“Somos un interesante espacio público y privado, que trabaja en defensa de la cadena del maíz, y que trabaja para proponer y para dar recomendaciones”, se presentó Daniel Frascarolo, asesor de los Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria (CREA) y miembro del comité “Salvemos al Maíz”. “En esta oportunidad mostraremos los antecedentes de lo que viene sucediendo; una recopilación y un análisis sobre la información que existe alrededor de la problemática del achaparramiento del maíz; tomaremos contacto con los investigadores que saben de esto y veremos la información que se genera localmente. Y sobre esa base generaremos las recomendaciones, las propuestas y los pedidos”, señaló, durante su disertación en la charla informativa que brindó el comité el jueves.

“Dalbulus maidis y su complejo de microorganismos está afectando a nuestro maíz de manera muy grave. La producción de maíz es una cadena productiva muy grande y muy importante, ya que participa en alimento y en energía; nos da carne vacuna, porcina, aviar, huevos, lácteos, alimentación directa, además de todo lo que genera de logística y servicio en toda la cadena y obviamente en la sustentabilidad de la cadena de producción”, señaló el experto.

Puntualizó que el NOA está muy afectado, y subrayó la necesidad de que todo el sector trabaje mancomunadamente para salir adelante. “Hay pocos técnicos y especialistas, pero saben mucho. Eduardo Virla o María de la Paz Giménez Pecci estudian desde hace mucho la ‘chicharrita’, por lo que debemos consultarlos para conocer mejor”, dijo Frascarolo.

Dalbulus maidis solo se alimenta de maíz y está presente desde hace mucho tiempo. Empezó a aparecer de a poco y hoy presenta una altísima densidad poblacional. Esto se debe a que en una mega región hay maíz todo el año y, por ende, lugares para que la “chicharrita” se alimente y se reproduzca.

“Se sabe que no hay medidas aisladas. No hay una solución individual. Puente verde todo el año, y una chicharrita que se mueva garantiza dalbulus maidis y achaparramiento. Debemos hacer acciones coordinadas para lograr bajar la población; la ‘chicharrita’ es muy movediza y tiene dónde vivir y alimentarse”, explicó.

Añadió que la clave es la reducción de la población de la plaga y de la enfermedad. “Después se suma la genética y el control químico del insecto; pero lo importante es gestionar la plaga, y la base de esa pirámide es bajar su densidad poblacional y, sobre todo, hacerlo a nivel regional. Un productor puede hacer una excelente aplicación con dosis y productos correctos, y baja la población del vector en su lote. Pero matamos una ‘chicharrita’ y vienen 10 al entierro si el manejo no es regional”, ironizó.

Destacó que ello no solo lo dice el comité “Salvemos al Maíz”, sino también empresas de alta performance e investigadores de diversas partes del mundo.

“Debemos tener presente el vacío sanitario regional para que la ‘chicharrita’ no encuentre maíz verde desde agosto hasta noviembre y porque en el NOA hay unas 1,6 millón de hectáreas -24.000 en Catamarca, 90.000 en Tucumán, 900.000 en Santiago del Estero y 450.000 en Salta-, que se siembran, en su gran mayoría, de diciembre a enero”, subrayó.

Añadió que por supuesto que resulta ideal que no haya maíz guacho. “Esto debe ser una acción dentro del vacío sanitario; y se debe concentrar la ventana de siembra”, dijo.

Consideró fundamental que se genere un plan de comunicación acorde a la situación. “Para que lo poco o mucho que se sepa sobre esta problemática sea accesible a todos los que necesitan de la buena información”, precisó.

Puntualizó en que el sector debe entender que la problemática es diferente en cada zona o provincia productora de maíz. “Debido a ello, la información que se da en una región no necesariamente es útil para otra. Lo que sí hay tienen en común toda la información que surge en diferentes áreas del mundo es que se debe bajar la población de la plaga de manera regional”, manifestó Frascarolo.

Explicó que la reducción del nivel poblacional no solo refleja un manejo integral, sino un esfuerzo generalizado en la región. “Debemos lograr convivir con la plaga; y la clave es gestionarla para mantener un nivel de población bajo, que sea controlable”, insistió.