Al realizar actividades intelectuales que requieren gran concentración, es común sentir hambre. ¿A qué se debe esto? A que la glucosa, conocida coloquialmente como azúcar, es el principal alimento del cerebro, explica Diana Guizar Sánchez, investigadora del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Además, de acuerdo con el artículo "¿Por qué pensar da hambre" escrito por Michel Olguín Lacunza en la revista  UNAM Global, estudios indican que durante actividades de concentración intelectual se consumen alrededor de 200 calorías por hora.

El Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM está investigando la alimentación y el riesgo vascular en sus estudiantes. Los científicos encontraron que, durante periodos de estudio, los jóvenes presentan lapsos de hipoglucemia, es decir, niveles de azúcar inferiores a lo normal.

De acuerdo con este artículo de UNAM Global, la necesidad de glucosa del cerebro puede llevar a los jóvenes a consumir alimentos con altos niveles de azúcar. Sin embargo, estos alimentos proporcionan un aumento rápido de glucosa en la sangre, que es de corta duración, ya que son carbohidratos que se metabolizan rápidamente.

Hambre y concentración: la importancia de una alimentación equilibrada

La investigadora del Departamento de Fisiología sugiere un desayuno balanceado con proteínas, grasas y carbohidratos. Esto favorece una absorción lenta y estable de carbohidratos, suministrando glucosa de manera constante al cerebro.

Para los estudiantes con hambre entre clases, recomienda consumir alimentos saludables como frutas, verduras y frutos secos, ricos en omega 3, 6 y 9. Estos alimentos ofrecen saciedad y mejoran la función cerebral.

La especialista también aconseja realizar ejercicio o caminar entre clases para gastar energía y producir sustancias como la dopamina y las endorfinas, que mejoran el aprendizaje y reducen la ansiedad por comer.