Parecía que la historia estaba liquidada, pero logró su recompensa. Transcurre el primer minuto de los seis adicionados del partido entre San Martín y Estudiantes de Buenos Aires. Con el número 20 en la espalda, le gana en velocidad a la dupla de centrales, mira al asistente para no quedar en offside y extiende lo más que puede su pierna izquierda para empujar el balón dentro de la red. Nicolás Moreno se reencontró con el gol y en la semana previa al duelo contra Chacarita, abre las puertas de su corazón.
El centrodelantero de 23 años todavía mantiene la felicidad por haber marcado y no se pone techo de cara a lo que se viene. Eso sí, siempre con los pies sobre la tierra y, sobre todo, humildad. Esa misma que le permitió llegar a Primera.
“Hice Cebollitas, Infantiles, Inferiores y Reserva. Llegué al club en 2009, por medio de un amigo de mi papá que conoció en la cancha y al cual le decían ‘Manolo’. Siempre jugué como centrodelantero o por las bandas”, le explica Moreno a LA GACETA, tras culminar el almuerzo del plantel en el complejo “Natalio Mirkin”.
El siguiente movimiento de “Chuny” era emprender el regreso a casa. En Los Aguirres, Santa Bárbara, lo esperaban sus cuatro hermanos (Darío, Gabriel, Lautaro y Zamira) y sus padres Darío y Estela. Una familia que hizo hasta lo imposible para que el mayor de los Moreno cumpla sus sueños de ser futbolista.
“Son todos futboleros en casa. Mi papá es fanático de San Martín y después está mi abuelo que vive a la par. Mis dos hermanos jugaban también aquí y dejaron porque no les gustaba entrenar. Además, Darío, el que me seguía a mi en edad, tuvo que abandonar cuando se quebró la tibia y el peroné”, se lamentó Moreno sobre la suerte dispar de sus prójimos. Claro, en su familia nadie la tuvo sencilla ni mucho menos.
“Casi siempre venía a entrenar en moto, me traía mi papá o a veces mi mamá, porque él trabajaba a la tarde. Había veces que por cumplirme el deseo, se quedaba sin laburar”, recordó.
Así pasaron los años y Moreno fue perdiendo terreno futbolístico hasta 2021, un año que quedó marcado a fuego por la llegada de la pandemia.
Con el fútbol retornando por etapas, la dupla técnica de Favio Orsi y Sergio Gómez se quedó con un plantel diezmado de bajas por COVID-19. “La desgracia de algunos es la suerte de otros”, dice el popular refrán y a Moreno le quedó justo.
“Recuerdo que me estaba cortando el pelo y me habló Miguel ‘Pitu’ Romero para avisarme que me tenía que presentar a entrenar con el plantel. Me habían dicho que iba a estar porque varios jugadores estaban positivos de COVID-19, pero yo no quise decir nada a mi familia hasta que salga la lista”, aseguró Moreno sobre la posibilidad que se le presentaba de estar contra Atlanta.
En esas prácticas semanales que se desarrollaban en el complejo, Moreno llamó la atención de los fanáticos por un mechón platinado a lo Diego Armando Maradona cuando regresó a Boca. Look representativo que utilizó durante varias temporadas.
“Me lo hice en 2021 porque me gustaba. Fue cuando me subieron por primera vez al plantel, mi amigo peluquero estaba aprendiendo a hacer colorimetría y puse la cabeza para probar. Mis compañeros me hacían muchas bromas al principio y me decían hasta zorrino, ja ja”, bromeó el atacante, que también inmortalizó esas fechas con tatuajes en el cuello y antebrazo.
A pesar de la alegría por su primera convocatoria, el presente de San Martín no era el mejor. En búsqueda de resultados inmediatos, se marchó la dupla y con dos partidos dirigidos interinamente por Floreal García, llegaría el turno de Pablo de Muner.
Sin embargo, el “santo” seguía sin levantar cabeza y para colmo perdía de local contra Quilmes 2-0. Hasta que De Muner decidió mandar a la cancha a Moreno. El pibe, en aquel entonces de 20 años, devolvió la confianza con un gol.
“Cuando marqué quedaron todos muy contentos en mi casa. Se habían juntado obviamente con todos los cuidados y lloraban de alegría mis papás, hermanos, tíos, primos y amigos”, aseguró.
Así como sus seres queridos se pusieron contentos por él, también hubo alegría en el barrio. Situación que dejó sorprendido a “Chuny”.
“El pueblo entero me banca. Hay muchos chicos que juegan bien y no pudieron llegar a donde estoy yo. Eso los pone contentos y me lo dicen todo el tiempo”, señaló Moreno. “Hay un chico que juega de nueve y se me acercó una vez. Me dio la mano, me abrazó y entre lágrimas me dijo: ‘gracias por cumplir mi sueño’. Al vivir eso, pensé en lo importante que es la disciplina. A pesar de todo lo que pasé, nunca dejé de entrenar”, advirtió.
Pasaron los meses, San Martín no logró el objetivo y De Muner acordó la llegada de nuevos delanteros. Sin lugar en el plantel, Moreno decidió marcharse a préstamo a Juventud Unida de San Luis.
“De Muner me había avisado que no me iba a tener en cuenta y me salió la oportunidad de jugar en el Federal A. En ese club hice el click que necesitaba, sobre todo en la madurez. Si seguía acá, no sé si tendría este presente. Ahí no teníamos nada. Era la pelota, entrenar y jugar. Mientras que en San Martín te tratan como un futbolista de Primera”, avisó Moreno, que regresó tras seis meses y fue vital en el equipo campeón de Reserva (metió goles en cuartos, semifinal y la final). Si bien en el retorno al conjunto de Bolívar y Pellegrini Moreno la tuvo que luchar nuevamente desde abajo, jamás se rindió y actualmente lo celebra.
Marcó en el amistoso a puertas cerradas contra Sportivo Guzmán y cerró el broche de oro con su tanto al “pincha” de Caseros para alcanzar la cima de la zona A.
“Decidí seguir igual, porque sabía que en algún momento me iba a volver a tocar. Tener muchos delanteros en un plantel es algo que pasa en todos los clubes. Además, me llevo bien con todos y me dan consejos”, dijo Moreno que esperaba impaciente en el banco de suplentes para ingresar contra Estudiantes. “Me enoje un poco porque pensaba que no iba a entrar y cuando me llamó, tenía claro lo que tenía que hacer. A diferencia de otros años, me siento con más confianza y más maduro”, afirmó.
Además de festejar con Gonzalo Rodríguez (lo asistió para el 2-0), Moreno también se acordó de otro gran amigo: Mauro Verón. El centrodelantero que no viene siendo convocado, le anticipó que iba a marcar esa noche y le pidió un particular saludo con las manos a lo Ronaldinho. “Había hablado en la semana con Mauro y me dijo que si hacía un gol, le haga esa seña”.
El delantero pasa su tiempo libre en el gimnasio, mirando fútbol de Europa o junto a su novia Carolina, reconoce que no le hace caso a las críticas “antes me afectaba mucho, pero ‘Turbo’ me recomendó que no le de importancia’. Pero, cuando está dentro de una cancha, “Chuny” (apodado así por unos amigos del colegio) espera ser determinante y seguir los consejos que le brinda Diego Flores. “Con el técnico hablamos de que tengo que seguir entrenando y mejorando día a día. Después del partido me dijo unas palabras que me marcaron: “el trabajo, paga”. Eso es fundamental. San Martín es mi casa, tengo muchos años acá y quiero al club por todo lo que me dio”, concluyó la nueva carta goleadora de La Ciudadela.