WASHINGTON.- El primer receptor de un riñón de cerdo que había sido modificado genéticamente murió a casi dos meses del trasplante en el estado de Massachusetts. Richard Slayman tenía 62 años y padecía de insuficiencia renal terminal desde hace años, por lo que se había sometido a diferentes tratamientos que no habían dado resultado. Tras esta cirugía, que parecía haber sido exitosa, los médicos habían vaticinado que el órgano podía durar por lo menos dos años.

Además de expresar su “profunda tristeza” y darle el pésame a la familia, el Hospital General de Massachusetts, en donde fue operado por primera vez, comunicó la noticia del fallecimiento y aseguró que “no tienen indicios” de que haya sido como consecuencia del trasplante.

El hombre oriundo de Weymouth fue la primera persona viva sometida a este procedimiento, que anteriormente se había realizado con donantes con muerte cerebral. Además, en otras dos ocasiones se había intentado con pacientes regulares y su sistema inmunológico los había rechazado.

La muerte de Slayman se suma a las de los otros dos pacientes en el mundo que también habían recibido trasplantes de corazón de cerdos, que murieron a los pocos meses.

“Este momento, salir del hospital con uno de los mejores resultados de salud que he tenido en mucho tiempo, es uno que deseaba que llegara durante muchos años. Ahora es una realidad. Estoy emocionado de volver a pasar tiempo con mi familia, amigos y seres queridos, libre de la carga de la diálisis que ha afectado mi calidad de vida durante muchos años”, había afirmado Slayman en un comunicado del hospital tras el importante hito científico en la medicina.

El caso de Richard Slayman

Slayman tenía diabetes tipo 2, hipertensión y una enfermedad renal terminal por la que ya había sido trasplantado en 2018 y no había funcionado, razón que lo llevó a someterse a esta nueva cirugía de cuatro horas el pasado 16 de marzo.

El riñón implantado procedía de un cerdo modificado genéticamente por la empresa biotecnológica eGenesis, que eliminó tres genes implicados en el posible rechazo del órgano. Además, se insertaron siete genes humanos para mejorar la compatibilidad con los pacientes humanos.

El caso de Slayman fue médicamente significativo ya que se trataba de un paciente negro -dentro del grupo de las personas que más sufren problemas de insuficiencia renal terminal-, que realizaba diálisis desde 2023 y otros procedimientos por una serie de complicaciones en su salud. Todo esto se dio en el contexto de la crisis de donación que atraviesa Estados Unidos, en donde las listas de espera para recibir un trasplante alcanzan números cercanos a las 100 mil personas y se producen 17 muertes por día, según la Red Unida para el Intercambio de Órganos (UNOS).

“Esta disparidad en salud fue el objetivo de muchas iniciativas de políticas nacionales durante más de 30 años, con un éxito limitado. Un suministro abundante de órganos resultante de este avance tecnológico puede ser de gran ayuda para lograr finalmente la equidad sanitaria y ofrecer la mejor solución a la insuficiencia renal a todos los pacientes que la necesiten”, señaló en su momento el nefrólogo de Slayman, el Dr. Winfred Williams.


Agencia AFP