Como si se tratase de un ciclo sin fin, San Martín de Tucumán volvió a tropezar con la misma piedra y dejó pasar una nueva oportunidad de esas que en los últimos años terminó lamentando al final del campeonato. La derrota se sufrió en La Ciudadela no sólo por el presente de Chacarita (llegaba con cinco partidos sin ganar), sino también porque el “santo” volvió a dar un paso atrás en la construcción del equipo que aspira al ascenso a la Liga Profesional.
No se tratan de meros hechos futbolísticos. En el recuento total, Darío Sand casi no tuvo trabajo en toda la tarde. Pero el zapatazo de Fernando Brandán fue suficiente para clavar la daga necesaria, un golpe del que a pesar del empuje y las ocasiones generadas sobre el arco de Federico Losas no pudo reponerse. Ni con un hombre de más, el “santo” pudo torcer la historia.
Ojo, no es un sentimiento desconocido para los de Bolívar y Pellegrini. Si se toma en cuenta desde 2019, San Martín solamente pudo lograr tres remontadas: en 2020, 2-1 frente a Villa Dálmine; mientras que en 2023 2-1 a All Boys y 3-1 a Patronato; números que asustan para un equipo que intenta posicionarse como candidato. Claro, ese es un aspecto que deberá corregir casi de manera urgente.
Tampoco se puede pasar por alto el presente de los rivales que lo vencieron en este torneo. En concreto, Ferro (dos derrotas seguidas) llegaba como un equipo que no conocía la victoria en el campeonato. Es más, el “santo” se dio hasta el lujo de empezar ganando con un cabezazo de Junior Arias. Pero las inconsistencias en todas las líneas, sumadas a los constantes errores en la defensa derivaron en la derrota que supuso el primer golpe de este campeonato.
Contra San Miguel –que arrastraba tres empates consecutivos-, los dirigidos por Diego Flores mostraron la peor faceta y se vivió algo similar a la derrota con Chacarita. El “trueno verde” salió envalentonado y lo golpeó en los primeros minutos. Inmediatamente, el “santo” se quedó sin creatividad ni nafta para poder rasgar, aunque sea, un punto de Los Polvorines.
Es por este motivo por el que la derrota con “Chaca” –quien cortó una sequía de cinco partidos consecutivos- fue más de lo mismo: una nueva chance perdida de subirse a la cima, suceso que se repitió continuamente en los últimos años.
En Bolívar y Pellegrini aún quedan recuerdos del mano a mano que Marcelo Estigarribia desaprovechó frente a Tigre en 2021 y también se lamenta que el equipo de Pablo Frontini se haya pinchado en las últimas jornadas del último campeonato, en los que sumó sólo tres puntos en los últimos cuatro partidos.
¿San Martín es un equipo con la fortaleza mental para dar vuelta esta historia? ¿Flores tiene las herramientas necesarias para combatir la fragilidad mental? ¿Cuándo llegará el momento en el que el “santo” se vuelva un equipo confiable y, sobre todo, temible para los rivales? ¿Cuánto pesarán estos puntos (y chances) perdidos al final del campeonato? Las dudas y los interrogantes rodean por estas horas al mundo “santo”.
La deuda de conseguir tres victorias consecutivas sigue persistiendo; algo que la última vez que se consiguió fue en el inicio del ciclo de Frontini (venció a Patronato, Güemes y Deportivo Morón entre las fechas 15 y 17 del torneo pasado). Sí; porque cuando parece que San Martín encuentra las respuestas necesarias llega un nuevo “cachetazo” que pone en duda todo lo conseguido.
Las preocupaciones se agigantan si se considera que Flores parece ser un DT previsible. Cuando parecía haber encontrado el “11”, el equipo volvió a mostrarse endeble en sus líneas, como si siempre le faltarán cinco centavos para completar el peso. Si no son errores en la defensa, es la falta de generación de juego o la falta de puntería en los metros finales lo que los deja plagado de interrogantes. Como si nunca pudiera lograr la estabilidad necesaria para mantener la regularidad en un torneo.
San Martín tiene 30 fechas para rectificarse y para conseguir esa constancia que necesita. El duelo con Chaco For Ever se presenta como la oportunidad de volver a mostrarse como un equipo solvente pero, sobre todo, como la chance para recomponer el mal sabor de boca que dejó la última derrota.
Eso sí, no es descabellado que los fantasmas del pasado sigan merodeando a La Ciudadela; por eso, en La Ciudadela urge ahuyentarlos lo antes posible.