La inflación se mueve al ritmo de un dígito. La desaceleración de los precios era la meta trazada por la administración del presidente Javier Milei, con el fin de cambiar las expectativas económicas. La pata fiscal también hizo lo suyo: el Gobierno acumula el cuarto mes consecutivo con superávit financiero, en un esquema en el que las jubilaciones, las transferencias a las provincias y la obra pública siguieron pagando el costo del ajuste. Por si esto fuera poco, se está limpiando la hoja del Balance del Banco Central, otro dato de corrección que el mercado sigue con atención. Como plantea GMA Capital, para formar expectativas, las promesas no alcanzan. Más aún si las empresas e individuos se han acostumbrado a las decepciones de la política. Como el equipo económico conoce muy bien esta situación, demostrar en los hechos es la única alternativa para ganar credibilidad. De allí es que cada logro es celebrado por Milei como un gol.

La coyuntura argentina actual lleva a plantearse tres interrogantes en materia de actividad económica. ¿Cómo está el nivel de actividad económica en el segundo trimestre de 2024?, ¿Ya pasó lo peor del proceso recesivo?, ¿Cómo puede seguir la economía a lo largo del año y de qué depende?, plantea Gustavo Reyes, economista del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral).

Según el investigador, la respuesta a las dos primeras preguntas es que la economía, aunque de manera muy heterogénea, podría haber tocado piso entre fines del primer trimestre y principios del segundo. La recesión ha golpeado con fuerza a dos sectores claramente tomadores de empleo: la industria y la construcción. La contestación a la tercera pregunta, es que, dependiendo del panorama político, del “arranque definitivo” de las diferentes reformas estructurales y de la salida del cepo, será probablemente la velocidad de recuperación que tenga la economía tanto en el segundo semestre como en los años subsiguientes, puntualiza.

La esperada mejora implica una recuperación solamente de corto plazo en los niveles de actividad económica, pero no necesariamente implica avances para el mediano plazo. Sin embargo, los efectos de la recesión se sienten en una lenta recuperación del salario, en términos reales, pero con un daño en el mercado laboral, traducido en suspensiones, adelanto de vacaciones y, en algunos casos, despidos de personal.

Para que la economía pueda crecer en el mediano plazo es necesario que se activen los motores de mediano plazo (empleo productivo, stock de capital -inversión- y productividad de la economía), sostiene Reyes. Condiciones necesarias para lograr esto son la desaparición sostenible del desequilibrio fiscal, un nuevo régimen cambiario que elimine el actual cepo y la concreción de las reformas estructurales respaldadas en leyes. “De no mediar esto, las posibilidades de crecimiento futuras de Argentina son muy magras”, advierte.

Según el ex ministro de Industria de la Nación y titular de la Consultora ABECEB, Dante Sica, hay cuatro sectores que van a ser los grandes tractores de la economía en la próxima década: el sector agropecuario con la cadena alimenticia, hidrocarburos, minería y servicios basados en conocimiento. “Los tres primeros requieren grandes inversiones de capital. En la Argentina somos defaultadores seriales. Tenemos que tener un instrumento que de alguna manera genere y de condiciones, y que sea muy abierto, para volver a recuperar la confianza”, acota.

Lo que dejó

Según el director del Centro de Estudios Económicos de OJF & Asociados, Fausto Spotorno, hay datos parciales que indican que el piso de la recesión se habría dado en marzo. Mientras tanto, la recesión sigue dejando secuelas. En el primer trimestre, el salario real sufrió una fuerte caída: para los asalariados privados formales esa caída fue de 10,5% interanual, mientras que los públicos fue de   24,1%. Los no asalariados e informales tuvieron una caída intermedia: 18%, según un informe de Equilibra, Centro de Análisis Económicos.

Por el lado de los puestos de trabajo, utilizando datos de empleo del primer trimestre para el segmento formal y estimaciones propias para los no asalariados e informales, Equilibra espera una caída del 1,4% respecto del último trimestre de 2023. Por eso, la masa salarial real cayó 13% interanual. A su vez, los ingresos vinculados a la seguridad social se desplomaron 26,5%.

Con todo esto, la consultora llega a la conclusión de que la masa de ingresos total de las familias (masa salarial + ingresos de seguridad social) cayó 15,4% en términos reales. El crédito bancario no fue un amortiguador: en términos reales los préstamos en Pesos cayeron 30%.

“La fuerte desaceleración de la inflación esperada para este mes (en torno a 5%) y junio si se postergan subas de precios Regulados, consolidaría una leve recuperación del salario real, un incipiente repunte del crédito y un menor ajuste en las prestaciones sociales, lo que podría estimular el consumo”, puntualiza. Pero advierte que no queda claro aún si se frenará la destrucción de puestos de trabajo y si las familias buscaran reponer ahorros perdidos.

Inflación: el saneamiento de los precios

En abril el Índice de Precios al Consumidor registró un alza mensual de 8,8%. Fue la medición más baja desde octubre de 2023 (8,3%), y estuvo por debajo del 9% que el consenso esperaba. Así, según el análisis de GMA Capital, el IPC acumuló una variación de 65,0% en cuatro meses, mientras la suba interanual fue de 289,4%. La sorpresa estuvo en el componente núcleo (6,3%), categoría que excluye la inflación de los precios Estacionales y Regulados, ya que se trató del avance más moderado desde enero de 2023. Con la “core” corriendo al 6,3% mensual, el resto de las categorías traccionaron el nivel de precios general. Es que la regularización de los precios relativos obliga a que Regulados crezca por encima del resto de los componentes. Así, mientras que el índice general subió 8,8%, los precios Regulados treparon 18,4% en el mes. Aunque este proceso de normalización comenzó en diciembre, aún queda un largo camino por delante para continuar con el saneamiento de los precios, advierte la consultora.

La inercia: la postergación de las tarifas

La tendencia de precios pareciera ubicarse en torno al 5% para este mes. Así lo sugieren mediciones de alta frecuencia para la segunda semana del mes, cuyo proxy de inflación mensual (promedio de cuatro semanas) fue de 4,6%. Además, la postergación de las subas de tarifas, y el retroceso de los aumentos de prepagas, que habían sido pactados para este mes, deberá efectuarse en la brevedad para continuar permitiendo la corrección de los precios. El cambio de la fórmula jubilatoria, que en un principio permitió “saltear” parte del impacto de la inflación de diciembre y enero, ahora jugará en contra en términos de inercia. Es que los haberes mínimos jubilatorios ajustarán por la nominalidad de marzo (11%), lo que significaría un incremento en términos reales considerando las proyecciones del Revelamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central.

La meta: reducir el índice hasta un 3%

Disminuir la inflación desde el 8,8% en abril hasta el 3% esperado por las autoridades económicas hacia fin de año será cada vez más difícil, indica GMA Capital. “No es que dudemos de la capacidad del Gobierno por sobrecumplir las metas económicas (ha demostrado moverse como pez en el agua en este ámbito). Sin embargo, entendemos que el delivery necesario para continuar materializando bajas de la inflación será cada vez más complejo”, considera la consultora. Al respecto, el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, en su presentación de Washington planteó la dificultad de detener la inercia en dos frentes. Primero, menguar el posible “pass through”, dinámica que gracias al orden fiscal no fue un problema. Y, en segundo lugar, aminorar los avances de los servicios (en su mayoría precios no transables). Si bien la dinámica luce alentadora, no se debe dejar de lado que la desaceleración de la inflación más rápida de lo previsto responde en gran medida a la fuerte recesión que experimenta la economía real y su impacto sobre salarios y márgenes de rentabilidad, con la consecuente caída del consumo. En el corto plazo también inciden el sostenimiento del deslizamiento cambiario al ritmo del 2% mensual para el tipo de cambio oficial y la relativa estabilidad de los dólares financieros que se viene observando.

¿Cómo sigue con el impulso agroexportador?

Para establecer qué sucederá con la economía en lo que resta del año es necesario analizar la posible dinámica que tendrán los diferentes motores de corto plazo que tiene la economía. Si bien, y como es lógicamente esperable, en la mayoría de los ellos existe incertidumbre en cuanto a su evolución en los siguientes trimestres. No obstante, indica el Ieral de la Fundación Mediterránea, en el caso de la cosecha agrícola, seguramente seguirá siendo un motor expansivo para la economía nacional durante los próximos meses. Respecto a los términos de intercambio de Argentina, si bien en los últimos dos meses los precios internacionales de sus principales commodities mejoraron levemente debido, entre otros factores, al efecto de las inundaciones en Brasil; esta evolución tiene el riesgo de ser interrumpida. Entre las variables que podrían jugar en contra se destacan las dudas tanto de la creciente debilidad de la economía China como de la inflación de Estados Unidos que no permite asegurar una rápida reducción en las tasas de interés de aquél país que afectaría positivamente a los precios de nuestras commodities a través de un menor precio internacional del dólar.

Atraso cambiario: otro round entre el presidente y sus pares economistas

El debate sobre el atraso cambiario volvió a ingresar en la órbita de los analistas. El presidente Javier Milei no dudó en subirse al ring a criticar a los economistas que señalan ese fenómeno. Es que el tipo de cambio real ya perforó el nivel de la salida del cepo en 2015 y se encuentra un 12% por encima del mínimo de 2017. Aunque entendemos la postura del Presidente sobre la imposibilidad de conocer el vector de precios de equilibrio de la economía, hasta el mismo BCRA en el Informe Monetario Mensual de abril realizó una comparación con el registro promedio de 2016-2017. Durante la semana que pasó, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, informó en el Congreso que el Gobierno no tiene incentivos por modificar el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial. “En este sentido, y asumiendo la inflación local implícita en Lecap y el proxy de inflación de nuestros principales socios comerciales según el FMI, el tipo de cambio real del 31 de diciembre de 2024 se ubicaría en $ 652 (a precios de hoy)”, plantea GMA Capital. ¿El sector agoexportador se sentiría cómodo con ese umbral de competitividad-precio? “Este es el interrogante sobre el que descansa buena parte de la estabilidad macrofinanciera de corto plazo”, observa.

Cosecha gruesa: el esquema macroeconómico

Según Ecolatina, la llegada de la cosecha gruesa será vital para el esquema macroeconómico trazado. Los expertos estiman que el corto plazo el sector agropecuario exportará casi U$S 10.000 millones más que el año pasado. Según la consultora en primer lugar se pondrá en juego la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, en un contexto de aumento de demanda divisas por importaciones fruto del esquema escalonado de 25% de acceso al Mercado Único Libre de Cambios (MULC). En segundo lugar, la llegada despejará, en los próximos meses, los peligros de una mayor nominalidad, ya que convalidará la actual trayectoria cambiaria, despejando expectativas devaluatorias y nutriendo de una oferta mayor a los dólares paralelos que permitirán mantener la brecha cambiaria a raya (recordar que el 20% de la liquidación se vuelca al Contado con Liqui).