“El todo es más que la suma de las partes”. La frase no demanda un análisis exhaustivo: un conjunto de componentes es mayor a la suma de las individualidades. Uno de esos casos es el cuerpo humano. Cada órgano, hueso y demás componentes tienen una función determinada que permite a las personas gozar de vitalidad. El fútbol, por el contrario, presenta casos que rompen con la lógica aristotélica. La destroza. El San Martín de Diego Flores ingresa en este lote. 

El “santo” es un equipo que si bien tiene una columna vertebral definida, no encuentra el método de engranar las piezas. Por ende, la máquina nunca termina de arrancar y cada partido plantea más y más dudas.

El medio campo es el cerebro de todo “11” porque la posición obliga a tener un contacto frecuente con la pelota. La distribución, la contención y los riesgos que asuma un equipo dependen por completo de las decisiones de los volantes. Ellos deciden acelerar o ralentizar el juego. Sin creatividad, no hay profundidad:  sin cambio de ritmo, no hay sorpresa o sin pases filtrados, no hay gol. En definitiva, los volantes definen el estilo o la filosofía de juego de un equipo.

San Martín es uno de esos casos que no encontró el medio campo ideal. No encontró un cerebro que comande las acciones del cuerpo por completo y, por ende, el “santo” sigue siendo un equipo que navega entre chispazos de lucidez y extensas lagunas de juego.

El duelo frente a San Miguel estuvo marcado por ese aspecto. Flores apostó por la doble contención compuesta por Gustavo Abregú y Matías Ignacio García; un experimento que no dio los resultados esperados. Tal es así que el ex Güemes fue el punto más bajo del equipo. Si bien intentó ser el principal encargado de la contención, nunca se coordinó con el paulistano y, por momentos, quedó parado como un tercer central. Eso hizo que el “santo” tuviera una postura más retrasada de lo normal.

García tampoco se hizo cargo de la salida del equipo ni impartió claridad al medio. Errático, impreciso y poco colaborativo así fue su regreso a la titularidad.

Poco y nada fue el aporte de Abregú, que completó un flojo partido. No conectó grandes pases ni destacó en la recuperación. Además fue superado por Nahuel Luján en reiteradas ocasiones. Todo esto deja en claro que está lejos del nivel que había mostrado la temporada pasada, en la que había sido uno de los pilares del equipo de Pablo Frontini. ¿Preocupa el bajo rendimiento? Demasiado, debido a que afecta de manera directa la estructura del equipo en la que el volante debería ser el primer nexo entre la defensa y el ataque; función que no logró concretar en el torneo.

Juan Cuevas y Matías “Caco” García todavía no lograron generar química. Pocos fueron los destellos de una que otra conexión, pero sin ser decisivos en los últimos metros; un déficit que San Martín está obligado a pulir para encontrar la contundencia que necesita en el frente de ataque.

El ex Everton de Chile no se destacó por derecha. Si bien intentó desbordar y superar a los rivales, no logró hacer la diferencia. Tampoco fue efectivo a la hora de centralizar el juego. No encontró a Junior Arias y quedó aislado en la banda derecha, sector en el que no pudo superar la marca de los rivales. La ausencia de Pablo Hernández, asimismo, lo obligó a retroceder para tomar contacto con el juego, pero el arco le quedó demasiado lejos.

“Caco” padeció un síntoma similar. Si bien encabezó una que otra conducción, no hizo la diferencia por su sector y le costó tener contacto con el juego. Aunque mostró una que otra conexión con Lucas Diarte por lo que la banda izquierda, se posiciona como el sector en el que San Martín puede encontrar una mayor generación de fútbol; un sitio en el que puede hacer la diferencia.

¿Existen otras variantes para modificar el sistema? A priori, pocas. Ulises Vera muestra destellos de rebeldía que pueden ser explotados por el “santo”, pero no mucho más. Iván Molinas no aprovechó los minutos que sumó; Leonardo Monje tampoco se asentó y Agustín Prokop parece no estar en la consideración del DT (sólo sumó 23 minutos en todo el torneo).

Los demás puestos tampoco hacen la diferencia y, además, Flores todavía no encontró al acompañante ideal para Arias. Si bien Lautaro Fedele dio la asistencia en el último gol, el extremo alterna buenas y malas. Tampoco puede obviarse el nombre de Gonzalo Rodríguez, que tampoco cumplió con las expectativas. Más atrás aparecen nombres como Nicolás Moreno y Gonzalo Klusener, aunque el doble “9” no es una alternativa utilizada por el DT.

El triunfo frente a San Miguel dejó sabor a poco. Flores deberá abocarse en una sola prioridad: encontrar el funcionamiento del equipo.