Las fotos, videos y textos que compartís habitualmente en tus redes sociales próximamente serán la materia prima que entrenará complejos modelos de inteligencia artificial. Así lo anunció públicamente Meta a sus usuarios la semana pasada, con un comunicado que no ha pasado inadvertido por las consecuencias que podría tener dicha política en términos de privacidad.
“Nos estamos preparando para habilitar nuestras experiencias de IA en Meta en tu región”, informa la empresa en un comunicado que apareció en usuarios de Europa pero que próximamente también podría mostrarse en estas latitudes. “Para poder proporcionarte estas experiencias, la base jurídica en la que nos ampararemos serán nuestros intereses legítimos de usar tu información para desarrollar y mejorar IA en Meta”, explican desde la compañía fundada por Mark Zuckerberg. Al mismo tiempo, Meta dio un plazo hasta el 26 de junio para que sus usuarios se opongan al nuevo programa tecnológico que tiene como horizonte fortalecer los algoritmos para inteligencia artificial generativa.
Meta ha quedado rezagada en la resonante competencia de este tipo de IA que están desplegando empresas como OpenAI y Google. Si bien cuenta con un modelo generativo llamado Llama, aún no ha podido popularizar dicho producto como servicio y tampoco ha sabido integrarlo en masivas plataformas como Instagram, Facebook o Whatsapp. Sin embargo, la compañía tiene un gran activo basado en los datos de sus usuarios. Conoce, como nadie, los intereses de las personas basados en sus publicaciones y principalmente en sus interacciones. Cada “me gusta” o comentario que realizan las personas se convierte en una señal que ayuda a la plataforma a entender qué le interesa en ese momento a dicho perfil. Por lo tanto, podrían desarrollar otro modelo de gran potencial.
Los datos gobiernan el reino de la inteligencia artificialLa polémica por la privacidad de los datos no es la única. El modelo de IA podría utilizar también millones de publicaciones que tienen derechos de propiedad intelectual y que son utilizados con fines comerciales o artísticos cuyos autores no habrían dado previamente su consentimiento para otros usos que no fueran su distribución. Una IA generativa entonces podría utilizar la fotografía de un profesional para crear una nueva imagen, sin pagarle y sin ni siquiera pedirle autorización a su autor. Es decir, el modelo no solo podría perfeccionarse por las interacciones del pasado de los usuarios, sino que tendrá a disposición una biblioteca infinita de creaciones humanas que tendrán, seguramente, destinos impensados.
Aclaración
Meta aclaró que no se utilizarán los mensajes privados enviados entre usuarios, por lo tanto, la información compartida en plataformas como Whatsapp estará a salvo del entretenimiento. Pero sí se utilizarán los mensajes enviados a la propia IA, como consultas o pedidos. Si bien los usuarios pueden negarse a que Meta utilice sus datos personales, dicha acción debe realizarse a través de un formulario que está disponible tanto en Facebook como en Instagram.
Medios europeos recomiendan enviar el mensaje de negativa para la utilización de sus datos y además sugieren que en dicho texto se apele al Reglamento General de Protección de Datos, una ley de la Unión Europea que regula el tratamiento de los datos personales de los ciudadanos en las plataformas. Si bien Meta aún no se pronunció sobre la controversia que ha despertado su iniciativa, ya ha recibido denuncias como la de la Organización de Consumidores y Usuarios de España, que entendió que la empresa está abusando de sus capacidades porque lo está haciendo de manera “poco transparente y perjudicial”.
¿Qué pasará cuando esta notificación aparezca en los celulares argentinos? ¿Cuál será la reacción de las organizaciones civiles o de la Justicia? Si bien aún no tenemos leyes que remitan a la utilización de datos personales para modelos de IA, Argentina sí cuenta con la Ley N° 25.326 de Protección de Datos Personales. En dicha norma se establece que son los usuarios quienes deben ceder su consentimiento para el tratamiento de sus datos personales, pero la misma fue promulgada en el año 2000 cuando no convivíamos con redes sociales y mucho menos con modelos de inteligencia artificial como los que tenemos ahora. Por lo tanto, surge como nunca la necesidad de actualizar nuestras normativas ante grandes cambios culturales que están al alcance de una simple notificación.