FRANJA DE GAZA.- Israel se enfrenta a una ola de condenas internacionales por un bombardeo que mató a decenas de personas en un campo de desplazados en Rafah, en el sur del territorio palestino, gobernado por el movimiento islamista Hamas.

La cifra de muertos por el ataque al campo de desplazados Tel al-Sultan, ascendió a 45, anunció la defensa civil de la Franja de Gaza, y los heridos pueden llegar a ser cientos.

“Ya no hay lugar seguro en Gaza. Este horror debe parar”, dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, al condenar el bombardeo “que mató a civiles inocentes que sólo buscaban refugio de este mortífero conflicto”.

“La masacre cometida por el ejército de ocupación israelí en las carpas de refugiados en el noroeste de la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, causó 40 ‘mártires’ (esa cifra luego se actualizó a 45) ” y casi 250 heridos, declaró a la agencia francesa AFP Mohamed al Mughayyir, alto funcionario de la defensa civil palestina.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, definió el ataque al campamento, donde había niños, mujeres y ancianos, como “un trágico accidente”.

El bombardeo, que duró varias horas, causó indignación en países de todo el mundo, horrorizados ante la masacre.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reunirá de emergencia hoy para discutir la situación en Rafah, informaron ayer fuentes diplomáticas. La reunión, a puerta cerrada, fue solicitada por Argelia, miembro no permanente del Consejo, confirmaron distintas fuentes diplomáticas.

“En Rafah evacuamos a un millón de residentes que no están implicados y, a pesar de nuestros esfuerzos, ayer (domingo) se produjo un trágico accidente”, declaró Netanyahu ante el Parlamento de su país, y añadió que su gobierno investiga lo sucedido en la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza.

De todos modos, insistió en que el “accidente” ocurrió cuando el ejército israelí apuntaba a una instalación de Hamas.

El ataque, ocurrido el domingo a la noche, que parece ser uno de los más mortíferos de la guerra, contribuyó a elevar la cifra total de muertos palestinos por encima de los 36.000, según el Ministerio de Sanidad de Gaza.

“Sacamos a gente que estaba en un estado indescriptible”, dijo Mohammed Abuassa, que acudió al lugar de los hechos en el barrio noroccidental de Tel al-Sultan. “Sacamos a niños que estaban destrozados. Sacamos a jóvenes y ancianos. El fuego en el campo era irreal”, denunció.

“Las personas no fueron heridas ni asesinadas: fueron carbonizadas”, lamentaba Mohamad Hamad, un día después del sangriento bombardeo. “La hija de mi primo, una niña de 13 años, fue una de las mártires. Tenía los rasgos irreconocibles porque la metralla le arrancó la cara”, continuó Hamad, de 24 años.

Francia, un aliado europeo de Israel, se declaró “indignado”. “Estas operaciones deben detenerse. No hay zonas seguras en Rafah para los civiles palestinos. Pido el pleno respeto del derecho internacional y un alto el fuego inmediato”, publicó el presidente Emmanuel Macron en X.

Rafah, la ciudad más meridional de Gaza en la frontera con Egipto, alberga a cerca de 1,5 millón de personas desplazadas de otras partes del territorio.

La mayoría ha vuelto a huir desde que Israel lanzó lo que denominó una “incursión limitada” a principios de este mes. Cientos de miles se hacinan en campos de tiendas de campaña en la ciudad y sus alrededores.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Egipto describió el ataque a Tel al-Sultan como una “nueva y flagrante violación de las normas del derecho internacional”. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Jordania dijo que es un crimen de guerra”.

El ministro de Defensa italiano, Guido Crosetto, afirmó que atentados como el de Rafah tendrán repercusiones de larga duración para Israel. Jordania, que firmó la paz con Israel hace décadas, también condenó los ataques de Rafah.

El gobierno del presidente chileno, Gabriel Boric, condenó el “ataque indiscriminado” de Israel, como también lo hizo el de Canadá. “La matanza de civiles inocentes es inaceptable”, declaró la ministra canadiense de Relaciones Exteriores, Melanie Joly, ante el Parlamento.