Ariane Armas

LA GACETA

Ellas se sentaron a hablar de vocación, de juegos, de magia. También de desafíos. Con un elemento en común entre todas: el tono de su voz. Tranquilizador, amable, risueño. Incluso en los momentos en que hablaron de las dificultades de ser jardineritas en un presente atravesado por la tecnología, las docentes que tienen en sus manos la formación de los más chiquitos nunca perdieron la ternura.

Con motivo del Día de la Maestra Jardinera -ayer- seis de ellas se animaron a expresarse sobre los retos que su profesión enfrenta en la actualidad. ¿La irrupción de la virtualidad fue una ayuda o una complicación? ¿Cómo cambió su relación con las familias? Esto le dijeron a LA GACETA.

Las primeras en abrir su corazón fueron las seños del Jardín Conejito Saltarín, quienes no tan solo le dan chispa a su cuadra en su lugarcito pintado de naranja y azul, sino que también encienden sueños en niños de hasta cuatro años.

Silvia Rodríguez su directora, y las docentes Agostina Navarrete, Roxana Castro, Rocío Medina y Micaela Torres coinciden en que su desafío más grande, fue que los niños regresen al juego.

“Las pantallas pasaron a ser un elemento muy importante en las casas, lo que provocó que se dejara de lado el aprender mediante juegos. Como docentes tuvimos que buscar distintas estrategias para poder trabajarlo en la sala”, contó la seño Agos.

“Nosotros enseñamos a través del juego y eso quedó desvalorizado. Además, gran parte de los padres piensa que se aprende bien a través de un video, sin notar que a veces el niño repite lo que escucha pero no lo interioriza”, agregó.

“A veces nos dicen ‘mi hijo ya cuenta hasta el 100’, y en la sala descubrimos que en realidad no comprenden o no saben identificar los números”, ejemplificó.

Efecto sorpresa

Las seños del jardincito concordaron que para revalorizar los aprendizajes de una forma más tradicional, la sorpresa es una de las herramientas que más resultados les ha dado.

“El efecto sorpresa lo realizamos, por ejemplo, con una caja. Las docentes la tocamos, preguntamos: ¿qué habrá?, ¿será un muñeco?, ¿será una pelota? Y les damos pistas a los chicos hablándoles tanto con la voz, como con la cara y la mirada”, relataron.

“Ellos esperan como si fuese lo más maravilloso que van a ver, y quizás es algo simple. De pronto, puede ser que haya globos y hace ruidos, se infla, se desinfla, le tira aire en la cara. Con un elemento tan sencillo se logra que el niño trabaje su imaginación”, contaron.

Educadoras no niñeras

Junto a su uniforme, las maestras buscan captar la atención y el afecto de los niños con accesorios como capas, algún sombrero llamativo, o disfraces. Mientras que en adición, con grandes eventos como la bicicleteada que realizarán el próximo sábado en el Parque Avellaneda para cerrar una semana de festejos, también quieren estrechar lazos con las familias.

“Hay que trabajar mucho con el núcleo familiar de cada uno de nuestros alumnitos, sobre todo para que nos vean como un equipo de trabajo que los ayuda en cuanto a la educación de sus niños”, remarcó la seño Silvia.

“Nos pasa muchas veces que los papás consideran, sobre todo en el jardín maternal, a las docentes como niñeras. El desafío es que ellos entiendan que este es un espacio educativo, de contención, donde se trabaja con amor, con la base del juego y también contenido. No solamente cubrimos la parte asistencial de los niños”, agregó la seño Roxana.

Finalmente las educadoras que trabajan mucho con las emociones de los pequeños, invitaron a los mayores a perder el miedo a decir no. “El no usado en el tiempo correcto es importante. Es crucial entenderlo, porque a todos nos produce una frustración. Y de eso viene el famoso ‘toco fondo y vuelvo’. Poner límites también es dar amor”.

Mundo desordenado

La voz de la seño Natalia Ale tiene una experiencia en jardincitos de 28 años. Hoy como maestra del Colegio Educación del Talento de Yerba Buena, se sumó a sus colegas para aportar otros retos de esta realidad que no siempre es la misma para todos.

“Las docentes tenemos que estar preparadas para recibir a niños de diferentes lugares, diversas formas de familia y hogares. Necesitamos estar listas para poder hacer frente a los requerimientos que demanda hoy la sociedad”, puntualizó.

“Tenemos que asegurarnos de que los chicos en el jardín reciban la educación básica para que se puedan ir un poco acomodando a todo este mundo desordenado”, indicó y aclaró en consonancia con las otras seños, que a pesar de que la tecnología es algo bueno, el exceso de tiempo frente a las pantallas es una contra para la atención de los niños.

“Los padres suelen usar los dispositivos electrónicos para entretener a los chicos y eso genera en algunos casos, una falta de concentración luego en ese menor”, mencionó.

“Por ello cada vez se ven más niños con un lenguaje no desarrollado de una manera acorde. Se acorta cada vez más la comunicación en la casa. Hay poca oralidad en la familia, hay pocas preguntas, respuestas”, ilustró.

“Desde el jardín siempre buscamos que los padres tengan momentos de encuentro con sus hijos, que hagan otros tipos de juegos al aire libre”, aseveró la seño Nati sobre cómo trabaja para reducir esta problemática.

Imaginar el futuro

Cuentos, canciones y la creación de títeres, son aliados de las jardineritas en sus salas que las ayudan en la educación de sus alumnos.

“Trabajamos desde lo corporal para que el niño pueda expresarse. Nos enfocamos en las emociones para que puedan mostrar lo que siente a través de diferentes formas”, comentó Natalia.

Este trabajo no es poca cosa. Por eso Natalia dejó un deseo esencial para que en el futuro, la educación de las próximas generaciones quede en buenas manos.

“Anhelo es que las personas elijan esta profesión lo hagan con un verdadero interés en intervenir de manera positiva en el mundo de la infancia. Porque lo que se aprende en los primeros años de vida es crucial para lo que ese niño va a ser de adulto. Hay que estar siempre atenta a sus necesidades”, reflexionó.