El cambio climático y el calentamiento global ponen en riego nuestros ecosistemas naturales y productivos. Ya no existen dudas que las especies que hoy usamos para alimentarnos están siendo afectadas por sequías, inundaciones, mayor presión de plagas y enfermedades, mayores contenidos de humedad atmosférica y picos extremos de temperaturas. Se está afectando tanto la producción como la generación de alimentos. Ante este escenario muchos países realizan inversiones multimillonarias (caso de los Emiratos Árabes, Estados Unidos, países del Europa del Norte, China, entre otros) destinadas a buscar especies resistentes al cambio climático y a investigaciones genéticas para lograr resistencia frente a las nuevas condiciones. Esto es así pues se terminará afectando la economía y la seguridad alimentaria de sus ciudadanos. En nuestra provincia, sólo basta revisar los efectos (pérdidas) económicos por falta o sobra de agua, aparición de plagas resistentes, mayor necesidad de fertilizantes para mantener la producción, para concluir que estamos inmersos en una situación climática-productiva, que debería alertarnos. Sin duda hay soluciones que se están implementando o investigando, pero la hora exige soluciones más o menos rápidas. Y quizás la solución más rápido sea volver la mirada a nuestros recursos naturales y buscar especies que nos permitan desarrollar cultivos complementarios a los ya existentes para comenzar a sobrellevar la situación. Nuestros recursos naturales, como el caso de la quinoa, el llamado superalimento por la FAO, es una posibilidad. Tanto la Fundación Miguel Lillo como el INTA Famaillá conocen el tema de la quinoa (biológico, agronómico, nutricional) desde hace varios años. En ese sentido, resulta interesante la propuesta de la Municipalidad de Lules, que fuera presentada al Ministro de Salud de Tucumán, de utilizar quinoa primero para los celíacos de las escuelas de Lules, y luego avanzar hacia todas las escuelas del Departamento. Barras energéticas con quinoa y frutos de estación, quinoa con leche, jugos de quinoa saborizados, galletas, guisados, son algunas de las propuestas que serán analizadas por profesionales de Lules, Fundación Miguel Lillo, INTA - Famaillá, ministerio de salud, entre otros organismos afines al tema. Para ponderar la importancia de esta iniciativa se menciona que con 50 gramos de quinoa (tres cucharas soperas) se puede satisfacer la demanda de proteínas, aminoácidos esenciales, azúcares solubles, lípidos y minerales, de un niño en edad escolar. Así, y como puede haber otros casos, sin duda la quinoa puede coadyuvar en este nuevo escenario y más aún si se tiene en cuenta que el uso de la quinoa podría fomentar a la producción por parte de pequeños productores de lugares como los Valles Calchaquíes, norte y este de la provincia de Tucumán. Sin duda, una apuesta productiva y nutricional que nos puede ayudar en el momento climático mencionado.

Juan A. González                                                                   

San Juan 158 - Lules