Lo doloroso que es perder una final, ¿no? Por suerte, la Selección de Lionel Scaloni no conoce ese sentimiento. En un partido para el infarto, que debió definirse en tiempo extra, la “albiceleste” derrotó 1-0 a Colombia con gol de Lautaro Martínez y se consagró campeón de la Copa América por segunda edición consecutiva y por 16° vez en la historia.
Después de los títulos en la Copa América 2021 y en el Mundial de Qatar 2022, parecía que no era posible volver a sufrir con Argentina. No necesariamente porque marcara tanta superioridad con respecto a sus rivales, sino porque después de tocar el cielo con las manos era difícil reencontrar la motivación. O al menos, eso parecía.
Porque esta Selección, que volvió a enamorar al pueblo argentino tras algunos años de frustraciones, afronta cualquier partido con la seriedad que lo merece. Por ese hambre insaciable de ganar todo lo que juega es que volvió a llevarse la atención de los más de 40 millones de argentinos. Y por ese mismo hambre es porque volvió a imponerse en una final más que complicada.
El partido no fue nada sencillo. Colombia tuvo una buena primera media hora con James Rodríguez como conductor y generó un par de chances claras que no pudo aprovechar. A Argentina le costó hacer pie en el partido y si bien tuvo alguna llegada, no fue con demasiada claridad.
En el segundo tiempo, la cuestión se emparejó. Ambos tuvieron acercamientos peligrosos, pero carecieron de precisión. Para colmo de males, en una final que empezó más de una hora más tarde de lo previsto, por incidentes vergonzosos en los ingresos que dejaron expuesta a esa organización que días atrás tanto criticó Marcelo Bielsa, la Selección perdió a su as de espadas. Por un aparente esguince que le dejó el tobillo como a Diego Maradona en el Mundial de 1990, Lionel Messi dejó la cancha lesionado antes de cumplirse los 15 minutos del complemento. Su imagen rompiendo en llanto conmovió al país.
Pero lejos de caerse por esa situación, la Selección tomó un nuevo impulso. Con un buen ingreso de Nicolás González, fue superior en el tramo final de la segunda mitad y tuvo chances para ganarlo. Otra vez faltó claridad y el 0-0 se mantuvo. Igual que en Qatar, fue al alargue para seguir sufriendo.
Con tres cambios, Colombia se reacomodó y empezó a encontrar mal parado a Argentina. Pero también con tres cambios, Scaloni reacomodó el equipo. Y aunque todo parecía encaminarse a los penales, apareció en el momento justo el goleador argentino: Lautaro Martínez.
Tras un precioso pase filtrado de primera de Giovani Lo Celso, el “Toro” definió por arriba de Camilo Vargas, que ya había tenido un par de buenas tapadas, para desatar la locura a cinco minutos del final. Un nuevo trofeo estaba al alcance de la mano.
No hubo tiempo para más. Solamente para uno de los momentos más emotivos de la noche: Ángel Di María, ovacionado y emocionado dejó la cancha en su último partido con la “albiceleste”.
Con el pitazo final del brasileño Raphael Claus, el Hard Rock Stadium estalló. Por cuarta vez en cuatro años, y por cuarta vez en sus últimas cuatro finales, Argentina salió victorioso y sumó un nuevo trofeo a sus vitrinas.
El ciclo Scaloni, que ya no tenía nada por ganar, mantuvo su invicto en finales y engrandeció su legado. Ese ciclo que arrancó cuestionado sigue sumando razones para ser considerado uno de los más exitosos de la historia del fútbol argentino. Un ciclo cuyo impacto en la sociedad es aún imposible de calcular, pero que no trajo más que felicidad.