En esta bendita provincia los docentes recibimos una vez más el destrato, atropello y avasallamiento de nuestro derecho constitucional que reza “a igual trabajo, igual remuneración”, al momento de realizarse las negociaciones salariales. Quienes tienen la ¿suerte? del tope de horas que establece el Estatuto del Docente (dos cargos de maestros de grado, 42 horas docentes del nivel secundario) ven una vez más que la remuneración va variando y menguando a medida que liquidan los haberes. ¿Deberé aplicar una merma de responsabilidad en la tarea que realizo directamente proporcional a la merma de mis haberes? ¿Podré no concurrir a la escuela los días que tengo clases en las horas que cobro menos? Si los docentes respondiéramos de la misma manera a como somos tratados cuando establecen los aumentos no habría actos (que salen de nuestro bolsillo), no asistiríamos a actos oficiales (fuera del horario del dictado de clases) ni a reuniones de personal que muchas veces se convocan los sábado para que “todo el personal pueda asistir”. La representatividad de los docentes está más que cuestionada. Tras las últimas negociaciones salariales deberían mandar gente “más despierta” para analizar los números que propone el Gobierno, o tener el coraje de implementar medidas de fuerza hasta tanto se abonen los sueldos como deben ser: a igual trabajo, igual remuneración.

Nancy Elizabeth García Núñez

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