Estamos a mediados de abril de 1920. Ya estaba entre nosotros desde el 5 de ese mes el avión Avro, el tercero en poco más de un mes, comprado por el Aero Club. Pero las cosas no iban a ir del todo tranquilas y encima se sumaba que era martes 13 de abril. Nuestro cronista recordaba que pasadas las 9 el Avro se remontó a los cielos para luego dirigirse hacia Lules como estaba previsto el itinerario. Poco tiempo después tuvo que enviarse a un periodista en búsqueda de información ya que habían llegado informes telefónicos que el avión había sufrido un accidente al llegar a destino. “La mayor sorpresa se nos reservaba después. Nuestro cronista no volvía y las noticias que a cada instante nos traían oficiosos informantes, hacían crecer que en la pintoresca villa que baña el río Lules había sucedido una terrible catástrofe capaz de poner los pelos de punta “, continuaba nuestra crónica. “Las noticias eran aterradoras” de esta manera se describían los momentos de incertidumbre que se vivían en nuestra ciudad. Además se relataba que un tren expreso había ido a traer tanto al capitán Holland como a sus acompañantes que se encontraban gravemente heridos. Todo eso no era real como contaremos más adelante y ahí podemos ver que las “fake news” no son productos actuales. Volviendo a aquel momento las informaciones “eran peores cada vez más”.
La información iba creciendo en gravedad: “a la hora ya se decía que el avión al descender había herido a veinte curiosos que habían pretendido, cuando el biplano descendía, contar el número de revoluciones de la hélice. A la media hora el número se elevaba a 50”. Se recordaba que era martes 13: “Horror… y nos sentíamos más tristes bajo el peso de tanta desgracia”. Pero las cosas cambiaron “cuando a la tarde y después que ya teníamos algunas noticias fidedignas del accidente, el capitán Holland, personalmente en cuerpo y alma, nos vino a visitar”.
Protagonista
Con su “habitual y pronunciado acento británico” señaló que “el accidente no es nada. Aquí se magnifica la cosa” para agregar que “salimos de Tucumán y en siete minutos llegamos a Lules. Allí el lugar que se nos había designado para aterrizar era excesivamente reducido y demasiado adornado con banderas y gallardetes. Como el sitio no era bueno di tres vueltas por la villa buscando lugar para descender. Vi uno, cerca de ahí y aun cuando no era muy cómodo inicié el descenso en la forma de costumbre y fue normal”. En la continuidad de su relato el piloto expresó que “estuvimos allí 45 minutos, charlamos con varios amigos que nos fueron a ver. Después nos afrontamos para el regreso”. Como vemos hasta ese momentos pese algún sobresalto las cosas se desarrollaron con normalidad.
“Iniciada la corrida preliminar para efectuar el ´decollage´, un grupo de curiosos se puso en el camino, lo que obligó a virar bruscamente haciendo un fuerte golpe de altura a fin de poder salvar un alambrado pequeño que estaba ante mí”. El público por aquellos era un problema ante la imprudente acción de colocarse en el camino de despegue de las aeronaves.
Continua el relato: “Lo logro en parte, más el avión no alcanza a salvar, completamente el obstáculo, enganchándose el patín que evita el ´capotage´ en el alambre y produciéndose el accidente con la volcadura del biplano”.
En la nave además de Holland viajaban el presidente del Aero Club, NIcanor Posse y el doctor Sandoval, “el golpe fue algo recio resultando tanto mis acompañantes y yo con contusiones sin ninguna importancia y el aparato con algunas averías. Y nada más. Esto es todo. En breve el avión estará arreglado y de esta incidencia, ni el recuerdo”. Bueno podemos decir que si fue recordado como lo estamos haciendo en esta oportunidad.
En cuanto al hecho destaco finalmente que fuera de la trascendencia inicial, “ahora, vemos que es uno de los muchos accidente que ocurren a diario en todas partes”. Tras ello dejó nuestra redacción y siguió con sus actividades.
Tercer accidente
Nuestra crónica de entonces destaca que ese era el tercer accidente del reputado aviador. El primero ocurrió en Inglaterra: “debido a la neblina se vio obligado a descender llevándose por delante una pequeña sierra, lo quer le ocasionó la rotura del aparato”. En segundo ocurrió durante la Primera Guerra en la zona de Tagliamento, en Italia “cuando volvía de un vuelo de reconocimiento, una bala perdida afectó el motor viéndose obligado a descender en un reducido espacio de terreno que lo obligó a chocar contra un árbol, sufriendo averías el aparato”.
En cuanto a los dos pasajeros no se dieron más detalles solo los aportados por el británico aunque podemos decir que las heridas no fueron de consideración ya que recibieron a nuestro fotógrafo en la casa de Posse y mostrar que estaban de buen estado.
La llegada
Antes los inconvenientes ocurridos con el avión Airco comprado en diciembre de 1919, y que llegara en marzo de 1920, se decidió la compra de una nueva aeronave.
Los días previos a la decisión ocurriendo varias circunstacias que determinaron la molestia del presidente. Todo estaba listo, el entusiasmo del público era importante pero el inicio de los vuelos no fue posible ya que se anunció que la “nafta colorada” que venía de Córdoba no había llegado. Frustración. Pero Posse anunció que si llegaba el combustible los “vuelos de bautismo” estaban asegurados. Nuestro diario aprovechó ese anuncio para pedirle a la policía que ante la “aglomeración” de público que se iba a dar ante este evento se disponga un operativo de seguridad “para evitar posibles accidentes en los aterrizajes”. Al parecer los problemas no se resolvieron aunque llegó el combustible la aeronave presentó una serie de inconvenientes y al aterrizar luego de unos vuelos el 14 de marzo de 1920 el tren de aterrizaje sufrió “graves desperfectos”. No hubo víctimas. Esta situación colmó la paciencia de, Posse y lo llevó a “rescindir” el contrato con la empresa que entregó el Airco “por los continuos contratiempos sufridos con esa aeronave”. Ante ello, Holland y el mecánico Pound partieron a Buenos Aires en busca de otro avión al igual que Posse poco después.
La decisión de Posse se cumplió al pie de la letra y poco menos de un mes después, el 5 de abril, llegó a Tucumán la nueva aeronave, un Avro. La adquisición de este avión fue recomendada por el presidente del Aero Club Argentino, Alberto Macías y otros pilotos consultados. La máquina tenía una planta impulsora de 150 H.P. La llegada se produjo a las cinco de la tarde “entre las obscuras nubes que cubrían la ciudad”. Al mando del avión estaba Holland quien realizó algunas maniobras y piruetas sobre la capital tucumana, hecho que atrajo a los tucumanos. En aquella jornada se anunció que al día siguiente se iban a iniciar los vuelos con pasajeros. Como se ve tras el debut no hubo que esperar mucho tiempo hasta que la suerte dio otra vuelta de tuerca y se produjo el accidente que relatamos.