“Fue una decisión unánime. Argentina no viaja por la falta de seguridad y por las condiciones que hay hoy en Colombia”, dijo Oscar Giménez, presidente de Argentinos Juniors. La frase del dirigente del “bicho” fue un duro revés para la Conmebol y se dio una semana antes del inicio de la Copa América 2001, en Colombia. “No sé qué puede suceder ahora”, respondió ante una consulta sobre la reacción que generaría la decisión argentina pero agregó: “Me parece que es la posición más coherente que pudo tener la AFA”.
Tras el sorteo del evento, el 10 de enero del 2001 la situación en el país cafetalero se agravó. Colombia hacía varios años arrastraba un conflicto de índole bélico interno, en una lucha gubernamental con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y en los primeros seis meses de aquel 2001, esta organización realizó varios actos terroristas que pusieron en entredicho la realización del evento. En los primeros meses de aquel año, tres coches bomba habían estallado en Cali y Medellín, además se habían encontrado misiles sin detonar en Bogotá.
Por entonces, la realización de la Copa América estaba en duda. La “Copa de la Paz", la denominaron en Colombia, y se convirtió en causa nacional y herramienta política para el presidente de ese momento, Andrés Pastrana, quien veía cómo sus intentos de alcanzar una tregua con la FARC se volvían estériles en un país cada vez más convulsionado. La guerrilla había llegado a las grandes ciudades, pero no fue hasta que el 25 de junio se conociera el secuestro de Hernán Mejía Campuzano, vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, que la organización del certamen se puso seriamente en cuestión.
Las FARC lo liberaron dos días después, pero la Conmebol estaba decidida a no dejar que el certamen continental más importante se disputara allí. La postergación, suspensión o cambio de sede (Brasil aparecía como principal candidato) fueron las opciones que se barajaron. Pero Pastrana se puso al frente de la campaña por recuperar la Copa con la célebre frase "Vamos a cambiar las bombas por goles" y su exposición mediática logró lo que se buscaba.
El conflicto bélico del 2001
La situación comenzó a caldearse a fines del 2000. En Puerto Rico, Caquetá, en plenas negociaciones para buscar una salida política a la guerra, las FARC asesinaron al senador Diego Turbay -Presidente de la Comisión de paz-, a su madre y a cinco acompañantes más. Les habían asegurado la propia guerrilla que podía hacer campaña política sin peligro, por eso viajaba tranquilo en un todoterreno por zona guerrillera. Meses después hubo secuestros masivos en Neiva. En julio del 2001 las FARC asaltaron un edificio residencial, Miraflores, mientras algunos de los vecinos dormían. A nueve de ellos, entre los que había tres adolescentes, los secuestraron. Nueve meses después hubo un primer secuestrado que recuperó la libertad, tras pagar una fuerte suma de dinero, y los demás fueron saliendo a medida que cancelaban el rescate exigido. El caso más dramático fue el de la familia Lozada. La madre, Gloria Perdomo, permaneció cautiva dos años con sus hijos pero luego la separaron y la unieron a un grupo de secuestrados políticos. No regresó hasta pasados siete años. Los chicos, Juan Sebastián y Felipe, recobraron la libertad a los tres años cuando su padre, Jaime Lozada, pagó. Pero al poco tiempo, el progenitor fue asesinado por las FARC.
Toda esta situación puso en jaque el desarrollo de la Copa América, que finalmente se terminó jugando. Claro, las negociaciones no fueron fáciles y el torneo se disputó con varios invitados. Es que el mismo día que las FARC liberaron a Mejía, el consulado argentino en Bogotá recibió un mensaje anónimo que amenazaba de muerte a la Selección argentina. El equipo de Marcelo Bielsa era una de las mejores selecciones del mundo, por aquel entonces. Ante esta situación la Conmebol otra vez dudó sobre la realización del certamen y el 30 de junio decidió postergar la Copa América para 2002, año del Mundial en Corea-Japón. Claro quelas nuevas negociaciones, presiones comerciales y demás hicieron que el 5 de julio, a menos de una semana antes del inicio de la Copa, se confirmara que el torneo comenzaría normalmente el 11 de julio de 2001, como estaba estipulado.
Lo que nunca cambió durante todos esos días de incertidumbre, negociaciones y tensiones fue la postura de Julio Humberto Grondona, entonces presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, que tenía decidido no participar de la Copa América. Y así fue. Argentina se bajó de la competencia, al igual que Canadá y por eso desde la entidad madre del fútbol sudamericano decidieron invitar a Costa Rica y Honduras.
La decisión de la AFA no pasó inadvertida. El embajador argentino en Bogotá, Carlos Carrasco, había admitido estar en desacuerdo y sentir “mucha bronca” por la decisión. “Lamento enormemente que hayamos perdido esta oportunidad, porque no había elementos para no asistir al torneo”, había manifestado el diplomático. “Los directivos de la AFA tienen sus propios criterios, pero hay cosas que uno no entiende”, dijo en ese momento.
Otro de los que criticó la postura de Argentina fue el secretario de Gobierno de la Alcaldía de Medellín, Jorge Enrique Vélez, anunció en ese momento que las autoridades evaluaban demandar a la AFA por los daños “económicos y morales” causados por la deserción. “Estamos estudiando la legislación a nivel internacional con un grupo de abogados a fin de determinar la viabilidad de una demanda por daños y perjuicios”, fue el argumento de Vélez.
“Además del perjuicio económico hay un grave daño moral, porque con su postura Argentina está diciéndole al mundo que no están dadas las condiciones para venir, lo cual no es verdad. La AFA tendrá que responder por esto. Tenemos claro que no es el pueblo argentino, sino las autoridades de la AFA las culpables de esta situación”, se había quejado el secretario de gobierno, según relatan las crónicas de esa época.
Sin Argentina, el torneo se jugó igual y el trofeo quedó en manos de los locales, que derrotaron a México en la final por 1-0 con un gol de Iván Ramiro Córdoba el 29 de julio de 2001.
En ese 2001 la selección se perdió la cuarta Copa América de su historia. Y con eso, muchos de los mejores jugadores del mundo que representaban a la Selección argentina en ese momento no estuvieron en el país cafetero. Algunos de los más destacados eran Gabriel Batistuta, Hernán Crespo, Ariel Ortega, Juan Sebastián Verón y Claudio López. Grondona consideró que era muy arriesgado ir a jugar a Colombia y por eso decretó que Argentina se baje del certamen. En su lugar ingresó Honduras, que arribó al país el día del inicio de la competición, terminó avanzando a cuartos de final, superó a Brasil y terminó en el tercer puesto.
Las únicas ediciones anteriores en las que había estado ausente habían sido Perú 1939, Brasil 1949 y Perú 1953. Desde entonces disputó siete ediciones más, y llamativamente en cuatro de ellas terminó perdiendo la final, aunque se coronó en 2021.