La agricultura es fundamental para el desarrollo de la humanidad: para suministrar comida, para brindar seguridad alimentaria y para fomentar la economía. Ahora -entendemos- es también crucial para influir en la conservación de ecosistemas naturales, del suelo, del agua y de la biodiversidad. Y como no hay planeta B, la industria debe encontrar maneras más amigables de explotar los recursos sin afectar el futuro. Hay que cambiar las formas, hay que optimizar recursos y hay que adaptarse al cambio climático. Eso es lo que propone -ya con gran éxito- una empresa tucumana.

Hablamos de Efficatia (@efficatia.pro en Instagram). El emprendimiento surgió en 2019 como una forma de brindar soluciones tecnológicas al sector del agro. “Vimos que ya ni la sociedad ni el ecosistema toleran el mismo trabajo que se venía haciendo. Seguimos utilizando los mismos métodos, pero ya no tenemos las mismas respuestas. Nos dimos cuenta de que era necesario hacer un cambio, para ser más eficientes y para darle un respiro al ecosistema”, cuenta Rafael Villagra, uno de los representantes del emprendimiento.

La propuesta -explicará luego- es de brindar soluciones amigables con el ambiente a la agricultura. “Es tratar de hacer una agricultura más eficiente; lograr los mismos o mejores resultados con un mejor aprovechamiento de recursos, que cada vez son más limitados, tanto en lo ambiental como en insumos”, completa Eugenio Lobo, otro de los fundadores de Efficatia.

Lo más importante -advertirán- es que además de los réditos económicos para el campo, una nueva forma de trabajar ayude al planeta y a la sociedad.

Protección

Lo más vistoso, y por lo que más se los conoce ahora, es por el uso de drones para la aplicación de agroquímicos de forma sustentable. “Todo esto comienza por una necesidad: ambos veníamos de familias vinculadas al campo, y cada uno en su nicho identificaba constantemente esa brecha entre las posibilidades tecnológicas y lo que el productor tradicional está acostumbrado a hacer. Desde el punto de vista de rentabilidad, Argentina siempre ha sido referente en el agro porque las necesidades o la escasez de recursos nos invitan a ser más ingeniosos. Nosotros trajimos los drones de China; allá se habían usado para aplicar arroz e identificamos que podían ser útiles acá para el manejo sustentable de maleza. Para explicarlo simple: hoy, la mayoría de los productores hace cobertura total, es decir, echan químicos en todo el campo. Nosotros analizamos el terreno y medimos el impacto ambiental, y solo aplicamos en donde es necesario. Ahorramos un 75% de agroquímicos: se ahorra el 90% de consumo de agua, se disminuye la huella hídrica y de carbono, y se usan energías renovable. Es un ganar-ganar”, explica con entusiasmo Rafael.

El win-win es porque no sólo se ahorra dinero, sino que también se cuida el suelo y a las poblaciones. “Tucumán es una provincia densamente poblada, en la que tenés producciones de grano, caña o limón al lado de una casa o de un pueblo. Muchas veces se hacen aplicaciones fitosanitarias de manera irracional, y esta herramienta permite disminuir el riesgo de que haya un impacto negativo en esas poblaciones”, añade Eugenio.

Este punto es importante para el futuro: hace pocos meses, una investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario (UNR) confirmó que las personas jóvenes de pueblos fumigados con agrotóxicos tienen 2,5 veces más probabilidades de padecer y morir de cáncer que las personas que viven lejos de agroquímicos.

“Con tres décadas de este modelo agroindustrial, ya nadie puede negar que la evidencia científica confirma que el agronegocio daña la salud, genera enfermedad y muerte”, afirmó Damián Verzeñassi, del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas y uno de los autores de la investigación.

Entendiendo el suelo

Los emprendedores cuentan que pensar en formas más eficientes de trabajar en Argentina no fue difícil. “Que todo sea más ecológico fue una consecuencia inmediata. Era muy fácil llegar a eso; había cosas que se estaban haciendo muy mal. Hoy se entiende que el suelo es sistema vivo y dinámico, en el que todo tiene interacción con todo. Antes lo veíamos como un sustrato al que se le da insumos para que crezca, y nada más. Sabemos que poner insumos de más no es bueno ni para el suelo, ni para los acuiferos, ni para las plantas... Si queremos seguir teniendo tierras productivas, tenemos que volver a entenderlo al suelo como un sistema, devolverlo a su estado natural y que pueda ser productivo en el tiempo”, advierte Eugenio.

Además del uso de drones para el control de malezas, hacen asesoramiento en nutrición, seguimiento de cosechas, estimación para los ingenios y utilizan otros softwares con los drones. “A veces los productores tienen la tecnología para hacer más eficaz su producción, pero no la saben usar. Compran la mejor maquinaria y desperdician un montón de herramientas que traen los equipos. A eso también apuntamos, a ayudarlos para que puedan sacar mejor provecho de sus herramientas”, agrega Rafael.

Otros frentes

Hoy el emprendimiento trabaja en todo el norte con cientos de drones, en producciones de todo tipo: hortícolas, frutilla, caña, limón, arándano y ganadería. “En lo forestal, por ejemplo, luego de una producción, normalmente se corta la madera y se hace necesario mantener limpio el espacio con herbicidas para la próxima plantación. Eso lo hacía un operario con mochila, con muy baja eficiencia y con peligros para el empleado. Ahora, con los drones, se cuadriplica el recorrido de hectáreas por día y no se expone a personas a estos productos tóxicos”, añade.

Como “en Tucumán hay mucho talento” -resalta Eugenio-, la empresa tiene también un área de desarrollo tecnológico, y se capacitan operarios y jóvenes para el futuro. “Normalmente en las poblaciones que trabajamos se capacita a los operarios para que tengan una nueva salida laboral. Además, estamos empezando a trabajar con escuelas del país para generar una nueva red de estudiantes. Estamos utilizando una tecnología nueva (la de los drones) y en pocos meses ya hará falta un nuevo tipo de operario, un piloto de drones. Es un nicho interesante para esta nueva camada de nativos digitales, que a veces salen del colegio o de la universidad y entran en crisis”, resalta.