En Bélgica, el curioso caso de un hombre que fue condenado por conducir bajo los efectos del alcohol, pero que tres años después comprobó que no había consumido ese tipo de bebidas, abre una nueva investigación científica en materia de salud. La Justicia determinó que el hombre no había bebido ni tampoco había utilizado vinagre o enjuague bucal, sino que se trataba del síndrome de la autocervecería.

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El condenado siempre negó que hubiese bebido alcohol, aunque las pruebas daban positivo y reflejaban un nivel en sangre compatible con entre ocho y 14 copas. El hombre nunca se rindió y tiempo después consiguió que tres médicos independientes demostraran al juez que padecía este extraño síndrome, donde su cuerpo es capaz de producir alcohol de forma masiva al fermentar los azúcares que ingiere en la comida.

De qué se trata el síndrome de la autocervecería

Como parte de la digestión normal, solemos producir de manera habitual etanol endógeno. De hecho, en una persona sana siempre hay una pequeñísima cantidad de alcohol producida por la fermentación de las bacterias y levaduras de la microbiota intestinal.

Sin embargo, cuando proliferan determinadas levaduras o bacterias en el intestino pueden producirse niveles extremos de alcohol en sangre. Es lo que se denomina síndrome de fermentación intestinal o síndrome de la autocervecería.

Los pacientes con este síndrome presentan signos y síntomas de intoxicación por alcohol, a menudo relacionados con una dieta rica en azúcares y carbohidratos y el uso de antibióticos que pueden alterar el ecosistema intestinal.

Es más frecuente en pacientes con otras enfermedades como diabetes, obesidad, enfermedad de Crohn, síndrome del intestino corto, obstrucción intestinal o sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado. Pero también puede ocurrir en personas completamente sanas.

Muy raramente se diagnostica, y probablemente esté infradiagnosticado. Se han identificado casos aún más raros relacionados con la actividad microbiana en la cavidad bucal y en la vejiga urinaria.

El síndrome de autocervecería se ha relacionado con la proliferación de varias cepas de levaduras de las familias Candida y Saccharomyces, S. cerevisiae, S. boulardii, C. glabrata, C. albicans, C. kefyr y C. parapsilosis. También se ha relacionado con cepas de las bacterias Klebsiella pneumonia, Enterococcus faecium, E. faecalis y Citrobacter freundii.

Cómo se trata el síndrome de la autocervecería

El tratamiento suele consistir en una combinación de varias medidas. Por una parte, se puede prescribir un ciclo o más de antibióticos o antifúngicos. Habitualmente se recomienda modificar la dieta con un alto contenido de proteínas y un bajo contenido de carbohidratos, hasta que los síntomas desaparezcan. El azúcar se fermenta y se convierte en alcohol, y una dieta que elimine los azúcares disminuirá el alcohol fermentado en el tracto gastrointestinal.

Además, se pueden recomendar suplementos con determinados probióticos que ayuden a equilibrar la microbiota intestinal, aunque para esto todavía no hay un protocolo concreto y consensuado.

La posibilidad del síndrome de autocervecería debe valorarse en cualquier paciente que presente un nivel elevado de alcohol en sangre y niegue insistentemente la ingestión de alcohol.