No se trató sólo de un nuevo caso de secuestro extorsivo narco. Es una prueba contundente del poder que tienen y el terror que generan los clanes que dominan el narcomenudeo en los barrios de la capital. La Policía realizó varios allanamientos en distintos sectores del Gran San Miguel de Tucumán en los que se detuvo a tres hombres y una mujer.

El 30 de abril, un joven (sus datos personales se mantienen en reserva por cuestiones legales) fue interceptado por desconocidos cuando cumplía con su trabajo como repartidor. Lo llevaron a un lugar desconocido y de allí llamaron a sus familiares para exigirles que le entregaran una suma de dinero no informada para que lo dejaran en libertad. Los parientes cumplieron en parte con lo pedido y los secuestradores abandonaron a la víctima en un paraje de San Andrés.

Los familiares realizaron la denuncia ante las autoridades. Al tratarse de un delito federal, tomó intervención el fiscal federal Agustín Chit. Además de ordenar una serie de medidas, entrevistó a la víctima.

Relato desgarrador

El joven relató que los secuestradores lo atraparon porque su hermana, consumidora, debía una importante suma de dinero por la droga que le habían dado para que consumiera. Indicó que los autores del hecho habrían filmado videos simulando que le cortaban un dedo con una amoladora o fingían ejecutarlo disparando armas de fuego al lado de su cabeza para enviárselos a sus familiares.

Contó además que después de que sus familiares les entregaran una parte del dinero que habían solicitado, los secuestradores terminaron abandonándolo en las afueras de San Andrés. Dijo además que caminó hasta que logró pedir ayuda. También denunció que los delincuentes, a los que habría identificado como miembros del clan Mansilla, le robaron la moto.

Con esa información, Chit pidió a los efectivos del Departamento de Inteligencia que investigaran. Los pesquisas, que actuaron bajo el mando de los comisarios Omar Soria y Víctor Lazarte, establecieron algunas situaciones que hicieron más particular el caso.

PRUEBAS. La amoladora que habrían utilizado los secuestradores.

Confirmaron que la víctima forma parte de una familia que está signada por el narcomenudeo. Su madre y una hermana fueron procesadas por la venta de sustancias en barrio El Molino y actualmente están cumpliendo arresto domiciliario en la misma casa en que viven.

También establecieron que el joven no cuenta con ningún tipo de antecedentes y que con su trabajo mantiene a toda la familia, tarea que dejó de realizar porque los secuestradores le robaron la moto que utilizaba para desarrollar esa tarea. Lo que no pudieron establecer era el origen de la deuda que reclamaba el clan Mansilla. Si bien es cierto que el secuestrado dijo que era porque no había pagado la droga que destinó para el consumo, no descartaron que haya sido por no haber entregado el dinero de la venta de estupefacientes que podría haber hecho para ese grupo.

Medidas

Más allá de la duda, el fiscal Chit sumó pruebas para confirmar que el denunciante había sido víctima de un secuestro extorsivo. Por esa razón solicitó una serie de allanamientos y la detención de seis personas, medidas que fueron aceptadas por el juez federal José Manuel Díaz Vélez.

En la madrugada de ayer, decenas de efectivos coparon los barrios San Roque, El Molino y Lomas de Tafí para capturar a los acusados. Fueron detenidos tres hombres y una mujer.

Don Julio, un vecino de 76 años, no se mostró sorprendido por el desarrollo del procedimiento. Le dijo a LA GACETA que era hora de que los policías comenzaran a atacar a los delincuentes “que se dedican a envenenar a los jóvenes del barrio”.

Esa fue la opinión más escuchada por el cronista de este diario. María Fernanda, ama de casa y hermana de dos jóvenes que tuvieron que abandonar la provincia para superar los problemas de adicción, dijo que la gente de los barrios está perdiendo el miedo

Antecedentes

El clan Mansilla no es desconocido por las autoridades. Sólo la Dirección de Drogas Peligrosas logró que lo procesaran tres veces diferentes por el mismo delito: comercialización de sustancias en pequeñas cantidades.

Pero este grupo familiar también tuvo problemas legales por haber protagonizado una cruenta pelea por el dominio territorial de los barrios San Roque y El Molino. Sus enfrentamientos con el clan Ortiz dejaron un saldo de dos muertos, varios heridos y decenas de denuncias por amenazas y ataques con armas de fuego a viviendas de la zona.