No operan desde ninguna universidad ni utilizan los medios convencionales. Escriben libros, pero el verdadero y más potente canal para la difusión de sus ideas es el streaming y las conferencias y entrevistas que se difunden luego por You Tube. Sin necesitar la aprobación de nadie, llegan directamente a una audiencia masiva y adicta. ¿Un fantasma recorre América?

Algunos nombres

Tres de sus principales referentes de la Nueva Derecha son argentinos. El abogado marplatense Nicolás Márquez, una suerte de patriarca o mentor de la Nueva Derecha, viene desarrollando hace años un extenso trabajo de revisionismo histórico que reivindica casi todas las dictaduras y donde la mayoría de las democracias son cuestionadas. Dedicó buena parte de su producción a denostar figuras como el Che Guevara, Perón o Salvador Allende. Califica a los homosexuales como personas «insanas» citando estadísticas más que dudosas, una de las cuales revela la endeblez de sus argumentos: sostiene que estas personas tienen «14 veces más propensión al suicidio», como si la práctica sexual fuera la causa de esta supuesta propensión, y no, en todo caso, los maltratos y vejaciones que sufre desde siempre este colectivo. Márquez se sensibiliza, sin embargo, con la situación ignominiosa que padecieron los homosexuales en los primeros años de la revolución cubana.

El cordobés Agustín Laje, poseedor de un particular carisma, recorre el continente dando entrevistas y conferencias masivas. Laje, el personaje más formado intelectualmente de la Nueva Derecha y su ideólogo más consistente, se define como «un defensor de la vida, la familia y la propiedad». Su discurso es particularmente beligerante con lo que denomina «el lobby LGTB», la ideología de género, el aborto y el feminismo radical. Su objetivo, más que la defensa de determinado enfoque histórico o de política económica, está en la «batalla cultural», concepto que desarrolla en una extensa teoría. Conocedor de la escuela de Francfort, adopta de Marcuse ideas fundamentales de la lucha en el campo cultural que aplicará en un sentido ideológico muy diferente. El nombre «Nueva Derecha» recuerda la «Nueva Izquierda», que se atribuye al grupo de seguidores de Marcuse, al igual que el propio concepto de «batalla cultural».

Pablo Muñoz Iturrieta es un sanjuanino radicado en Canadá, territorio fértil de la llamada ideología Woke, especie de progresismo extremo y caricaturesco que Iturrieta denuncia con alarmismo. Cito un caso a modo de ejemplo: el mecánico canadiense Stefonknee Wolscht, casado y con hijos, que a los 59 años se autopercibió como una niña de 6, y que fue reconocido oficialmente como tal, y finalmente adoptado por un matrimonio. Iturrieta recopila y expone en sus conferencias innumerables casos como este, y advierte sobre las apocalípticas consecuencias que tienen para la sociedad.

Los enemigos

La Nueva Derecha denuncia como enemigos (y gran amenaza para toda la sociedad) al conjunto de teorías denominadas genéricamente «posmodernismo», y al relativismo que propugnan. En el terreno más propiamente político, condenan el llamado «globalismo», la idea de un ente supranacional que digite las políticas públicas de los países, y que ven encarnado en la «Agenda 2030», propiciada por la ONU y cuyo objetivo oculto sería reducir o contener el crecimiento de la población mundial mediante la proliferación del aborto, la eutanasia, la homosexualidad y modelos de familia infértiles. El antinatalismo es el fin inconfesado que justifica estas políticas como medios, y es, al mismo tiempo, la panacea ante los desafíos de la humanidad: menos población ociosa que mantener con subsidios, menos desocupados en un mundo de alta tecnificación, menos pobres, que consumen poco y tal vez se quejen o emigren. Y, sobre todo, menos habitantes que contaminen y destruyan el planeta.

Resulta extraño pensar que el objetivo secreto de la ONU sea ese, y que arrastre en su confabulación a los grandes poderes financieros internacionales, de cuya vocación por el mal nadie duda, aunque se dificulta entender qué beneficio sacarían de semejante proyecto. ¿Para qué querrían Black Rock, la ONU y George Soros, entre otros, un mundo con menos población? Hay algunas explicaciones parciales. Se habla del gran negocio del aborto, de las clínicas abortistas, pero se olvidan del negocio mucho mayor que supone el inmenso mercado de la infancia. En definitiva, ¿es el antinatalismo altruista o perverso, y por qué? La Nueva Derecha no da una respuesta clara a este punto capital de su relato, aunque logra, eso sí, articular de manera efectista, en una especie de gran teoría de la conspiración, muchos de los fenómenos sorprendentes e incomprensibles de nuestro tiempo.

© LA GACETA

Juan Ángel Cabaleiro – Escritor.