Durante los últimos días, las noticias no fueron las mejores en materia económica para los tucumanos. A la crisis generalizada que atraviesa el país se sumaron cortes en el suministro de gas que afectaron al transporte y la industria de la provincia. Sin embargo, el futuro plantea numerosas alternativas con las que Tucumán podría lograr la independencia en materia productiva y energética.
“Potenciar la industria del etanol es, sin dudas, la mejor salida a la actual crisis. Pero requiere voluntad política para generar medidas de incentivo que permitan el crecimiento de este sector”, indicó a LA GACETA Rural el legislador José Seleme (Unión Cívica Radical).
Añadió que si la cosecha de la caña de azúcar durase siete meses como mínimo en nuestra provincia, los índices de pobreza, desempleo y marginalidad descenderían drásticamente. “Debemos desarrollar políticas que fomenten el uso de esta fuente de energía renovable”, dijo.
“La zafra debe moverse al 100% con etanol, el transporte público debe reconvertirse gradualmente hacia el etanol, los ingenios deberían tener sus estaciones de servicio para abastecer a todo tipo de vehículos. Esto podría generar incluso una nueva unidad de negocio que generaría nuevas fuentes de trabajo”, puntualizó.
Indicó que lo cañeros también deben participar en el negocio. “Mediante la reinstalación de la maquila alcoholera, ya que son los proveedores de la materia prima indispensable para la producción de este biocombustible”, dijo.
Actualmente, existe nueva tecnología para la producción de etanol, E2G (etanol de segunda generación) reutiliza el bagazo de la caña de azúcar, residuos del etanol de primera generación (E1G) y residuos de cosecha, sometiéndolo al tratamiento, fermentación y destilación. Comparado con la nafta, el E2G tiene una huella de carbono del 80% inferior. En comparación con el E1G, la reducción del dióxido de carbono es de un 30%. De esta manera, la productividad puede aumentar hasta un 50% sin necesidad de aumentar la superficie de plantación de caña de azúcar.
En Brasil a partir de la crisis del petróleo del año 1973, el Gobierno creó el programa Proalcohol. En ese momento, el Estado transfirió tecnología, brindó subsidios y dio el marco ideal para que se realizaran inversiones, transformando la industria automotriz instalada en ese país. Cinco años después, el Fiat 147 se convertía en el primer auto en funcionar 100% con alcohol.
Luego, surgió el sistema Flex, que permite a los vehículos funcionar alternativamente con nafta o etanol. Fue tan abrupto el crecimiento, que en 2022 el 80% de los vehículos patentados en el país vecino contaban con este tipo de avance.
“Hoy, la brecha con Brasil es aun más profunda. Los camiones con los que se traccionan las zafras y el transporte de caña de azúcar a los ingenios usan como combustible el etanol. Incluso se proyecta abrir 20 nuevas plantas para producir E2G. Es nuestra posibilidad de destacarnos en biocombustible. ¿Qué estamos esperando? Transformarlo en empleo, ingresos y lucha contra las desigualdades debería ser la principal motivación para la provincia. Este es el camino, no hay vuelta atrás. Hay que producir etanol, para Tucumán, para Argentina y para el mundo”, cerró Seleme.