No cualquiera. Tristán Suárez, el anfitrión de San Martín este sábado en la fecha 15 de la Primera Nacional, es uno de los pocos equipos en el mundo que puede enorgullecerse de haber sido dirigido por Diego Armando Maradona.
A decir verdad, apenas se trató de un charla motivacional, previa al partido que el “lechero” disputó ante Brown de Adrogué el 11 de septiembre de 2012. El “10” fue convocado de urgencia para compartir su “influjo”, después de un flojo inicio de temporada del conjunto que por aquel entonces conducía Oscar Martínez.
Créase o no, el “efecto Diego” se hizo sentir: después de tres empates y tres derrotas en el torneo de la Primera B, Suárez –así a secas, como lo llaman sus hinchas y los pobladores de la localidad- revirtió la racha negativa y derrotó al equipo dirigido en aquel momento por Pablo Vicó.
¿Por qué Maradona? La relación de Diego con Tristán Suárez venía de larga data. Nació a partir de su amistad con Gastón “Gato” Granados, presidente del “lechero” durante dos períodos y actual intendente del partido de Ezeiza.
Maradona fue, además, vecino de la zona. En pareja con Verónica Ojeda construyeron una casa en el barrio “El Trébol” en Ezeiza, partido del sur del Gran Buenos Aires creado en 1994 y gobernado “desde siempre” por la familia Granados.
Siempre que podía, el “10” se acercaba al estadio “20 de Octubre” para ver a Suárez. Y previo a su retiro como futbolista, gracias a su vínculo, el “lechero” se convirtió en sparring frecuente del plantel “xeneize”.
“No me voy a hacer de Tristán Suárez, ya soy hincha de Tristán Suárez”, declaró Maradona en 2007 desde el coqueto palco del estadio, tras observar su primer partido en vivo del equipo blanquiazul (los colores tienen su origen en unas camisetas compradas en el barrio de Once, que habrían sido de Sportivo Barracas).
Curiosamente, el 25 de enero de 2021, dos meses exactos después de la muerte de Maradona, Tristán Suárez consiguió el ansiado ascenso a la segunda división del fútbol argentino. Desde entonces, el “lechero” ha aprendido a convivir con la amenaza de bajar de categoría por primera vez en su historia (sus hinchas inflan el pecho por no haber descendido nunca desde que se afiliaron a la AFA en 1964).
Tras un muy mal torneo en 2023, Suárez se vio beneficiado por la decisión de la entidad madre del fútbol argentino de eliminar el tercer descenso. Caso contrario, el “lechero” hubiera tenido que vencer al ganador del choque entre San Telmo y Almagro para mantenerse en la Primera Nacional.
Algunos creyeron ver en ello un guiño de la AFA hacia la familia Granados. El papá de Gastón, Alejandro, es considerado uno de los “barones” del peronismo en el conurbano bonaerense. Apodado el “Sheriff”, en la actualidad conduce los destinos de Tristán Suárez por cuarta vez.
Más acá o más allá de cualquier eventual influencia política, lo cierto es que el “lechero” –así denominado porque en las primeras décadas del siglo pasado la zona albergaba numerosos tambos que abastecían de leche a la ciudad de Buenos Aires- es un club social y deportivo pujante.
Por caso, su cancha, ubicada en el centro de la localidad, ya en 2002 prácticamente tenía completado su anillo de cemento, con capacidad para 7.500 espectadores. Fundado en 1929, tiene como segundo deporte el básquet, pero también se practica natación, taekwondo, hockey y boxeo.
El sentido de pertenencia es fundamental en el “Mundo Suárez”. Así lo demuestran los murales que circundan la parte exterior del estadio. “Vivir sin arriesgar no es vivir”; “Unidos somos fuerza, juntos invencibles”; “Mujer, que no te quiten los colores. Vamos todas unidas, vamos no nos quedemos”; “Un club que no para de crecer”, son algunas de las frases que lo adornan y lo motivan.
“Tres puntos que para nosotros son más que el título de Estudiantes de La Plata”, afirmó Gustavo Basiukevitz, historiador y jefe de Prensa de Suárez, a LA GACETA en relación a lo acontecido hace una semana, cuando el “lechero” derrotó a Chacarita a domicilio para escapar del último puesto de la Zona A (y el “Pincha” se consagró campeón de la Copa de la Liga).
¿Llegar a primera división? Soñar no cuesta nada, responden en Ezeiza.