La propina es un agasajo, una recompensa que señala la satisfacción luego de un servicio. Sin embargo, en algunas ocasiones se vuelve un imperativo, como cuando se almuerza o cena en algún restaurante danés o francés. ¿De dónde proviene esta costumbre que sufre alteraciones en todo el mundo?

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Un buen servicio nos motiva a dejar una señal de conformidad. La propina se traduce a esa necesidad de expresar que estamos satisfechos con las atenciones recibidas, o en algunas ocasiones, para proponer que los servicios mejoren para la próxima ocasión. En algún momento de la historia, este acto fue penalizado y con el tiempo se volvió inclusive obligatorio.

El origen de la propina: de las relaciones de vasallaje a los bares y cafeterías

Aunque tenga un origen un tanto incierto, se dice que la propina tiene sus raíces en la Inglaterra medieval. Por aquel período histórico, los amos acostumbraban regalar dinero a todos aquellos siervos cuyo desempeño había sido extraordinario a su juicio.

Para el siglo XVII esta rutina abandona las relaciones de servidumbre para instalarse entre los viajeros que se hospedaban en casas privadas, como forma de agradecer las atenciones de sus anfitriones a través de una pequeña cantidad de dinero. Luego esta practica se extendió al resto de clases y los clientes de cafeterías y establecimientos comerciales londinenses comenzaron a aplicarlo.

Sin embargo, este tipo de recompensas al margen eran consideradas ilegales en países como Estados Unidos, hasta que en 1926 se derogaron aquellas leyes que penaban este tipo de agasajos. Así esta alteración de la norma se convirtió en una de las rutinas más instaladas en la sociedad y en los comensales yanquis, donde aunque no es obligatorio, es costumbre dejar entre un 15% y un 25% a un camarero y no hacerlo puede considerarse incluso de mala educación y en algunos restaurantes la propina ya está incluida en la cuenta.

Desde las relaciones de servidumbre la propina llega a los restaurantes modernos.

Propina obligatoria y no tanto: en qué países cambia esta rutina

En otros países se vuelve obligatorio el dejar propina, por lo que su esencia de voluntariedad e interés propio queda un tanto eximida. Esta práctica se transforma en una norma social en países como Dinamarca, Finlandia  Francia, Islandia, Reino Unido y Suiza. De hecho, este último país europeo estableció una ley que exige el pago del 15% sobre el servicio en cafés y restaurantes.

En Argentina el pago de la propina no es obligatorio, pero está instalado en el imaginario colectivo y es una cuestión considerada a la hora de sentarse a un restaurante. En nuestro país se acostumbra a dejar un 10% de la suma total de lo consumido, en concepto de este agasajo que busca destacar las atenciones recibidas.

Una norma y un gesto de buena educación.