“Tucumán debe el tributo de su homenaje y de su recuerdo al ilustre sabio que honrara la ciencia argentina y mundial con sus investigaciones y sus famosas colecciones botánicas, con su vida ejemplar y su sobriedad que hicieron siempre de él, a pesar de ser lo que era, un hombre modesto, en quien no encontraban asidero ni la vanidad, impropia de los espíritus superiores, ni el desplante de los seres animados de subalternas pasiones”. Con estas palabras el gobierno tucumano de 1932 presentaba, el 16 de abril, el proyecto de ley para que el edificio ubicado en calle España al 1.700 sea denominado escuela Doctor Miguel Lillo y no “6 de Septiembre” como pretendía el gobierno militar que había derrocado al presidente Hipólito Yrigoyen, el 6 de septiembre de 1930.

Esta decisión del gobierno que encabezaba Juan Luis Nougués quizás se haya basado en nuestra crónica del 12 de abril donde se alababa la construcción de la escuela, ubicada en la zona oeste de la ciudad, pero se criticaba que no se estaba usando. Nuestra crónica señalaba: “fue terminado el hermoso edificio que se pensó destinar para la escuela 6 de Setiembre. A pesar del tiempo transcurrido, aún no se le ha dado destino a este local, encontrándose el mismo completamente abandonado y sufriendo los perjuicios consiguientes, mientras en las poblaciones de la campaña se clama por la deficiente comodidad de los establecimientos educacionales. Sería de desear que esta casa que tanto dinero costó fuera aplicada cuanto antes al servicio de cualquier repartición, ya que parece que no se piensa hacerla desempeñar la función que le estaba deparada”.

Esa breve crónica vio la luz el día 12, mientras que el 14 nuestro diario anunciaba otra noticia bajo el título “Dos escuelas funcionan en el edificio destinado a la Seis de Setiembre”. La nota señalaba que de acuerdo con una resolución de las autoridades de Educación, desde hacía unos días habían comenzado a funcionar en el magnífico edificio de calle España y pasaje 3 de Febrero (hoy Sebastián Gaboto) dos escuelas: la Miguel Lillo y la Silvano Bores, que tenían su sede en los barrios noroeste y para las que se alquilaban casas aun precio elevado. También se anunciaba: “la primera de las nombradas tendría turno mañana y la otra, matutino y vespertino... Acuden diariamente a la nueva escuela alrededor de 600 niños, poblando el ambiente y dando vida a una zona importante del barrio Oeste”.

Como vemos se tomó la decisión de utilizar el edificio ante la aparición de nuestra noticia y posteriormente se presentó el proyecto de ley para que el nombre definitivo que lleve la escuela sea el de nuestro reconocido naturalista.

Acondicionamiento

Al habilitarse el nuevo edificio, el Consejo de Educación le solicitó al intendente municipal el arreglo del pasaje 3 de Febrero, desde avenida Belgrano hasta la escuela. Y obtuvo del intendente Irrazábal la promesa de la inmediata ejecución del trabajo, que consistiría en el enripiado de esa arteria, para colocarla en condiciones de tránsito.

La ley fue aprobada y sus efectos aún se ven con el funcionamiento del establecimiento que cumple 85 años. Allí funcionó también la escuela Silvano Bores, que fue diputado nacional y gobernador de la Provincia en 1890. Dejó el cargo debido a los efectos de la Revolución del Parque, encabezada por la Unión Cívica. Como una broma del destino, la edificación en principio iba a llevar como nombre 6 de Septiembre de 1930, día en que fue derrocado el presidente constitucional y radical Hipólito Yrigoyen. Esa fecha abrió paso a los golpes de Estado que fueron protagonistas del siglo XX.

Al mismo tiempo que el Poder Ejecutivo decidía recordar al sabio con el nombre en la escuela consideró que su legado, que de acuerdo con la ley debía pagar el impuesto por la herencia, iba a ser eximido del gravamen. También se presentó el proyecto de ley correspondiente.

FACHADA. El plano mostraba en toda su plenitud la magna figura que luego sería construíada a la zona oeste de nuestra ciudad.

Asimismo el día 14 de abril se hizo presente en la edificación el titular del Consejo de Educación, Ricardo Jaimes Freire para evaluar su estado. El funcionario comprobó el funcionamiento de las escuelas y destacó que había crecido la asistencia de alumnos. No obstante reconoció que aún faltaban detalles para la terminación de la obra. Una de ellas era “un cerco que proteja el edificio y sus instalaciones; además de comodidades para el conserje”. En este sentido pidió al gobierno que se “establezca una vigilancia estricta pues de lo contrario se correría el riesgo de que desaparezcan muchos efectos escolares y que el local sufra consecuencias imprevisibles”.

Detalles de la obra

La construcción de esta edificación se inició el 6 de septiembre de 1931 y unos días antes se había firmado el decreto correspondiente. De acuerdo con la información brindada por nuestras páginas, el establecimiento “será de tipo chalet y contará con tres salas, tendrá 13 aulas y una sala para clases de economía doméstica con cocina. Contará de lavatorios, un gran hall, aula para canto y un salón de fiestas. Tendrá dos pabellones de obras sanitarias, circundada la parte interior por galerías y sala para dirección y secretaria. Los techos será de eternit a canaleta impermeable aisladora del calor e incombustible; los cielorrasos serán de celossec, material formado por bagazo. Todas las ventanas serán de hierro con celosía y la carpintería de cedro del norte”. Se anunciaba que la capacidad del establecimiento sería de 1.600 alumnos en dos turnos. Además se anunciaba que dispondrá de “terreno para la enseñanza agrícola e instalaciones de granja”. También se decía que tendría agua corriente gracias a los trabajos de Obras Sanitarias de la Nación.

Propiedad

Otro dato que aclaró nuestro cronista se refería a la propiedad de los terrenos donde se construyó la escuela. Nuestra crónica del día de la colocación de la piedra basal indicaba: “la Quinta Negri, antes del 6 de septiembre, era un inmueble cuya propiedad realmente se ignoraba. Era y no era del Consejo General de Educación. Hasta se cree que alguien pensaba dejar pasar los años para alegar posesión. Pero alguien recordó sobre su propiedad y tales planes se desbarataron”. Agregaba que estaba prevista la construcción de tres escuelas. La edificación fue considerada de gran valor para el desarrollo de la zona noroeste de la ciudad “uniendo la población con los cuarteles y transformando el aspecto de esas calles que en la actualidad todavía son callejones”.

Esta construcción venía a resolver el problema de alquileres de tres inmuebles para los tres establecimientos que iban a usar las instalaciones una vez construidas. Los niños de las escuelas Miguel Lillo, Silvano Bores, Patricias Argentinas, Prácticas del Hogar, Juan María Gutiérrez y Ernesto Bavio fueron quienes entonaron las estrofas del Himno Nacional que fue ejecutado por la Banda Provincial de Música bajo la dirección del maestro José Ruta.