Por Mitali Mukherjee

- Asumiendo que tengamos una victoria de Trump, ¿sería diferente la forma en que la prensa debería cubrir ese segundo mandato? ¿Serían útiles las experiencias pasadas?

- Pienso que será más directa la forma en que se describa lo que haga. Creo que en su momento hubo muchas convenciones cuando Trump fue electo. No se usaba la palabra “mentira” para describir lo que decía el Presidente, éramos cautelosos con el lenguaje. Pero Trump ha mentido y ha subestimado los hechos tan consistentemente, se ha documentado que fue consciente que lo que decía no era cierto -incluyendo las elecciones de 2020-. Por lo tanto creo que existe la expectativa en las audiencias de que se haga esa cobertura más directa. También pienso que Trump impulsará muchas medidas contra la prensa. Desde cargos contra canales de televisión cuyas coberturas juzgue injustas. Habló de demandas contra la filtración de asuntos de seguridad nacional. No me sorprendería que aumentara la cantidad de cuestiones administrativas clasificadas, apelando a la autoridad presidencial de clasificar documentos y luego declarando su violación bajo la ley de espionaje de 1917. Sabemos que le encanta demandar periodistas, como también a sus aliados. Y, también sabemos, es muy costoso lidiar con esas demandas. Además, es posible que, como vimos en otros países como algunos de Latinoamérica o Europa del Este, algunos de sus aliados busquen ocupar un lugar en un escenario en el que muchos medios se debilitan.

- ¿Cree entonces que el periodismo norteamericano debería observar con más cuidado lo que ocurre en muchos lugares con el deterioro de la democracia y la forma en que se organizan las elecciones?

- Creo que sería valioso marcar al público norteamericano aquello sobre lo que Trump está hablando, que incluye medidas como las que se adoptaron en autocracias y regímenes autoritarios. Para mucha gente no es muy serio hablar de esto, no ven que la democracia esté bajo amenaza. También vemos que la confianza en la democracia en sí misma está debilitada porque muchos no ven los resultados que esperan de ella. Esa es la mayor preocupación que tengo y pienso que la gente debe entenderlo. Una vez que se pierden las instituciones democráticas, es muy difícil restaurarlas. Sería vergonzoso perderlas. Es como entrar en una casa y destruir sus cimientos. Sería muy difícil vivir en esa casa.

- Su libro cubre las elecciones de 2016, la relación con Trump, la transformación digital de la redacción y las tendencias del periodismo. Hay una frase de Jeff Bezos (propietario de The Washington Post) que dice “no debemos ponernos ni a nosotros ni a los anunciantes en el centro, debemos poner a los lectores en el centro”. El último Reporte de tendencias del Instituto Reuters dice que los jóvenes tienen relaciones progresivamente débiles con las noticias y lo hacen a través de las redes. ¿Los medios van a buscar a esas audiencias donde están?

- Creo que lo hicimos en el Post. El tráfico creció muchísimo cuando estaba allí con las iniciativas que impulsamos. Una idea central fue pasar de una audiencia local a una nacional y global. La segunda fue dirigirnos a las audiencias jóvenes, conscientes de que allí se jugaba la posibilidad de tener audiencia en el futuro. Recién en el verano de 2013 arrancamos con nuestro muro de pago. Nuestras suscripciones pasaron de cero a tres millones en el momento en que me fui. Medimos y detectamos lo que a nuestros lectores les interesaba leer y lo que podía convertirlos en suscriptores. Otros medios hicieron lo mismo, como The New York Times, logrando entender íntimamente a los lectores.

- Cito una frase de su libro: “Le damos a los lectores la información que necesitan y luego ellos hacen con eso lo que quieren”. Hay un alto porcentaje de usuarios que hacen un esfuerzo activo para evitar o limitar las noticias. ¿Qué hacemos con ellos?

- Es una pregunta difícil de responder. El contexto de la cita está vinculado a la información sobre candidatos que disputan una elección presidencial. Lo mejor que podemos hacer es suministrar la mejor información para la toma de esa decisión. Hay gente a la que no le interesan las noticias, que las evitan. Incluso hay médicos que recomiendan no consumirlas para disminuir la ansiedad. Creo que no podemos persuadir a la gente que no le interesan las noticias que deberían interesarle. Tampoco convenceremos a todo el mundo sobre los hechos. Entre un 25 y 35% de los norteamericanos cree en alguna teoría conspirativa. Que, por ejemplo, el 11 de septiembre fue un autoataque, o que el holocausto fue fabricado o exagerado, o que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas. No llegaremos a esas personas. Creo que debemos concentrarnos en las personas a las que sí podemos llegar. Tenemos que pensar cómo interesarlas, asegurarnos de que generamos confianza en ellos.

© Wan-Ifra

* Esta en una transcripción parcial de la entrevista pública que tuvo lugar días pasados en el Congreso de Wan-Ifra en Copenhague.