¡Perdidos y sin rumbo! El peligro de las calles de Estados Unidos siempre fue uno de los tópicos de las películas yankees. Callejones sin salida, silencio y alta presencia policial componen la escena ficcional que vivió Enzo Bono en las calles de Atlanta.
El tucumano pasó de la algarabía del triunfo de la Selección a la incertidumbre de estar en un lugar desconocido, que todavía sigue sin identificar. “La verdad que no sé dónde estuve”, reconoce en diálogo con LA GACETA.
La aventura de Bono comenzó en la previa del duelo entre Argentina y Canadá. Como en cada competencia internacional, los hinchas optaron por reunirse para compartir cánticos y costumbres argentinas. “Fue una previa más larga de lo normal. Era una especie de ‘parquecito’ que estaba muy cerca del estadio. Había foodtrucks, un escenario y mucha música. Tomamos un poco de alcohol y, una vez dentro del estadio, seguimos consumiendo cerveza”, cuenta Bono, que llegó el domingo pasado a Norteamérica junto a Juan José Palermo. “Habíamos planificado el viaje hace un año. Aprovechamos para visitar algunas ciudades como San Antonio, Austin y Dallas. De ahí nos vinimos para Atlanta”, dice.
Los goles de Julián Álvarez y Lautaro Martínez fueron un combo explosivo de emociones en el Mercedes-Benz Stadium. “El partido fue increíble. Ver a la Selección te pone la piel de gallina. No sólo por el nivel de juego que es algo impensado porque se juega a otro ritmo, a dos toques y aceleran a otra velocidad; sino porque es un sueño que siempre tuve, y cumplirlo da un orgullo enorme porque implica un esfuerzo muy grande”, reflexiona.
“Un día antes del partido, tuvimos la suerte de ver al colectivo de la Selección a lo lejos, que estaba llegando a entrenarse previo al partido contra Canadá. Identificamos a (Alexis) Mac Allister, (Lionel) Messi y (Ángel) Di María”, agrega.
Claro, hasta ese momento la fiesta había sido completa. Ver a Messi en el debut de la Copa América y la victoria de los dirigidos por Lionel Scaloni había sido suficiente para salir con una sonrisa. Pero la historia tomaría un giro de 180° grados a la salida del estadio. “En medio de la muchedumbre, perdí de vista a Juan y terminé saliendo por otro lado. Entonces empecé a caminar sin rumbo. Iba por una calle en la que no había nadie y había un silencio terrible. Parecía el fondo de una empresa pero sinceramente no sé dónde estaba. Llegué hasta el final pero no se podía seguir”, retrata.
En medio del trayecto, Bono recuerda que vio a un guardia de seguridad lejos de dónde estaba parado. “Le hice señas, pero nada. Parece que no me entendía. Estaba perdidísimo”, reconoce, mientras asegura que se “defiende” con el inglés. “No lo habló fluido, pero lo entiendo. Agradezco haberlo tenido en el colegio. Si me hablan despacito, mucho mejor. Me sorprendió porque es la primera vez que me vi en una situación así y dentro de todo lo manejé bien”, confiesa.
Una vez en el final de la calle y sin encontrar ninguna salida, Bono tomó la decisión de volver al punto donde había comenzado la caminata. “Fueron un par de cuadras hasta que encontré un punto de referencia”, puntualiza.
La experiencia de Palermo fue distinta. “Él se fue para el lado de lo conoce como el underground. Caminó varias cuadras hasta que también encontró un lugar por el que ya habíamos pasado antes. Nos encontramos a dos cuadras del hotel. Cuando nos vimos, nos fuimos a comer un par de hamburguesas”, asegura.
Luego de digerir la experiencia, Bono reconoce que el miedo no faltó. “Me pasó de todo por la cabeza. No pasé un mal momento porque no es inseguro, pero sí estaba atento a todo lo que pasaba. Sobre todo porque no es tu ciudad y no la conocés. Además, con la Policía no se jode; ese era mi mayor temor”, expresa.
Las aventuras de Bono en Atlanta no se terminan allí. La lucha racial fue otro de los puntos que comprobó en la visita a la ciudad del sur estadounidense. “Hay muchos murales e, incluso, hay vendedores ambulantes que venden remeras con ese tipo de mensajes. En el parque está el Centro de Derechos Civiles y Humanos. Se nota que es un tema muy sensible en la ciudad”, comenta.
En su recorrido por Atlanta, el tucumano tuvo una experiencia particular con un homeless. “Se nos acercó una persona en situación de calle que nos empezó a conversar. Como no le entendíamos nada, no le contestamos y nos empezó a tratar de que éramos blancos que no queríamos hablar con los negros. Pero no fue por eso, sino por un tema de precaución y que uno no conoce”, cuenta. “Quiero ir a conocer el underground. Es muy linda esa sensación de salir a caminar y descubrir cosas nuevas”, agrega.
El próximo destino de los tucumanos es New York. “No tenemos entradas para ese partido. Vamos a ver qué conseguimos por precio oficial. Pero también nos vamos a conocer Chicago en vez de ir a Miami para el último partido de la fase de grupos. También estamos analizando pasar por Houston si jugamos los cuartos de final ahí. La última ciudad que voy a visitar es Miami; aunque tengo vuelo el 10 de julio a días de la final. ‘Chapu’ se queda para ver ese partido”, finaliza, mientras continúa disfrutando de sus aventuras en Norteamérica.