Se escuchan aplausos en el aula “Atilio Billone”, colmada y con mucha gente de pie. Estamos en la Facultad de Filosofía y Letras (UNT) y la destinataria del homenaje es Gema Mestre Varela. Agradecida, sonríe y al final dedica largos minutos a recibir infinidad de saludos. La disertación acerca del proceso de alfabetización en Cuba, su país, había generado tanto interés que el espacio quedó chico. Porque puede haber sido decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Marta Abreu (Santa Clara), pero lo suyo desde hace décadas es el cara a cara con los estudiantes. “En Cuba el dirigente de una entidad docente tiene por decreto que enseñar una asignatura. Hasta el rector debe dar clase”, subraya.
“¿Cómo se siente, Gema?”, es la pregunta obligada tras el ajetreo de la mañana. “Cansada”, apunta, pero de inmediato toma el bastón, da unos pocos pasos y se acomoda para la entrevista. Allí sus 82 años se licúan y surge la enamorada de la gramática, la pedagoga de alma, lista para hablar de lo que más le gusta.
Tucumán no es una tierra extraña ni lejana para Mestre Varela; aquí vive su hija Damarys -integrante del grupo musical Tucubanos-, quien la cuida de cerca y no le quita la mirada a la distancia. Van juntas, de acá para allá. Y en uno de esos momentos libres que le quedan a Gema en la agenda se prende en la charla con LA GACETA.
- ¿Cuál es la pasión que motoriza su vida?
- Mi vida ha sido siempre la docencia. Es una profesión que escogí porque realmente me gustaba, a pesar de las limitaciones que en cierto sentido tenía un negro en Cuba, pero la enseñanza en Cuba es pública, ¿eh? Yo era muy buena alumna, me gustaba estudiar y fui avanzando. Conté con el apoyo de la familia también. Bueno, realicé el doctorado, además fui decana de la Facultad de Humanidades durante muchos años.
- Dio la charla en Tucumán y recibió aplausos... ¿Cómo se sintió?
- Siempre me ha gustado preparar bien mis clases, estudiar y profundizar. Nunca he leído una clase, no me gusta. Para mí el PowerPoint es un sumario; mis ideas surgen porque leo. Además con el alumno hay que interactuar, escucharlo y darle la posibilidad de que exprese sus criterios. Hay que mirarlo para saber cuál es su reacción. Uno se da cuenta cuando no está interesado, cuando se aburre y quiere abandonar la clase.
- ¿Y en ese caso cómo debe actuar el docente?
- Si se distrae y se aburre es porque no le interesa el tema, no le llega lo que el profesor está explicando. Entonces el maestro tiene que buscar la manera de estimular a ese alumno, porque no se puede admitir un estudiante distraído en el aula. Una manera es formularle alguna pregunta interesante, que lo haga participar. Para mí es fundamental que el docente domine el contenido de lo que está explicando, que esté actualizado. A veces el estudiante pregunta y el maestro no es capaz de responder. No, usted como docente tiene que estudiar, prepararse, conocer profundamente su asignatura. El maestro debe contar con una buena formación metodológica y científica. A un maestro con esas características no le deben suceder estas cuestiones en el aula, pero ocurre, hay que buscar la forma de solucionarlo. A veces uno dice: “evidentemente, a esta clase no puedo presentarla así, tengo que cambiar”.
- ¿Qué otras herramientas son necesarias?
- Es muy importante seleccionar los textos adecuados, que coincidan con los intereses de los estudiantes, que estén relacionados con la vida también. No concibo que un alumno no conozca la vida de los principales próceres de su ciudad. ¿Cómo se puede en Cuba no saber quién era María Dámasa Jova? (N. de la R.: escritora, pedagoga y pionera del feminismo, 1890-1940). ¿Cómo no van a saber quién era nuestro héroe nacional, José Martí? Todo esto tiene que ver con la preparación metodológica y general de la enseñanza, que debe estar vinculada con la vida.
- Hablaba de la importancia de los buenos textos...
- Tomemos a Cervantes, hay que conocerlo. En el Día de la Mujer vi en las redes cómo usaron las palabras del Quijote cuando le daba valor a la mujer. Pero no se trata solo de utilizar textos de los clásicos, ¿eh? Un profesor no puede emplear siempre los textos de los clásicos, primero porque no son de nuestra época, eso no está cerca del alumno. En ese lenguaje hay giros que pueden ser populares, pero no son los de este tiempo.
- ¿Cómo se forja una buena relación entre docente y estudiante?
- Hay que hacerse partícipe de la vida de un alumno, notar cómo actúa en el aula. Entonces al terminar la clase acercarse y preguntarle: ¿qué te sucedió? ¿Tienes alguna duda? ¿Algún problema? Hay que conversar con ese alumno. Una vez teníamos un estudiante -hoy ya es escritor- que vivía solo con una madre enferma. ¿Qué hicimos? Llegamos a constituir una hermandad, una fraternidad. Yo tenía un compañero que decía “hechos, no palabras”. Hacer es la mejor manera de decir, demuéstrelo. Yo he tenido suerte, mis alumnos de todos los tiempos me quieren. Lo digo así, con satisfacción, me quieren.
- ¿Cómo hacemos en este tiempo para defender el idioma, que está tan manoseado?
- El maestro es muy importante porque tiene que ser ejemplo, y no hablo de purismo. Yo no soy purista, por ejemplo porque soy capaz de reconocer -e incluso ya lo hizo la academia- el voceo argentino. A un pueblo que lleva años con esa fórmula de tratamiento no le vas a decir lo contrario, sería arcaico. Son otras las expresiones que degradan y no fortalecen la lengua. Por eso para mí los maestros son el ente fundamental; también los medios masivos de comunicación, que llegan a todas partes, y por supuesto, el celular y las redes sociales. Ahí debe estar el maestro para decir “no, esto así no se admite”. Nosotros algunas fórmulas que están usando los jóvenes no las admitimos, esas terminaciones del lenguaje inclusivo, que para mí es tan ajeno.
- Le toca enseñar una materia que a muchos les cuesta, como la gramática. ¿Cuál es su consejo?
- Vine a Tucumán por invitación de la doctora Isabel Requejo. Resulta que fui a una clase y ella me pide: “dígales cómo se enseña la gramática, porque ellos odian la gramática”. Bien, en ese momento uso una frase que es muy socorrida para mí, pero que la empleo siempre. Y les digo: “la paz no es paloma de blanco plumaje que reparte sueños y sigue su viaje; la paz es la obra humana de amor y verdad que el mundo reclama”. Entonces pregunto, ¿qué queremos? “Paz”, responden. Pues ahí viene un sustantivo. “Que haya paz”, pues ha salido una oración subordinada. Esa es la forma de enseñar una asignatura tan teórica pero tan necesaria, porque es el manejo de la lengua, el manejo del idioma. Es importante que los estudiantes puedan, en cierto sentido, mantenerse estimulados y agradecer una clase de gramática.
Perfil de Gema Mestre Varela: una vida dedicada a la docencia
- Graduada como Doctora en Pedagogía y Profesora de Español y Literatura por la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (Cuba).
- Doctora en Ciencias Filológicas por la Universidad Taras Chevchenko en Kiev (Ucrania).
- Profesora de Gramática Española (Emérita y Consultante).
- Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua y de la Junta Nacional de Acreditación de Maestrías y Doctorados.
- Fue decana de la Facultad de Humanidades y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCLV.
- Filóloga reconocida por su vasto conocimiento de la lengua española y el habla popular cubana. Ha publicado numerosos artículos en revistas cubanas y extranjeras sobre la morfosintaxis del habla popular y acerca del empleo de los fraseologismos en Cuba.