La electricidad durante el verano; el gas en el invierno. Los argentinos están expuestos a los cortes en el suministro de esos servicios toda vez que el termómetro se aproxima a las temperaturas extremas. El sistema energético está en crisis desde hace décadas y los sucesivos gobiernos no han podido resolver una situación que se ha convertido en permanente. A ello se agrega la actualización de las tarifas de los servicios públicos privatizados, pisadas en el último lustro por cuestiones electorales, en un contexto de recesión económica.

Los problemas son estructurales y, hasta ahora, ninguna de las gestiones que han gobernado la Argentina le encontraron la vuelta. Es cierto que las temperaturas para esta época son las más bajas que se han dado en los últimos años, pero también que el atraso en las obras complementarias del gasoducto de Vaca Muerta ser han demorado más de la cuenta, más allá de la importación del fluido desde países vecinos que, además, atentan contra la ecuación financiera del déficit cero. La situación llegó a tal punto que el Gobierno nacional tuvo que desembolsar unos U$S 500 millones para adquirir gas que llegaron en buques, con los que se atendió la demanda de clientes residenciales, de escuelas y de hospitales.  De acuerdo con las estimaciones de los expertos el gasoducto Néstor Kirchner posee una capacidad para transportar 11 millones de metros cúbicos por día. Si se completan las obras faltantes, aquella cifra podrá duplicarse y, así, salir de las crisis constantes.

La limitaciones también se observaron en la generación de energía eléctrica. Por eso la compañía que administra el mercado mayorista (Cammesa) tuvo que comprar esa energía a Uruguay, Chile y Bolivia, debido al pico de consumo, debido al frío.

Los inéditos cortes de servicios a las empresas, a las industrias y a las expendedoras de Gas Natural Comprimido (GNC) pusieron al desnudo la precariedad del sistema y la desinversión en un factor esencial para el desenvolvimiento de la economía. La Argentina necesita también planificar acerca de la matriz energética que, equilibrarla, puede demandar varios años. De otra manera, continuará de crisis en crisis y de cortes en cortes. El ex secretario de Energía de la Nación, Daniel Montamat, ha señalado que el problema no desaparecerá en el corto plazo. “La frazada va a ser corta este invierno: primero caen los consumos que no son firmes, tanto de GNC como de industrias, y aparecen las quejas. Después vienen algunos cortes a consumos firmes si el gas sigue siendo escaso, porque lo que se trata de preservar es el consumo residencial que pasa de 33 millones a entre 70 millones y 80 millones de metros cúbicos por día cuando baja la temperatura. Será un invierno complicado”, advierte.

Tanto las autoridades como los especialistas en materia energética consideran que en el país se ha dado una tormenta perfecta en esta nueva etapa, una conjunción de retrasos de obras, fríos que se anticiparon, falta de inversión para el transporte energético. Lo preocupante es que esa tormenta encuentra a los argentinos sin el paraguas protector para recibir servicios que, además, se vienen actualizando sus tarifas.