“Un buen poema es algo que repercute en el cuerpo”.

Quizás leer sea eso. Abrir un libro sin ideas preconcebidas, dejar que el autor materialice su propuesta y embarcarnos en esa aventura. Pero también lo que Pablo Romero agrega: “entregarse a la sensación”, sobre todo cuando hablamos de poesía.

“Es muy importante el efecto del poema... pienso que hay que estar entregado a la experiencia de pensar que un buen poema es algo que repercute en el cuerpo y permitirse esa experiencia”, afirma.

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En esta Citas de Lectura invitamos a un poeta jovencísimo: Pablo nació en 1999, es escritor, traductor y tallerista. Tiene varios libros escritos -Los días de Babel (editado en 2015), Palabras tectónicas (2022), La jaula del hambre (2023)- y traduce poesía eslava. Su obra ha sido parcialmente traducida al francés, italiano y portugués. Desde 2019 dirige Aguacero Ediciones.

- ¿Cómo comenzó tu vínculo con los libros?

- Mi papá vendía libros de puerta en puerta, que es casi un oficio que se perdió. Me parece como súper interesante ir a una casa a ofrecer... y en medio de todo esto había ficción y literatura. En un momento la editorial quebró, mi viejo se quedó con un montón de libros, mi vieja era maestra de Lengua y los libros quedaron en el fondo de la casa de mi abuela; yo tenía prohibido ir ahí porque había alacranes y el pastizal estaba muy alto. Me cerraban la puerta del fondo para que no vaya; entonces, de repente fue ir a escondidas, encontrar la llave en el calor de la siesta, correr entre los yuyos... tengo grabada la experiencia de pisar fuerte el piso para espantar a los alacranes porque había escuchado que era lo que había que hacer, sacar un libro y salir corriendo.

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- Muy novelezco...

- Sí, muy novelezco (risas).

Esos libros sacados a escondidas del fondo de la casa de su abuela hoy siguen formando parte de su biblioteca. “‘Cómo hacer sombras con las manos’, ‘Cómo hacer origami’... me interesaban porque eran textos”, confiesa.

Recomendaciones

Cuando le pedimos que nos recomiende tres lecturas, elige dos poetas y una narradora.

El primero es “Voces reunidas” del poeta ítalo-argentino Antonio Porchia. Y cuenta algo muy curioso: “Cuando le fueron a pagar los derechos de autor no los quiso recibir porque no entendía cómo alguien le iba a dar plata a cambio de un texto, era irracional”. Es algo de esa inocencia lo que cautiva a Pablo, “es un libro muy sensible”.

El segundo, “Poemas de amor” de la uruguaya Idea Vilariño, a quien, según el escritor, hay que leerla “en clave desapegada de cierto discurso romantizador de la tragedia”. Esto va a permitir -explica- comenzar a apreciar sus poemas desde un lugar más sensible, más inteligente.

Por último, recomienda a Annie Ernaux (ganadora del Nobel de Literatura en 2022), quien cultiva el género conocido como “autoficción”. “Me parece muy interesante poder discutir qué distancia biográfica tiene el autor con el texto y, además, está cargado con un discurso amoroso muy sensible vinculado a la espera”, reflexiona. Y agrega que quizás lo que más lo seduce es esa capacidad “confesional” que tienen sus textos. “(Osvaldo) Lamborghini decía que hay que escribir como si los padres estuvieran muertos y ella lo logra, lo hace muy bien”, explica.

ENTRE LIBROS. El poeta tiene publicadas tres textos de su autoría.

- ¿A quién traerías a la vida para seguir disfrutando sus textos?

- A Lorca, ¡sería mi novio! (más risas).

- ¿Por qué a él?

- Hay una sensibilidad que me conmueve, hay una inteligencia, pero por sobre todo hay una vivacidad, una irreverencia, un amor por la tierra, un desapego por la tierra. Una tradición pero también una ruptura.

Huellas

Hay frases que quedan marcadas como las huellas del subrayado en cada página. Pablo recuerda varias y por diferentes motivos. Una de Mercedes Rofeé (poeta argentina) que dice: “El dolor se irá tu quedarás contigo/ la memoria del hueco te seguirá dónde vayas”.

O una de María Negroni en “Arte y fuga”: “digamos que el fracaso lo hace cantar/ que en la escritura esquiva de lo humano”.

O esta que lo hace reír de Alejandra Pisarnik: “soy hombre de mucho cogollo pero no me las doy de gallo”

“Hay citas que dan vueltas por distintas razones y aprecio eso porque éstas impresiones están vinculadas a tiempos específicos de mi vida y eso me gusta mucho”, aclara.

- ¿Cómo llegaste a traducir poemas del eslovaco al español?

- Alguna vez escuché hablar a Clara Janés (escritora española) hablar de su amor con Vladimir Holand, un poeta checo, y cuenta que ese amor es lo hizo que tuviera ganas de aprender ese idioma. Hubo algo ahí del discurso amoroso que me conmovió y cuando me fui de intercambio quería irme a República Checa, pero terminé en Eslovaquia. De todas maneras son idiomas muy similares y me daba cuenta de dos cosas: primero, que era una poesía muy poco traducida al español, de difícil acceso y segundo, que es una lengua profundamente triste. Eso me parecía como muy divertido al comienzo y comencé a obsesionarme porque es un lengua que tiene una estructura completamente distinta al español.

- ¿Cómo contagiamos el amor por la lectura?

- Es una pregunta muy difícil porque creo que la literatura tiene que ser un espacio de identificación. La reflexión debería ir por cómo podemos generar espacios para que las personas puedan acercarse a tener reflexiones, motivando las búsquedas personales.

Si querés ver la entrevista completa podés ingresar al canal de YouTube de La Gaceta y conocer todas las Citas de Lectura que vamos publicando en coproducción con Libro de Oro.