POLICIAL

EL INFIERNO PERFECTO

VÍCTOR HUGO CORTÉS

(La Papa - Tucumán)

El infierno perfecto (2024) es una novela policial del escritor, dramaturgo, director y actor de teatro, Víctor Hugo Cortés, publicada por La Papa Editorial.

El autor despliega su cuota de imaginación, con una lógica escrituraria de mercado, entendida ésta en su vinculación con los medios masivos, con el hombre de masa, según el concepto que expone Walter Benjamin. Otros denominan “cultura burguesa”;  se podría definir como un pop que haría “las delicias de las páginas policiales y de los amantes de la novela negra”, en correlación con los (des)comportamientos políticos dentro de la era del Capitalismo del que aquí, Tucumán es un representante de su funcionamiento.

Entre los personajes, Martín Olmos, candidato a gobernador, busca recuperar un video (VHS) en el que escenas inmorales lo comprometen. Su cuñada Victoria entrega una suma importantísima de dinero y lo trae desde Salta, pero en el Parque Avellaneda arrebatan su bolso, ella cae y  muere accidentalmente; el cassette no llega a manos del interesado, sino que recorre los caminos más imprevisibles y, acá no es la muerte de un sujeto la que inquieta e intriga, sino en quién se ha depositado la “cajita negra”.

El género responde al verosímil que define Raymond Chandler al momento de constituir un policial, con una serie de hechos que están unidos con eficacia, sin material fantástico, pero con un suboficial, Quinteros, que si bien no es un amateur, tiene experiencia, pero además es un lector que posee una caudalosa información, y es allí donde el texto roza las fronteras con lo histórico/social, lo antropológico, donde se hace referencia a los mitos, leyendas, esa parte de la “Argentina insólita” que él conoce. En consecuencia, la novela se arma en un mapa variado de datos, de cruces fronterizos con testimonios de vida, biografías como las de Perrone, Lola Mora; el amor, el oscurantismo, la arquitectura, las frivolidades capitalinas, constituyendo la tucumanidad que, además, aparece en sus calles, con su “tránsito y gente intolerante”, en diferentes geografías como el Bajo, los cerros, Amaicha.

La inmoralidad de los sujetos, tanto los que están en el poder como los que trabajan para el poder conforman la sociología de esta novela negra de excesos humanos, desorden político y social que, a partir de un orden realista, en el que, por momentos, el juego de intrigas se desarrolla en movimientos como de cámara cinematográfica, alude a modos del mercado y al efecto artístico en el lector de novela policial.  

© LA GACETA

Liliana Massara