Lionel Scaloni afronta por estos tiempos el más sabroso de los intríngulis que debe resolver un DT: la sobreabundancia de materia prima de calidad. ¿Qué más puede pedir un entrenador? Muchos nombres -de los buenos- para pocos puestos. En la misma situación se hallaba Guillermo Stábile en el verano de 1945, cuando la Selección llegó a Chile para jugar el Campeonato Sudamericano (así se llamaba entonces la Copa América). Contaba con una constelación de cracks, propios de la era dorada del fútbol nacional. Ya en la convocatoria hubo tremendas ausencias, entre ellas las del “Charro” Moreno, Adolfo Pedernera y Ángel Labruna. Y entre los que estaban... Mario Boyé, Rinaldo Martino, René Pontoni, Vicente de la Mata, Norberto “Tucho” Méndez, Juan Carlos Muñoz, Félix Loustau, Manuel Pelegrina, Armando Farro; todos de mitad de cancha hacia adelante. Dejar afuera de los 11 a cualquiera de ellos era un pecado.

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Ese equipo desplegó un juego extraordinario y ganó invicto su séptimo título continental. “No volvió a verse un nivel tan alto”, resumen los estudiosos que analizan con lupa nuestra historia futbolera. Una prestación realzada por la potencia de los rivales, empezando por el Uruguay capitaneado por Obdulio Varela y, sobre todo, un Brasil excepcional, impulsado por el trío Ademir-Jair-Zizinho y por el enorme Heleno de Freitas. Con la base de esos planteles, uruguayos y brasileños definirían cinco años después el Mundial en el Maracaná.

Los siete participantes jugaron todos contra todos, por puntos, y los 21 partidos se disputaron en el estadio Nacional de Santiago. Argentina arrancó goleando a Bolivia (4-0), hizo lo propio frente a Ecuador (4-2), le dio una paliza histórica a Colombia (9-1, los colombianos debutaban en la competencia) y luego empató con los anfitriones (1-1). Fue puro mérito de los chilenos, que aguantaron el vendaval en defensa y aprovecharon una de sus pocas chances.

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Quedaban los duelos decisivos y la Selección los resolvió con autoridad. Primero fue 3-1 sobre Brasil en una suerte de final anticipada, con un hat-trick del gran “Tucho” Méndez, en ese momento estrella de Huracán. Méndez y Zizinho son los máximos artilleros históricos de la Copa América, con 17 goles. En la última fecha, contra Uruguay, en un duelo de hacha y tiza, Argentina ganó 1-0 con gol de Martino. Cuentan que la ovación del público chilenos a ese equipo fue estruendosa.