En los equipos de fútbol, cuando comienzan a perder seguido, lo primero que hacen los directivos es echar al técnico que dirige a los jugadores, acusándolo de ser el causante por los malos resultados obtenidos. En cambio, no sucede lo mismo con los funcionarios públicos, sino todo lo contrario. Los verdaderos responsables —de los alimentos guardados y no enviados— permanecen en sus cargos. De manera que despiden a un funcionario de menor jerarquía de la cartera... ¡Y asunto arreglado! La ministra de Capital Humano continuará en su cargo, a pesar de haber demostrado su falta de capacidad y pericia, al no cumplir fielmente con las obligaciones que requiere su ministerio. Cuando hay ineptitud e impericia, ¿en realidad la culpa... de quién es?

Hugo Modesto Izurdiaga

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