Hay un termómetro que indica si las vacaciones de invierno son un éxito o no en Tucumán. Se trata de la Casa Histórica, el mayor monumento histórico de la provincia. Si uno se para afuera y ve movimiento, es una buena señal. Y en estos días la circulación es grande: el sitio está repleto de turistas. No importa la hora; para tomarse una foto en la puerta, para conocer de nuestra historia o para pasear un rato, al museo lo visitan miles de personas cada día.

“Estar en un lugar histórico mueve las entrañas de una forma...”, dijo a LG Play Ariel, un visitante de la provincia de Buenos Aires. Él y su familia llegaron a Tucumán ayer, y lo primero que hicieron -luego de degustar unas ricas empananadas- fue visitar la casa. “Vinimos por mi esposa; mi mujer es hija de tucumanos y ella quería conocer dónde habían vivido y crecido sus padres”, contó él. La mujer tiene 48 años y jamás había pisado la capital tucumana. “Somos de Argentina, nos gusta viajar mucho, recorrer el país, tenemos la bendición de poder hacerlo, gasolero, como sea, conocer el lugar. Hasta ahora Tucumán me gustó mucho, ya nos comimos una empanada, ahora vamos por las empanadillas, los tamales…”, enumeró mientras recorría el Salón de la Jura.

La postal se repite entre los distintos visitantes: los acentos cambian con cada pregunta a los turistas. Según comentaron los trabajadores del museo, aproximadamente hay entre 4.000 y 5.000 visitantes por día.  La afluencia es tanta, que ayer casi no se podía caminar por el segundo patio de la casa.

Mientras afuera más de una familia se fotografía, adentro los visitantes -tucumanos incluidos-  disfrutan de la renovación museográfica. Es que desde fines de 2022 los turistas pueden conocer una nueva exhibición, creada por la necesidad de ofrecer al público una experiencia de visita diferente. Con una inversión de más de 62 millones de pesos,  se modificó también el relato museológico, prestando más atención en la historia de Tucumán y de la casa.

Postales

La visita no termina con la cuestión histórica; luego de pasar por el museo, decenas de personas hacen una pausa en el patio. Allí, de día (la casa abre de 9 a 19) los más chicos aprovechan para jugar. Con bolillas, con baleros o incluso con pelota, los visitantes disfrutan del sol. “Nosotros andamos con toda la familia. Con mi hermana, mi cuñado y sus hijos, unos primos de Buenos Aires y mi nena. Es la segunda vez que vinimos. Me encanta (la provincia) porque tiene muchas cosas para hacer; es lindo. Ahora nos vamos a pasar un rato al Cristo”, dijo Lucas, de Charata (Chaco). “Siempre cuesta un poquito viajar con la crisis económica, pero bueno... nosotros somos contratistas, casi todo el año trabajamos. Tratamos de darnos un tiempito al año para viajar”.