Inusual y apasionada. Adjetivar la historia de Eduardo Sequeira supone un reto. Sí; como todo fanático de San Martín hizo muchas locuras en pos de compartir y de resaltar esa cuota de amor por los colores rojo y blanco. Desde viajar a diferentes puntos del país para seguir al equipo que lleva en su corazón, hasta perderse fiestas y cumpleaños de familiares forman parte del alocado currículum del fanático. Pero hay un hecho que parece sobrepasar cualquier tipo de límites: Eduardo se casó vistiendo la camiseta que lleva en su corazón.
“Era un sueño”, anticipa en diálogo con LA GACETA. Claro, la historia del idilio con el “santo” comenzó como cualquier otra. Su padre fue quien le transmitió ese amor que hoy él le comparte a sus hijos. Sin embargo, el trabajo lo hizo tener que abandonar sus pagos para buscar una vida mejor. “En 2006 me fui a Comodoro Rivadavia a trabajar en una empresa petrolífera”, comenta Sequeira que tiene 48 años y un amor inconmensurable con el “ciruja”. Sin redes sociales ni internet, recortar las distancias para tener una que otra noticia de San Martín le supuso más de un reto. “Fue algo que siempre me dolió. El videocable no era masivo en aquel entonces y muy pocas veces transmitían los partidos. Me acuerdo de que una vez fui a un patio de comidas en el que tenían un par de televisores. Incluso, tuve que pelear con varios que querían ver a Boca o River”, señala con una carcajada bien sonora.
El casamiento con el otro gran amor de su vida, Noemí Alvarado, no fue un problema. Llevaban años y un sinnúmero de planes. Así, en 2008, Sequeira dio el “sí” definitivo. Claro, el hombre parece tener un corazón grande como para pensar en dividir sus sentimientos y por su cabeza nunca pasó la idea de dejar de lado su otro amor en un momento de tal relevancia.
Ese fue el motivo por el que, a la hora de empilcharse para ir al Registro Civil, no dudó en ponerse la camiseta de San Martín. “Fue todo muy negociado igual”, anticipa. “Primero me iba a casar con una camiseta del ‘Tigre’ (Miguel) Amaya que era un tesoro porque me la había regalado él. Pero ella no quería. Así que decidí ir con una de entrenamiento. Muchos me decían que estaba loco”, recuerda.
La organización de la boda fue un tema aparte. Según el relato de Sequeira, su esposa debió viajar a Tucumán un mes antes para hacerse cargo de todos los preparativos; y su llegada se dio apenas un día antes. “Muchos no sabían que estaba en Tucumán. Incluso, en el día del casamiento, muchos se preguntaban si iba o no porque no sabían que ya estaba acá. Cuando llegué al Registro Civil, todo el mundo me empezó a mirar porque tenía la camiseta de San Martín”, dice.
Lo raro no iba terminar allí. A la hora de firmar los papeles del compromiso, la jueza se sorprendió al verlo con esa vestimenta. “Cuando vamos para firmar los papeles, subimos con mi esposa y ya estábamos preparados para eso. Ya con los dos arriba, la jueza nos mira y dice: ‘que pase el novio’. ‘Ya estoy acá’, le contesté. Inmediatamente, me miró de la cabeza a los pies porque le llamaba la atención. ‘¿Usted es el novio?’, me preguntó de nuevo mientras me miraba sorprendida. Después de eso nos casamos. Cuando salimos habían otros casamientos con gente con traje y demás, y yo estaba vestido con la camiseta de San Martín”, indica entre risas.
La conexión con el “santo” no terminó en ese curioso evento. A diferencia de otras parejas que eligen espacios más coloridos para hacerse aquellas fotos que quedan inmortalizadas en algún álbum, Sequeira tenía claro que debían retratarse en La Ciudadela. “Antes de ir a la fiesta, nos fuimos a la cancha. No nos dejaron pasar al campo de juego porque había que prender las luces, pero nos dejaron hacer las fotos en el sector de plateas”, describe. “Muchos me decían que fuéramos al jardín de EDET, pero yo no quería saber nada. Encima me acuerdo que nadie quería acompañarnos porque decían que era peligroso. Incluso, el fotógrafo sacaba una foto y miraba para atrás”, añade.
Instalado en Las Heras, Santa Cruz, hoy comparte su pasión con varios tucumanos que viven en la ciudad austral. “Formamos la filial ‘Cirujas de Las Heras’. Con ellos también tenemos un equipo de veteranos que se llama San Martín y siempre viajamos a Rosario y Buenos Aires”, indica, dejando en claro que ya le dejó un legado de pasión a sus hijos. “Son re locos por San Martín. El año pasado fueron por la primera vez a la cancha. Estuvimos en la platea y me acuerdo que saludamos a todos los que conocíamos. Es algo medio loco porque pese a estar lejos, están siempre pendiente a todo lo que suceda en torno al club”.
Pese la distancia, Sequeira sigue ligado al amor de su vida. Para él, los resultados quedan de lado cuando se trata de pasión; ese es el motivo por el que advierte que ni la muerte lo separará de su San Martín querido.