Sobre las medidas económicas que tomó el presidente, Javier Milei, durante sus primeros 100 días de gestión, la doctora en Economía Ana María Cerro -profesora titular del Instituto de Investigaciones Económicas- planteó la dificultad de calificarlas de positivas o de negativas. “Estamos en un contexto con mucha incertidumbre, que recién comienza, y aún no conocemos los pasos que dará el Gobierno. Adicionalmente muchos hechos que pueden considerarse ‘positivos’ tienen una contracara que podrá -según la evolución de la economía y la toma de decisiones del Gobierno- volverse un verdadero problema”, advirtió.
Hecha la salvedad, ponderó la firme convicción del Gobierno de señalar al déficit fiscal como la fuente de los principales problema que aquejan y aquejaron la economía argentina, desde hace varias décadas. Y, sobre esa premisa, la necesidad de eliminarlo. “En diciembre, el sector púbico nacional no financiero finalizó con un insostenible déficit primario de un 6,7% del Producto Bruto Interno (PBI). Esta situación se revirtió, y enero cerró con un superávit de un 6,6% del PBI”, destacó.
Pero abrió el interrogante acerca de si el Gobierno podrá sostener tal superávit. “Principalmente, debido a la forma en que lo logró: con caídas en los salarios reales, en las prestaciones sociales, en las jubilaciones, en las transferencias a las provincias y en otros gastos primarios”, indicó.
Cerro ponderó también, la baja de la inflación. “Este Gobierno instaló el principio básico de la teoría monetaria: el exceso de emisión genera inflación. Hubo un fuerte control de la emisión monetaria; y en términos reales, la base monetaria tuvo una caída significativa. Así, la inflación de diciembre fue de un 25,5%; la de enero, de un 20,6%, y la de febrero, de un 13,2%”, recordó Cerro. Precisó que bajar la inflación es una tarea extremadamente compleja y lleva tiempo. “No solo se trata de dejar de emitir, sino de que los individuos crean que bajará la inflación; es decir, cambiar la tendencia de las expectativas”, dijo. Sobre esa base, la especialista entiende el empeño del Gobierno de no perder esa tendencia en marzo, mediante la apertura de la importación de alimentos de consumo básico. “Estacionalmente, marzo es un mes con mayor inflación que febrero; y este año se sumaría el aumento en tarifas, prepagas, energía, etcétera”, admitió.
Pero al igual que en el primer punto, Cerro también halló en este una contracara. “El freno a la emisión monetaria está acompañado de un freno en la economía, de una recesión. Se dio una importante caída en casi todos los sectores económicos: patentamiento, producción de autos, construcción, ventas minoristas, etcétera”, dijo.
Otro hecho positivo, a su criterio, se relaciona con la reestructuración de deuda. “El Gobierno postergó un pago que vencía este año, por $ 42 billones, en un plazo de hasta cuatro años, con una reducción de intereses que rondaría el 0,1% del PBI. Ello colabora a generar un superávit financiero, uno de los objetivos centrales de esta administración”, señaló.
Avisó, sin embargo, que la baja de tasas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para facilitar el canje de deuda puede aumentar la demanda por dólares y, en consecuencia, la cotización del dólar blue y de los financieros. “Y esto podría postergar el cierre de la brecha cambiaria y, por ende, la unificación del mercado cambiario”, añadió.
Por último, consideró que si bien mantener el dólar oficial con una devaluación muy por debajo de la inflación puede ser una efectiva ancla nominal para evitar saltos inflacionarios, no puede soslayarse la apreciación del tipo cambio real, por el aumento de los costos argentinos: “Y en definitiva, es el que genera la falta de competitividad para nuestros productos exportables, que son los que aportan divisas a la economía”, remarcó la doctora y docente universitaria.