Una nueva investigación demuestra que un conjunto de hábitos de estilo de vida saludables puede ayudar a preservar la función cerebral en las personas con demencia temprana o alzheimer.

Esta es la primera vez que se ha demostrado que los cambios en el estilo de vida tienen algún impacto en la progresión de la demencia y el Alzheimer, señalaron los investigadores. 

Las siete etapas que atraviesa una persona con alzheimer

”Soy cautelosamente optimista y muy animado por estos hallazgos, que podrían empoderar a muchas personas con nuevas esperanzas y nuevas opciones”, señaló el investigador principal, el Dr. Dean Ornish, fundador y presidente del Instituto de Investigación en Medicina Preventiva, una organización sin fines de lucro.

"Todavía no tenemos una cura para el Alzheimer, pero a medida que la comunidad científica sigue buscando todas las vías para identificar tratamientos potenciales, ahora podemos ofrecer una mejor calidad de vida a muchas personas que sufren de esta terrible enfermedad", añadió Ornish en un comunicado de prensa del instituto.

Alzheimer: ¿cuáles son los cambios saludables en el estilo de vida que pueden prevenir la enfermedad?

Para el estudio, los investigadores reclutaron a 51 personas con un diagnóstico de deterioro cognitivo leve o demencia temprana debido a la enfermedad de Alzheimer. Se asignaron aleatoriamente al grupo de cambio de estilo de vida o a un grupo de control.

Las personas del grupo de cambio de estilo de vida participaron en un programa intensivo con cuatro componentes:

- Una dieta basada en plantas sin procesar, baja en grasas dañinas, carbohidratos refinados, alcohol y edulcorantes.

- Ejercicio aeróbico moderado y entrenamiento de fuerza al menos media hora cada día.

. Manejo del estrés, incluyendo meditación, estiramientos, respiración e imágenes guiadas, durante una hora al día.

- Grupos de apoyo para pacientes y sus parejas durante una hora tres veces a la semana.

Los resultados después de 20 semanas mostraron diferencias significativas en el grupo de estilo de vida frente al grupo de control, tanto en la función cerebral como en los biomarcadores sanguíneos para el Alzheimer, como la proteína amiloide.

Los niveles de amiloide mejoraron en el grupo de estilo de vida, pero empeoraron en el grupo de control. Además, los niveles de amiloide mejoraron más en las personas que se apegaron a los cambios en el estilo de vida de manera más consistente.