A veces las situaciones nos desbordan e instantáneamente los ojos se cargan de ese líquido que al derramarlo puede denotar cierta debilidad. Allí acudimos a estrategias para que las lágrimas no nos delaten pero la realidad es que al hacerlo solo estamos dañando nuestro cuerpo.

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Tragarse el llanto no es una señal de fortaleza y valentía si no más bien de negación y rechazo a las propias emociones. Y aunque esta afirmación pueda parecer exclusiva del plano de la psicología, la realidad es que el guardarse emociones tiene consecuencias ficiológicas fundadas en el desequilibrio hormonal.

Al igual que en la orina y el sudor, en el llanto se eliminan hormonas y toxinas como es el caso del manganeso, que está asociado a la irritabilidad, la depresión y la ansiedad. Cuando la carga hormonal es muy grande, el organismo se satura por la intensidad de las emociones y la única vía que encuentra es el llanto para recuperar el equilibrio hormonal.

Las consecuencias de no llorar en el organismo.

¿Cuáles son las consecuencias para la salud de guardarse las lágrimas?

Pero cuando el cuerpo no puede volver al equilibrio se desencadenan ciertos procesos perjudiciales como es el caso de la acumulación del cortisol, la famosa hormona del estrés. Las grandes cantidades de cortisol pueden reducir la inmunidad en el organismo y potenciar los pensamientos tóxicos en el corto y medio plazo. Mientras que a la larga, se incrementa el riesgo de padecer diabetes, ansiedad, depresión, problemas de memoria y agresividad.

Las somatizaciones son otras de las consecuencias de aguantarse el llanto. Cuando no liberamos la tristeza aparece un nuevo dolor corporal. Así surgen síntomas físicos de dolencias que no pueden fundamentarse en diagnósticos médicos, haciéndose frecuentes los dolores de cabeza y de espalda, los nudos en la garganta o en la boca del estómago y la fatiga.

Al no llorar aumentamos los niveles de cortisol en nuestro cuerpo.

Por último, el cúmulo de sustancias tóxicas en el organismo afecta a todos los sistemas de nuestro cuerpo, y el cardiovascular no es una excepción. Estas, sumadas al estrés que genera, aumentan el ritmo cardíaco, que en el largo plazo puede desarrollar enfermedades arraigadas al sistema cardiovascular.