así como en áreas aledañas, se registraron en este mes. Sin embargo, el ciclo de heladas puede dividirse en tres períodos, que fueron haciéndose más fuertes con el paso del tiempo. A lo largo de estos períodos se sucedieron heladas suaves (entre 0° C y -2° C), moderadas (entre -2° C y -4° C) y severas (entre -4° C y -6° C). Así lo indica un informe de la sección Agrometereología de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
El primer período se dio a finales de mayo, cuando se produjeron heladas meteorológicas en el extremo este de la provincia -la mayoría, suaves-. La temperatura más baja registrada fue de -2,2° C al este de Las Cejas (Javicho), en dos días consecutivos con heladas (28 y 29 de ese mes), acumulando un total de poco más de 12 horas con temperaturas por debajo de los 0° C. Desde el centro hacia el norte de la provincia, las heladas afectaron desde el este del departamento Cruz Alta hasta el extremo este de Burruyacú.
El segundo período se dio entre el 26 de junio y el 1 de julio. Al igual que en mayo, las heladas fueron mayormente suaves, pero se extendieron a lo largo de toda la provincia. En el pedemonte, las heladas fueron de baja intensidad (hasta -1° C) y de corta duración (no más de cuatro horas y media). En la llanura se registraron principalmente heladas suaves, llegando a moderadas en el extremo este y en el oeste santiagueño, con temperaturas de hasta -2,9° C (El Charco e Isca Yacu) y duraciones acumuladas de 13 horas en hasta cuatro días con heladas.
El tercer período fue el de mayor impacto de las heladas, comenzó el 6 de julio y se extiende hasta estos días. En todo el pedemonte se registraron heladas que mayormente fueron moderadas y llegaron a ser severas en la zona central (Monte Grande y Santa Ana), con temperaturas de hasta -4,4° C y duraciones de más de 40 horas acumuladas. En la llanura, estas fueron aumentando en intensidad y duración hacia el extremo este, registrándose entre dos y 10 heladas con temperaturas que alcanzaron los -5,8° C (severas) y duraciones acumuladas de hasta 45 horas, (ver Figura 1 )
Las heladas tuvieron efectos en los cañaverales de Tucumán, por lo que los técnicos del programa Caña de Azúcar de la Eeaoc dieron recomendaciones generales al sector que deben tener en cuenta.
En Tucumán, la ocurrencia de heladas suaves y moderadas es suficiente para paralizar la evolución de la maduración de los cañaverales, mientras que las severas y muy severas pueden provocar importantes pérdidas de producción de azúcar de entre un 10% y un 25%. Estas pérdidas derivan de la reducción de la cantidad de caña para molienda y, en especial, del deterioro de la calidad de la materia prima que se procesa.
Después de algunas zafras sin soportar los efectos negativos de heladas de importancia, este año y en toda el área cañera, los cañaverales tucumanos sufrieron la ocurrencia de heladas de suaves a muy severas.
Heladas en el campo: ante el frío, actuar de inmediatoSi bien durante mediados y fines de mayo y también a fines de junio ya se habían registrado bajas temperaturas en algunas localidades, en lo que va de julio ocurrieron fríos más intensos y prolongados, como destaca la información de la figura 2, a modo demostrativo y considerando la sensibilidad de la caña de azúcar a este fenómeno.
En primera instancia, se puede decir que la incidencia de las heladas fue bastante generalizada en el área cañera de Tucumán y con una mayor incidencia en el centro y sur del pedemonte, situación muy llamativa y poco típica, registrándose efectos variables sobre el cañaveral que dependen en gran medida de su localización, de la variedad implantada, del nivel de crecimiento y producción y del grado de vuelco, entre otras condiciones.
Ante esta situación y en función de la intensidad, duración y frecuencia de las heladas, es de esperar en un primer aspecto, que gran parte de las yemas resulten dañadas, lo que indicaría que muchos cañaverales destinados a caña semilla pierdan su condición de semilleros y deban ser enviados a molienda.
Se recomienda realizar un monitoreo cuidadoso de los lotes semilleros, para evaluar el grado de daño en las yemas y asegurar la capacidad de brotación que se requiere para no poner en riesgo el éxito de la plantación.
Seguramente el nuevo escenario de zafra generado por las heladas obliga a los ingenios y a los productores a evaluar en cada lote el nivel de daño que sufrió el cañaveral destinado a la industria. Así se podrá realizar un cierto reordenamiento de la cosecha estableciendo un orden de prioridad por nivel de daños entre lotes, ya que la detección de grandes zonas afectadas, como en zafras anteriores, resultará muy difícil por la homogeneidad de las heladas.
Resultará fundamental evitar al máximo la quema de los cañaverales y reducir el estacionamiento de la materia prima en el campo, durante el transporte y en la fábrica. La quema y el estacionamiento poscosecha de la caña afectada por heladas intensifican las pérdidas de azúcar (mayores pérdidas de peso y acelera el deterioro de la calidad de los tallos), generando significativas dificultades en la recuperación de sacarosa, las que son de gran magnitud en la cosecha tardía.
Además, será necesaria la ejecución de un despuntado más severo, ya que los mayores efectos negativos de las heladas se verifican en la porción superior de los tallos, por estar más expuesta y ser más sensible al frío. Esta tarea evitará el procesamiento de materia prima con altos contenidos de impurezas y sustancias indeseables, componentes que afectan la recuperación fabril de azúcar y generan un producto de baja calidad. En general, el despuntado de caña helada puede significar la eliminación de dos a cuatro entrenudos adicionales al nivel convencional, si bien convendrá ajustarlo en cada situación. Es importante considerar que este año en lotes que sufrieron heladas muy severas los efectos del deterioro se expresan más rápidamente y el nivel de despuntado debería ser controlado desde ahora.
Por otra parte es conveniente recordar que el efecto de las horas de frío es acumulativo, por lo tanto cada nueva helada modifica y agrava la situación del cañaveral. Por lo que la magnitud final de las pérdidas de azúcar dependerá de varios factores; entre ellos, el comportamiento varietal, la fecha de cosecha y el sistema de recolección empleado. Sin embargo, las condiciones ambientales durante el resto de la zafra -en especial, el aumento de las temperaturas y la ocurrencia de lluvias- serán determinantes.
Riesgo de incendios
No obstante, este año, sin duda, el factor de mayor gravedad y riesgo lo constituirán las quemas. En la situación actual, con altos niveles de combustibilidad del material vegetal, la quema accidental o intencional de banquinas, matorrales o cañaverales provoca la rápida propagación del fuego a miles de hectáreas, lo que resulta en la pérdida del valor económico del cañaveral al acelerar el deterioro de la materia prima.
Una consigna general de gran importancia para todo el sector será aumentar al máximo posible la tasa de cosecha y de molienda diaria para acelerar y acortar la zafra y tratar de minimizar los daños.
Todos los esfuerzos que se realicen para optimizar la cosecha de los cañaverales afectados por heladas resultarán decisivos para minimizar el efecto negativo del frío.
El programa de Caña de Azúcar de la Eeaoc seguirá efectuando monitoreos y recabando información de utilidad para los cañeros e industriales y sus técnicos estarán disponibles para consultas.