El talento no pudo sobreponerse a los vicios. El caso de Brian Fernández volvió a poner en tela de juicio la salud mental y el control de las adicciones. Un mal que perjudicó a cientos de deportistas que no encontraron los caminos para contrarrestarlos. Carlos Salinas fue una víctima de ellas. El delantero fue uno de los grandes exponentes del fútbol tucumano. Velocidad, gambeta y gol eran los atributos que marcaban su juego. Tal es así que el mismísimo César Luis Menotti un día comentó: “Lo único que lamento es no haber estado esta noche en Buenos Aires –jugaba Boca frente a Borussia Mönchengladbach- para verlo al ‘Loco’ Salinas ante los alemanes”, decía “Flaco” sobre el atacante que se consagró como campeón del mundo a nivel clubes en 1978 con la camiseta del “xeneize”. Sí, una gloria del fútbol argentino.
La magia de “Semilla” empezó en el barrio Ciudadela, más precisamente a cuatro cuadras de la cancha de San Martín. La cercanía hizo que comience su formación en el “santo” y luego tuvo un paso por Gimnasia de Jujuy. Pero, los buenos rendimientos llevaron a que River Plate se fije en su talento y lo incorporé a sus inferiores. Sí, el tucumano supo que era vestir la camiseta de los dos clubes más grandes del país. “En 1974, los ‘millonarios’ me trajeron a préstamo. Tenía edad para jugar en Tercera, comprándome el pase al año siguiente. Pero con esa ubicación actuaba (Norberto) Alonso, creí poder tener mayor posibilidades como puntero. Y actué seguido en esa posición”, indicaba en una entrevista a LA GACETA en febrero de 1978, cuando el “xeneize” lo había fichado como nueva incorporación.
“Aunque jugué varios partidos en Primera, nunca tuve la continuidad necesaria. Tampoco me mantenían en el mismo puesto. Entraba en sustitución de quienes se lesionaran. Y así es muy difícil rendir bien”, explicaba sobre su paso por la institución “millonaria”.
En uno de los partidos en los que enfrentó a Boca, Salinas había tenido un cruce con Rubén “Chapa” Suñé que había seguido hasta fuera de la cancha y que generaba dudas sobre su convivencia dentro del plantel del “xeneize”. “Eso es algo superado. Se debió a que tanto Suñé como yo ponemos todo lo que tenemos para favorecer a nuestra divisa. Pero no quedaron secuelas”, decía el ex Chacarita sobre aquella pelea a puño limpio con el volante de Boca. También llegó a integrar la Selección juvenil de 1975 que participó del campeonato sudamericano disputado en Perú. “No creo que me vea obligado a cambiar mi estilo de juego. Si Boca me compró es porque estima que puedo ser útil”, enfatizaba, quien a la postre se convertiría en una de las piezas claves del equipo de “Toto” Lorenzo. Luego tuvo pasos por Independiente, Deportivo Pereira, Independiente Medellín, Racing de Córdoba y Alumni de Villa María.
La gloria no fue suficiente para frenar los excesos. Uno de los episodios más polémicos y recordados de “Semilla” se dio el 5 de mayo de 1987. Según la crónica de LA GACETA, el juez de instrucción Remigio González Moreno había dictado la prisión preventiva del futbolista tras haberle secuestrado de su domicilio particular una cantidad de 80 gramos de cocaína. La detención fue concretada por la división Toxicomanía de la Policía Federal.
También habían detenido a un joven de apellido Cataldi, a quien le secuestraron 10 gramos de la misma sustancia. Cataldi había confesado que era drogadicto y que la mercadería se la compraba a Salinas. Frente a esta acusación, el ex futbolista negó ser traficante y habría dicho que la posesión de la mercadería era para consumo propio.
“Yo nunca tuve encima ni una aspirina, ni tomé nada… Lo que pasa es que me inventaron la fama de ‘falopero’, me empezaron a seguir y, justo después de estar tres meses sin jugar, me fui a Bolivia a arreglar con Wilstermann. Cuando volví a buscar a mi vieja, me apuntaron hasta con misiles porque creían que traía una tonelada de cocaína”, comentaba en una entrevista luego de pasar tres meses en el encierro. “A mí la noche me gusta muchísimo, para qué te lo voy a negar. Después de jugar en Racing de Córdoba, anduve tres meses parando en los boliches más importantes de Buenos Aires. Tampoco me voy a hacer el gil diciéndote que desconocía por completo que en alguno de esos lugares corría la droga. Pero sí había gente que se drogaba, allá ellos. Yo solo iba a pasarla bien”, puntualizaba.
“En Devoto, me trataron bien. Trabajaba en la cocina, repartía la comida por los pabellones y desde que llegué, todas las tardes armábamos picados. Aunque igualmente la pasé feo, porque la cárcel siempre es un infierno. Salvo mi familia, del ambiente del fútbol solo me fueron a visitar Bochini y Pastoriza”, decía de aquella experiencia.
Otro de los escándalos fue cuando “Semilla” fue capturado en Tucumán por robar una carnicería. Según la crónica del día, el futbolista estaba bajo los efectos del alcohol y violentó el candado de una carnicería ubicada en la esquina de Alsina y Prospero Mena. Luego de ingresar al local, cargó en una camioneta varios kilos de carne, una máquina picadora, una balanza, una calculadora y una caja sin dinero. Los elementos fueron encontrados por efectivos del Comando Radioeléctrico en la casa del ex futbolista en Alsina al 1.500. Incluso, Salinas tuvo que declarar frente a Tribunales ante el juez Penal de feria Miguel Lácono y quedó detenido.
Su retiro del fútbol se dio de manera prematura. Es más, a los 31 años, había colgado los botines para decir adiós a su carrera y retornó a la provincia. “Cuando regresé, tuve que sacar fiado al almacenero y al carnicero para subsistir. A veces salgo a jugar al fútbol, viajo al campo o me reúno con los muchachos a tomar un par de cervezas. Con las tentaciones no se puede”, confesaba, aunque negaba rotundamente haber estado relacionado con la droga. “Nunca. Siempre hubo sospechas de que yo andaba en cosas raras, pero salí completamente limpio de todo. Si hubiera tenido vinculación con la droga, seguramente estaría preso”, indicaba.
También reconoció que la vida futbolística lo llevó a perder la noción del dinero. “No invertí bien porque podría haber comprado un campo u otra propiedad. En mis tiempos, con jugar cinco partidos, podía comprarme un departamento de U$S12.000. Pero todo lo que logré con sacrificio, lo perdí”, decía. “Tuve dos BMW, un 320 gris y 323 blanco. También siete departamentos. Cuando llegó Maradona a Boca, me tuve que ir y Argentinos me dio U$S250.000 en la mano. Yo era un bacán”.
¿Qué pasó con todo ese patrimonio? “Yo me casé de changuito, tuve a las dos nenas y después me separé, porque estaba en la farándula. Salíamos de joda, conocí otras minas, hasta a Adriana Brodsky. Nos juntábamos todas las noches de domingo a domingo con Coppola, el ‘Chino’ Benítez, Santos, Randazzo...“, comentaba. Además el reportaje aseguraba que Salinas había reconocido que alguna vez había aspirado Poxi-Ran y que en Colombia jugó drogado, aunque prefería no tocar el tema. “Vendí dos departamentos y los demás los dejé a mis hijas. Y cuando me hundí no me quedó nada”, reconocía.
La vida de Salinas fue una montaña rusa. De estar en la cima a pasar a no tener nada. Sí, no aprender a manejar las tentaciones le pasó factura y terminó alejándose de su más grande amor: el fútbol.