Más que un deporte, en Argentina el fútbol es una religión. Los aficionados, apasionados y exigentes, crean y moldean a los jugadores que adoran, sermonean y analizan. En la final de la Copa América 2024 Lionel Messi debió ser reemplazado después de sufrir una lesión y sus imágenes se viralizaron. Algún comentarista dijo en televisión “está llorando como un niño”. El delantero, que en el pasado ha sido objeto de un escrutinio implacable, estaba siendo él sin importar lo que pudieran decir.
Históricamente el fútbol ha sido un bastión de la masculinidad tradicional. Allí la fuerza, la valentía y la invulnerabilidad se consideran virtudes esenciales. Los futbolistas han sido vistos como héroes intocables, figuras de resistencia inquebrantable. Sin embargo, la imagen de Messi llorando rompe con estos estereotipos.
El movimiento feminista y el desafío que implica modificar las estructuras patriarcales del fútbol son esenciales. Messi nunca ha encajado en el arquetipo tradicional del “pibe”, el héroe futbolístico nacido en los barrios pobres, representado por Diego Maradona. Maradona, con su temperamento indomable y su genio futbolístico, fue perdonado y aplaudido por su sexismo. Messi, en cambio, es una superestrella humilde, que muestra sus emociones sin miedo a parecer vulnerable.
El activismo feminista en Argentina, especialmente con el movimiento #NiUnaMenos, ha intentado cambiar la cultura futbolística del país. Las jugadoras y sus aliadas han criticado abiertamente el modelo del “pibe” y la mentalidad de “la victoria a toda costa”. En 2017, la Selección nacional femenina se declaró en huelga, denunciando la corrupción y el acoso sexual en la AFA. Este movimiento coincidió con la carrera de Messi, quien en su camino fue colaborando con campañas contra la violencia en los estadios.
La redefinición de la masculinidad en el fútbol está siendo impulsada por Messi y por la mayoría de los integrantes de plantel de la Selección. Jugadores como Emiliano Martínez hablando de salud mental y de su psicólogo; Messi y Ángel Di María, entre otros, expresándose y colaborando en spots en contra de los abusos sexuales y la violencia de género... En esta nueva era, a los hombres ya no se les pide ser fuertes, sino que se les permite mostrar sus emociones y ser vulnerables. La influencia de estos gestos va más allá del fútbol.
Al mostrar que los hombres también pueden llorar y sentirse vulnerables, Messi y Di María envían un mensaje poderoso a los niños y jóvenes que los ven como ídolos. En una sociedad donde los mandatos de la masculinidad patriarcal aún dictan que los hombres deben ser duros y emocionalmente contenidos, estos gestos son un soplo de aire fresco. Los niños que crecen viendo a sus héroes deportivos expresando sus emociones pueden aprender que la verdadera fortaleza no radica en ocultar sus sentimientos, sino en aceptarlos y compartirlos.
Transformaciones
Messi representa la nueva masculinidad. Su imagen de padre cariñoso y esposo dedicado, contrastante con el modelo del “pibe” mujeriego y descontrolado, ha sido fundamental en este cambio. Esta nueva perspectiva de género beneficia a todos. Los hombres, al tener permiso para ser vulnerables y expresar sus emociones, pueden desarrollar relaciones más saludables y manejar mejor el estrés. Las mujeres, al ganar espacio en el fútbol y en otros ámbitos, encuentran un lugar donde antes eran excluidas.
Lionel Messi sufrió una lesión ligamentaria en la final de la Copa AméricaLa revolución del movimiento feminista y la redefinición de la masculinidad son señales de una sociedad en transformación. Esta nueva visión del fútbol argentino, que valora la empatía y la vulnerabilidad tanto como la fuerza y la determinación, puede tener un impacto positivo en las generaciones futuras creando un entorno más inclusivo. Los jóvenes que entiendan que es normal y saludable expresar sus emociones estarán mejor equipados para manejar las dificultades de la vida. Además, esta visión más equilibrada de la masculinidad puede contribuir a relaciones más saludables y a una sociedad más comprensiva y solidaria.